En la actividad privada permanentemente se realizan correcciones en la operación para alcanzar el logro. Más que autocrítica es reingeniería. Entender que los procesos se actualizan, especialmente por tener competencia. En la administración pública debemos hacer lo mismo para que los trámites y procesos no se demoren, sino que por el contrario fluyan eficientemente. El burocratismo anida y la gestión se torna poco exitosa, por eso lo debemos combatir con todas nuestras fuerzas.
El Presidente nos ha pedido aportes para superar el momento. Como siempre aceptamos el reto en positivo. Ahora hay que sintonizar bien el mensaje que el pueblo nos envía todos los días, priorizando las necesidades sin perder de vista la necesidad de planificar y programar antes de hacer. No inventar o improvisar. No hay margen ni de tiempo ni de humor de los ciudadanos.
Por eso estimamos que lo que corresponde es aplicar –con un enfoque técnico de renovación– una reingeniería, concepto simple de rediseño del proceso para ajustarlo a esta realidad que ya se está poniendo el apellido 2016. Reingeniería es aplicar las geniales 3R del Gigante, en vez de buscar excusas en terceros ajenos.
Debemos analizar el funcionamiento y el valor de los procesos de gobierno y de partido, hacer los cambios necesarios, algunos sin anestesia, para mejorar espectacularmente los resultados y llegar así a los ciudadanos con las acciones que esperan, sobre todo en los temas económicos, de seguridad y servicios.
Si se cree que con maquillaje, pañitos calientes, complacencias de amiguismo y afines se soluciona algo, se está en un gran error. Esta reingeniería simplificadora de trámites y de acuerdos con los ciudadanos en general traerá innovación y emprendimientos nuevos.
Hay que crear con fundamentos técnicos. Hay mucho talento venezolano desperdiciándose. Hay enormes nichos para producir con lo que tenemos. En por lo menos 50% de nuestras necesidades podemos vivir con lo nuestro. Hay que hacerlo. Apostemos al futuro bueno. Para todos mi abrazo sincero.