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Víctor Álvarez: El intelectual de izquierda

El intelectual es un trabajador que se dedica al análisis crítico de la realidad con el fin de generar un nuevo conocimiento que ayude a comprender y superar los problemas que afectan a la gente. Mientras que la intelectualidad es el colectivo o comunidad de intelectuales agrupados según su proximidad nacional o afinidad ideológica. Por ejemplo, la intelectualidad venezolana o la intelectualidad socialista.

Un intelectual no tiene que ser un erudito, un enciclopedista, un sabelotodo capaz de opinar o hablar sobre cualquier tema. Los eruditos devoran información, son muy leídos e ilustrados, hacen gala del conocimiento acumulado, mas no tienen pensamiento crítico ni compromiso social para confrontar y mejorar la realidad. Por eso no todo académico, escritor o filósofo puede ser considerado intelectual. Incluso, quien se ocupe de generar conocimientos para mantener el statu quo puede ser un analista, hasta un científico, pero no un intelectual.

En la política, la división entre izquierda y derecha tiene su origen en la Asamblea Nacional Constituyente que surgió al calor de la Revolución Francesa. En sus deliberaciones, los partidarios de la República que priorizaban la soberanía nacional por encima de la autoridad del rey se sentaban a la izquierda, mientras que los defensores de la monarquía y del veto del rey a las leyes de la República se sentaban a la derecha. Desde entonces, ser de izquierda se identifica con la militancia política que se pone al lado de los más débiles, que confronta el statu quo y promueve el progreso económico, político y social, mientras que ser de derecha se reserva para quienes apoyan a los más fuertes y se oponen a los cambios revolucionarios con el fin de preservar el poder y sus privilegios.

El intelectual sufre una tensión cuando la izquierda llega al poder y este es secuestrado por cúpulas que se alejan cada vez más del clamor popular que dicen representar. En tales circunstancias, la misma posición crítica del intelectual frente a los excesos del poder es considerada como una posición reaccionaria y contrarrevolucionaria, y por eso se le cataloga como un intelectual de derecha.

El intelectual de izquierda escoge un modo de vida en el que pone al servicio del progreso social su capacidad de pensar, analizar, describir y explicar los problemas que afectan a los más débiles para poder entenderlos y superarlos. Mientras el intelectual de izquierda considera la desigualdad social como una indeseable consecuencia de un orden injusto y por eso se compromete a generar un conocimiento que contribuya a transformar esa realidad, un erudito de derecha -que no merece ser llamado intelectual-, puede llegar a considerar la desigualdad social como algo natural, inevitable, e incluso necesario para incentivar la competencia y el desarrollo económico y social. La diferencia entre un intelectual de izquierda y un erudito de derecha es el compromiso activo del primero con el avance de la humanidad.

El fracaso del socialismo debilitó las referencias políticas de los intelectuales. Más allá de tomar partido en la lucha de clases entre capitalistas y proletarios y de asumir la defensa de la igualdad social, los intelectuales abrazan otras causas que abarcan un mundo más ancho y profundo. Los intelectuales levantan su voz contra la guerra; cuestionan el consumismo que agota los yacimientos y contamina el ambiente, advierten sobre las consecuencias del calentamiento global y la amenaza a la continuidad de la vida en el planeta, se comprometen con la defensa de los derechos de la naturaleza y son activos militantes de las luchas contra la desigualdad social y cualquier forma de opresión ya sea por razones políticas, ideológicas, religiosas, raciales, de género o preferencia sexual.

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