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Néstor Francia / Análisis de Entorno: La descaracterización de Chávez

En el Encuentro de Movimientos Sociales y Fuerzas Políticas por la Paz, la Unidad y la Integración de Nuestra América, realizado en Santo Domingo, República Dominicana la semana pasada, la líder colombiana Piedad Córdoba hizo una advertencia sobre el estreno de la serie “El Comandante”, producida por Sony Corporation y escrita por Moisés Naim, explicando que la misma apunta a “descaracterizar” a Hugo Chávez (fue la palabra que usó, y aunque no está incluida en el DRAE, debería serlo, por lo precisa y lo definitoria). Córdoba llamó a los presentes en el evento a desplegar una contraofensiva contra esta infamia que pretende tergiversar la historia y echar lodo sobre un querido líder mundial de las luchas antiimperialistas y por la justicia social.

La satanización de los líderes revolucionarios no es nada nuevo. De alguna manera, en casos como el de José Stalin se le puede señalar como un claro antecedente de los métodos que el Imperio utiliza en la Guerra No Convencional. Héroes históricos venezolanos como Bolívar y Zamora han sido “descaracterizados” por escritores e historiadores burgueses como Elías Pino Iturrieta, mientras otro de la misma laya, el tránsfuga Manuel Caballero, trabajó para “descaracterizar”, en sentido contrario, a Rómulo Betancourt, tratando de convertirlo del traidor que entregó la Patria a los intereses globales de Estados Unidos, a una especie de santón excelso de la “democracia”.

Ese tipo de satanización se ha ensayado con otros líderes revolucionarios como Mao Tse Tung y Fidel Castro, presentados por los agentes intelectuales del imperialismo como dictadores sanguinarios y criminales pervertidos, especie de monstruos que hicieron sufrir a sus pueblos y deben ser condenados por la Historia.

Sin duda, el caso más emblemático de “descaracterización” es el del gran dirigente comunista soviético José Stalin, hecho sobre el cual hemos escrito antes. Su nombre ha sido sistemáticamente asociado, generalmente sin ningún tipo de soporte o pruebas y en alusiones descontextualizadas, a deportaciones colectivas, traiciones,  matanzas, purgas, represiones salvajes e indiscriminadas y cuanto crimen pueda imaginarse. La satanización de Stalin fue iniciada por los nazis y luego continuada y ampliada por los operadores intelectuales y mediáticos del imperialismo, con la complicidad de los agentes rusos de la restauración del capitalismo, como Nikita Jruschev y Leonid Brezhnev, y los llamados “revisionistas” del eurocomunismo. Una de las razones principales de esta operación fue el gran prestigio que estaba ganado Stalin como guía en la conversión de la URSS en una gran potencia, y por su papel principalísimo en la derrota que le infligieran el Ejército Rojo y el pueblo soviético a las hordas nazis, empujándolos en huida hacia el mismísimo Berlín, donde la bandera de la hoz y el martillo fue izada sobre la cúpula del Reichstag por los soldados soviéticos victoriosos, el 30 de mayo de 1945. Tal era la imagen positiva de Stalin, que los jefes de Estado de Estados Unidos y Gran Bretaña, Roosevelt y Churchill, respectivamente, lo reconocieron como el máximo líder de la II Guerra Mundial al aceptar ir hasta la URSS a reunirse con él en Yalta, península de Crimea, en aquel año de 1945. Esta imagen de líder victorioso de los pueblos del mundo en su lucha contra la barbarie nazi-fascista tenía que ser destruida o deslegitimada a toda costa. Ya Stalin lo había advertido: “Sobre mi tumba arrojarán montañas de basura, El viento de la historia las borrará inexorablemente”.

