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En Valencia ciudadanos desesperados intentan comprar comida en los mercados

“Está costando mucho conseguir la comida para la familia. Los adultos entienden pero los niños no”, comentó una dama

Después de tres días de disturbios en diferentes sitios de la ciudad la escasez aumentó.
En el sur de Valencia, muchas personas salieron este viernes desesperadas en la mañana a comprar comida donde pudieran. Después de tres días de disturbios en diferentes sitios de la ciudad, y con la escasez de alimentos que existe en el país, pocas familias tienen productos alimenticios en sus hogares.

La mayoría de los establecimientos comerciales permaneció cerrado, lo que hacía la situación más difícil. Por temor a que sus negocios fueran violentados, los poco que vendieron lo hicieron a través de ventanas o rejas.

Comercios abarrotados de personas buscando alimentos. (Foto Cortesía)

Producto de esta situación se observaron colas a lo largo de las avenidas Aranzazu, Lisandro Alvarado, Bolívar sur y Las Ferias, entre otras. La gente tenía que esperar en promedio más de una hora para poder ser atendida y pagar con puntos de venta, lo cual desesperaba más a las personas.

El mercado periférico de La Candelaria no abrió sus puertas, por lo que los clientes que tenían intención de abastecerse allí de alimentos tuvieron que irse a otros sitios.

Luisa Otaiza, con una limitación motora en un brazo, acompañó a su hermana a comprar medio kilo de carne molida en la avenida Las Ferias. Estuvo tanto tiempo de pie, que al recibir el producto se sentó de inmediato en la acera a descansar.

La humilde mujer se quejó de los precios a los que se están ofreciendo los alimentos . Mostró el poquito de carne y comentó que nadie le creería que por eso pagó cinco mil bolívares. Segùn dijo, tendría que prepararla sola, porque el kilo de tomate lo vendían hoy viernes en dos mil 500 bolívares y el dinero no le alcanzaba para comprarlo.

Comentó que tuvo que comprar un kilo de harina de maíz precocida en cinco mil bolívares y eso solo le alcanzará para dos días, haciendo las arepas chiquitas, porque su familia es numerosa.

Douglas Salomón compró dos piezas de mortadela y un kilo de azúcar. Le faltaba la harina pero dijo estar dispuesto a caminar varias cuadras hasta conseguirla un poco más barata, pues pagar cinco mil bolívares implicaría prácticamente quedarse sin dinero, y tenía que dejar para el pasaje.

“Está costando mucho conseguir la comida para la familia. Los adultos entienden pero los niños no”.

El Carabobeño

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