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Néstor Francia / Análisis de Entorno: ¿Un Macri metiéndose por los palos? (21-03-2017)

Hoy debemos recordar, como hacemos no pocas veces, algunas cosas que venimos diciendo en Análisis anteriores. Nos hemos referido, por ejemplo, a la situación de las preferencias sociales con respecto a las fuerzas políticas. Los dos polos políticos principales, y prácticamente los únicos, son el Gran Polo Patriótico, fundamentalmente el PSUV, y la MUD. Hay representaciones políticas alrededor de ambas expresiones organizativas, pero son electoralmente insignificantes, pues ninguna tiene un referente relevante al nivel de los factores sociales. Se sabe, como indican varios estudios creíbles, que la primera minoría social es aquella de quienes no se identifican con ninguno de los dos polos, es decir que no se sienten representados por ellos. Los números suelen ubicarla cercana al 40%. Luego la Revolución y la Contra se disputan ser la segunda minoría, ambos factores políticos rondando el 30% de las preferencias. Sin embargo, la primera minoría carece hoy por hoy de representación política, no existe una tercera fuerza que los interprete.

En el año 2015, la MUD logró capitalizar el descontento popular y convocó a una buena parte de esa primera minoría social, que votó por ella y le permitió alzarse con la mayoría de la Asamblea Nacional. Otra parte importante de ese sector, conformada por masas de electores chavistas inconformes con la gestión de gobierno, sobre todo por los efectos de la agresión económica, gente confundida y manipulada por la propaganda opositora, se abstuvo de votar, mermando en aproximadamente dos millones de votos la votación alcanzada por el chavismo en las elecciones presidenciales de 2013. En sentido estricto, la oposición no ganó, sino que el chavismo perdió.        A partir de enero de 2016, se da un rápido proceso de desencanto de las expectativas que pudo haber creado el triunfo opositor, en cuanto a que el mismo pudiera significar mejoría en la situación económica y política del país. Acumulando error tras error, los quince minutos de gloria de la MUD se han esfumado y en la actualidad se puede decir que su posición política es desventajosa con respecto a la del chavismo, que luce a la ofensiva y con la iniciativa política de su lado. Hoy, quizá más que nunca antes, la MUD es una coalición desdibujada, profundamente dividida más allá de las apariencias de unidad, huérfana de cualquier atisbo de credibilidad o confianza, muy lejos de representar una alternativa para los venezolanos. Es un enemigo débil y desvalido frente al chavismo, y que pareciera contar solo con la posibilidad, de cierto remota por los momentos, de una intervención internacional. La MUD ha venido reafirmándose en el carácter que le asignara la sabiduría de Hugo Chávez: es la Nada.               Ahora bien, todo esto no se ha convertido en una recuperación notable del favor popular para el chavismo. La proporción de los apoyos a las tres minorías sociales ha cambiado muy poco en un año. Es verdad que ha mejorado el abastecimiento de productos alimenticios y se comienza a sentir los efectos de programas como los CLAP, pero la inflación continúa siendo una sensible rémora. Además, el chavismo sigue urgido de una renovación profunda de su estilo y su discurso, son cosas que se asoman inclusive en las intervenciones recientes del presidente Maduro. La minoría chavista tiene fortalezas indudables: unidad, cohesión, combatividad, capacidad de movilización, moral alta, liderazgo claro, proyecto estratégico, fuerza institucional, fuerza militar y capacidad de resistencia internacional, con bloques y alianzas geopolíticas que actúan como escudo protector. Pero no termina de re-enamorar  al pueblo, no está cerca todavía de volver a ser la mayoría social sólida y clara que alguna vez fue.

En ese complejo contexto, se puede decir que la MUD no es un enemigo que parezca capaz de estremecer los cimientos de la Revolución. Sin embargo, faltan menos de dos años para la hipotética elección presidencial que vendría al término del período presidencial de Maduro (elecciones que no tenemos porque asegurar que deban realizarse, pero ese es otro tema). Es poco tiempo, podemos decir que es mucho menos  que mañana en el tiempo histórico.

La situación de anomia política de la mayoría del pueblo, que no es lo que deseamos pero es lo que ocurre, coloca en peligro al Gobierno Bolivariano. De nada sirve desconocer esta realidad, poco ayudaría el triunfalismo o la excesiva sobrevaloración del fracaso de la MUD. Porque hay otros enemigos internos acechando y preparándose para el asalto, entre ellos un sujeto que exhibe sus agallas por más que lo disimule: el multimillonario Lorenzo Mendoza, principal propietario del monopolio Empresas Polar.

En la última entrega de Las verdades de Miguel, su director, Miguel Salazar, editorializa y afirma lo siguiente: “Lorenzo Mendoza prepara todo un arsenal electoral para arribar a Miraflores… tras pasar más de dos lustros controlando el poder en América Latina, la izquierda ha perdido importantes espacios, entre otros, Argentina, Brasil, Perú y Paraguay, además de debilitarse en Ecuador y Bolivia, sumando a estos las posiciones ambiguas de Chile y Uruguay. La tendencia es la asunción de tecnócratas y empresarios”. Esto último es verdad, por más que Salazar no sea santo de nuestra devoción.

El peligro de que un tercero -que no represente propiamente a la MUD ni mucho menos a esa “izquierda” disidente y  básicamente inepta- se cuele por lo palos, siempre ha estado presente y así lo hemos planteado en más de una ocasión. Lorenzo Mendoza parece hecho a la medida para jugar ese papel. Un empresario exitoso, joven, de “buena presencia”, con un discurso “fresco” a los oídos de muchos, y que se ha venido granjeando una imagen positiva a despecho de los ataques provenientes de nuestro lado. Su gran marca corporativa, Empresas Polar, tiene décadas forjándose una imagen de vocación social y de “preocupación venezolanista”. Para ello invierte ingentes cantidades de dinero utilizando servicios publicitarios de alto nivel profesional, alzando la poderosa bandera del apoyo al deporte nacional, sobre todo de las disciplinas más populares, el beisbol, el baloncesto y el fútbol. Valiéndose igualmente de figuras que concitan la admiración y el respeto de los venezolanos, sobre todo deportistas como Miguel Cabrera, José Altuve, Carlos González, Félix Hernández, Pablo Sandoval, Elvis Andrus, Juan Arango, Tomás Rincón y otros, y también de personajes de la farándula y del arte.

Mendoza y sus empresas son valorados positivamente por la mayoría de los venezolanos, así lo revelan diferentes estudios. Un peligroso burgués de siete suelas que favorece claramente el proyecto neoliberal y entreguista. No estaría de más ir pensando en cómo vamos a bajarlo de su pedestal, porque capaz que más pronto de lo que pensamos tengamos que irnos olvidando de Borges, Capriles, Allup, López y Falcón, y empezar a concentrarnos en este prospecto de Trump (¿o de Macri?) nacional.

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