En fin, podríamos extendernos mucho más sobre este tema que refiere a la satanización de José Stalin, sobre el cual se ha escrito unos cuantos libros y que es objeto de debates y discusiones diversas. Pero solo lo hemos tomado como ejemplo de lo que sin duda es el origen de la serie “El Comandante”: atacar, con la “descaracterización” de un gran líder, a una Revolución victoriosa, para generar decepción y desesperanza en los pueblos y tratar de aminorar sus ansias de liberación y justicia. Al atacar al hombre, se ataca la idea. En ese sentido, el presidente de Siria, Bashar al-Asad, en una entrevista concedida a Prensa Latina, ha dicho que “Con respecto a manchar la reputación o sus intentos de satanizar a ciertos presidentes, esta es la manera de Estados Unidos, al menos desde la Segunda Guerra Mundial, desde que ocuparon el lugar del colonialismo británico en esta región y posiblemente en el mundo entero… desde aquel entonces las administraciones estadounidenses y los políticos norteamericanos, nunca han dicho una sola palabra cierta sobre cualquier asunto. Ellos siempre mienten”.

Para imponer tales mentiras los imperialistas se valen en el mundo de sus agentes mediáticos, como es el caso de la serie “El Comandante”, que se estrena hoy mundialmente y que está siendo ampliamente promovida por el aparato mediático de la derecha continental y mundial. Por ejemplo, se realizó el coloquio “¿Cómo era Hugo Chávez?”, moderado por Moisés Naim, en el Hay Festival de Cartagena, con los ex presidentes derechistas César Gaviria (Colombia), Laura Chinchilla (Costa Rica) y Felipe Calderón (México), como parte de la promoción de la serie de marras.

A estas alturas, es bueno recordar quién es Moisés Naim, el escritor del seriado, un reconocido agente imperialista estrechamente vinculado a la flor y nata de la canalla mediática mundial ubicada en el primer frente de la Guerra No Convencional. Ensalzado por instituciones derechistas del planeta, fue designado en 2014 y 2015 como uno de los 100 líderes del pensamiento global por el Gottlieb Duttweiler Institut de Suiza (que entregó su premio anual, entre otros, a Vaclav Havel, un agente del imperialismo que fue uno de los demiurgos de la alineación de Checoslovaquia con los intereses del imperialismo) y la revista británica de derechas Prospect lo incluyó en 2013 en la lista de los intelectuales más destacados del mundo.

Durante 14 años (1996-2010) Naim estuvo al frente de la conocida revista derechista Foreign Policy y desde 2011 dirige Efecto Naim, un programa semanal de televisión sobre asuntos internacionales que se transmite en decenas de países por la cadena de televisión colombiana furiosamente antichavista NTN24. En 2011 recibió una carantoña de la derecha española, el Premio Ortega y Gasset, instituido nada más y nada menos que por El País, uno de los principales morteros mediáticos contra Chávez y la revolución Bolivariana. Este premio lo han recibido también personajes de la derecha mediática contrarrevolucionaria como Teodoro Petkoff, Tomás Eloy Martínez, la bloguera cubana Yoanni Sánchez, el pasquín mayamero anticastrista y antichavista El Nuevo Herald; otro diario de la oligarquía, El Comercio, de Lima, el filósofo del pensamiento burgués Fernando Savater, Mario Vargas Llosa, entre otros.

Naim es miembro de varias instituciones y tanques de pensamiento de la reacción mundial. Fue ministro de Fomento (después Comercio e Industria) de Carlos Andrés Pérez y del Banco Central de Venezuela en la Cuarta República, y también Director Ejecutivo del Banco Mundial.

En 2005, su libro Ilícito fue seleccionado por el… ¡Washington Post! como uno de los mejores libros de no ficción. En 2013 publicó El Fin del Poder y tanto el  Financial Times como el Washington Post lo eligieron como uno de los mejores libros del año.

Naim forma parte de la directiva de la tristemente célebre National Endowment for Democracy (la NED) y fue uno de los principales arquitectos del VIII Plan de la Nación, un detonante político del Caracazo. Esta es la joyita que escribió la serie “El Comandante”, seguramente siguiendo órdenes del imperialismo. Nuestro Comandante Eterno puede sentirse orgulloso de que este réptil sea su enemigo.

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