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Nelson Bocaranda Sardi: El billete de 100, cuando la ficción se vuelve realidad

 

En los corrillos del Banco Central de Venezuela se cuela una realidad que muchos se resisten a creer. Da cuenta que el presidente del ente emisor de la moneda en Venezuela, Nelson Merentes, se enteró de que el billete de más alta denominación en su país desaparecería en 72 horas cuando escuchó a su iracundo jefe, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros anunciarlo al país en una de las tantas cadenas en la que su verborrea roja rojita inunda el espacio radioeléctrico venezolano. Similar situación habría confrontado el ministro de Banca y Finanzas Rodolfo Medina.

¿Cómo es que dos funcionarios que deberían conocer de antemano, planificar con anticipación, preparar el impacto de una decisión tan importante no fueron consultados?

Una medida como la que  asumió con todas sus nefastas consecuencia Nicolás Maduro era conocida solamente por un trasnochado izquierdista español, Alfredo Serrano Mancilla, admirador de la vieja URSS (la teta que amamantó al comunismo mundial hasta su desaparición como Unión de Repúblicas Socialistas en 1991), miembro de Podemos de España y quien ha sido acusado de ser la única persona a la que Maduro oye en materia económica.

Este enchufado al que señalan de ganar mensualmente 160.000 dólares a través de su entidad de “asesoría” basada en Ecuador bajo el nombre de CELAG Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica.

Este sicofante, cercano a Pablo Iglesias en su sueño de repetir el comunismo fallido de “forma exitosa” en estos tiempos ha lanzado recientemente a través de las páginas y programas televisivos de RT, Russia Today, diferentes análisis justificando la debacle de Venezuela de la que él es parte responsable. Hasta desmiente la inflación de cuatro dígitos próxima a ser alcanzada en el país al que asesora.

Una de sus últimas publicaciones permite saber cómo piensa este chulete profesional al que Chávez le montó con la complicidad del presidente ecuatoriano Rafael Correa ese “think tank” del que -con acierto- Correa no sigue consejos económicos.

Todo un frontón con dinero de los venezolanos para tratar de repetir el “éxito chavista-madurista” en destruir un país otrora próspero y pujante, al que muchos suramericanos querían imitar.

La dependencia mental que sobre Nicolás ejerce llevó a éste a tomar la medida que ha provocado un caos monetario y financiero de tal naturaleza que muchos piensan que si no hoy 15 de diciembre, día de cobro, la próxima semana la situación de la banca podría ser aún peor. Hasta un colapso bancario podría venir pues no han llegado los nuevos billetes, el BCV implementará una taquilla a partir de mañana para el cambio o depósito, las monedas tampoco llegaron y son demasiadas las variables que pesan sobre el país al tiempo que nadamos en la peor inflación de da nuestra historia republicana.

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Uno de los últimos ensayos de en RT sobre nuestra inflación:

En Venezuela, desde hace varias décadas, la inflación se constituyó como un componente estructural de la economía. La inflación promedio anual en el periodo 1989-1998 fue de 52,45%. Con la llegada del chavismo, este valor se redujo significativamente, con la excepción de los últimos años. En el periodo 1999-2012, el crecimiento promedio anual de los precios fue del 22%. Fue a partir del año 2013 cuando esta tendencia a la baja desapareció. Los precios volvieron a crecer a mayor velocidad. La inflación trepó al 56,2% en el año 2013; 68,5% en el 2014; 180,9% en el 2015.

Para algunos neoliberales de manual (monetarista) todo se debe a que el chavismo usa demasiado la maquinita para imprimir bolívares. ¿Es eso verdad?, ¿es todo culpa de la emisión monetaria? No. Definitivamente no. No todo se debe al aumento de los agregados monetarios. Numéricamente es muy sencillo demostrarlo. Observemos algunos casos para darnos rápidamente cuenta de que no hay relación directa entre lo uno y lo otro. Es cierto que en el año 2015 la inflación fue elevada (180,9%) y el crecimiento de la emisión monetaria también (100,66%). Sin embargo, esto no siempre fue así. Miremos el año 2006: con mayor velocidad de creación de dinero (104,34%), la inflación fue relativamente baja (17%). O veamos el año 1996, antes del chavismo, la inflación del 103% se alcanzó con un crecimiento de la masa monetaria del 55%. Se mire por donde se mire, no hay relación simplista entre precios y dinero en circulación”.

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Nadie se atreve en el régimen a enmendarle la plana a Nico.

Nadie acusa a Serrano.

La que hasta ese día era Superintendente de Bancos, Mary Espinoza de Robles fue destituida del cargo pues no se habría prestado para una medida inconsulta y sin medir las catastróficas consecuencias que ha tenido pues “no iba a echar por la borda su experiencia de más de treinta años en el oficio”.

¿A quién le va a echar la culpa ahora Nicolás?

Sus dos mentiras más repetidas son la guerra económica del Imperio y la caída de los precios del petróleo. Desde hace meses nadie se las cree. ¿Qué le habrá sugerido Raúl Castro a quien ayer visitó en La Habana?

Ojo entonces con el trueque de Ripley’s: “Depositas billetes de cien bolívares y las maquinas dispensadoras te los devuelven iguales”.

Ahora si podemos llamar SADIM a Maduro pues al revés del Rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro, Nicolás lo vuelve excremento. Y no del diablo.

 

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