Inicio > El pizarrón de Fran > Mario Valdez: Para los Torturadores, no hay Asilo ni refugio

Mario Valdez: Para los Torturadores, no hay Asilo ni refugio

Para los Torturadores, no hay Asilo ni Refugio. Cárcel o fugitivo

En días pasados escuche con mucha atención el testimonio desgarrador que el abogado José Sánchez, padre de los Morochos Sánchez,  jóvenes, estudiantes universitarios, que se encuentran presos por haber participado en las recientes manifestaciones estudiantiles, quien desde la Asamblea Nacional denunció las torturas y vejaciones que han sufrido sus hijos, finalizó su intervención con lo dicho por uno de ellos en el tribunal:  “Nos quebraron pero no nos doblegaron, las lágrimas de hoy serán las risas de mañana”.

El legislador al tratar el tema de los derechos humanos y en especial el  referido a la Tortura, busca instaurar una cultura de respeto y protección,  en la cual prevalezcan los derechos del hombre como valor inviolable. De allí, la relevancia que tiene la imprescriptibilidad de los delitos catalogados como de Lesa Humanidad. De tal manera que los individuos que incurran en la comisión de  tales hechos, deben tener presente que, para los torturadores o para quienes sean sospechosos o quienes sean juzgados por delitos contra los derechos humanos no gozaran de privilegios de ninguna naturaleza, para ellos no aplica ni el Asilo político ni el Refugio. A los delincuentes internacionales les quedan dos caminos: la cárcel o ser unos fugitivos para el resto de sus días.

Torturados de ayer, hoy miran para otro lado

La tortura es un delito grave que ataca lo más íntimo de la humanidad, ya que destroza lo más preciado de ser humano, como lo es, su integridad humana. Las torturas dejan secuelas que generan consecuencias físicas, morales y psicológicas. La mayoría de las personas que han sufrido este tipo de actos han vivido por el resto de su vida con esos amargos y cruentos recuerdos.

Pero más triste aun, es ver personas que en el pasado sufrieron cárceles, vejaciones y torturas graves que aun hoy padecen de insomnio y pesadillas, que todos los días cuando se miran en el espejo se ven las laceraciones y heridas en su cuerpo, que se las hicieron los chacales y torturadores de quienes fueron sus víctimas. Muchos de ellos hoy, ante la barbarie miran hacia otro lado, pareciera que sean deshumanizado, se les acabó la solidaridad, se olvidaron de los derechos humanos, reniegan de su pasado e inclusive algunos hasta actores serán.

La Tortura no se olvida es imprescriptible

La tortura es una de las ofensas más crueles que atentan contra la dignidad de los seres humanos, estos crímenes de Lesa Humanidad tienen características muy particulares y específicas, entre ellas podemos destacar que son crímenes imprescriptibles, es decir, que esos delitos ni siquiera con el paso del tiempo   pueden dejar de ser investigados, siempre será tiempo hábil para ser procesados y juzgados, los responsables recibirán las sanciones  que sentencien los tribunales de justicia. El paso del tiempo no impide ni imposibilita la investigación, lo que constituye un duro revés contra la impunidad. Los que estén creyendo que estos delitos contra la humanidad, con el correr del tiempo puedan aplicarle lo que comúnmente se conoce como la “la ley del olvido”, están equivocados porque el brazo de la justicia los alcanzara. Ningún argumento tendrá base o fundamento para ser  alegado como aspecto procesal para solicitar una prescripción, esos delitos no se olvidan.

Un delito internacional de Lesa Humanidad

Al ser reconocida y tipificada la tortura como un delito de Lesa Humanidad, pasa a tener una transcendencia de orden internacional, donde prevalecen aspectos tales como: “que bajo ninguna circunstancia se debe aplicar la tortura, pues no existe ningún tipo de justificación legitima para someter a una persona a este tipo de conductas”.

La tortura es el acto por el cual de manera intencionada se le inflija a una persona  que se encuentra detenido o bajo la custodia del Estado, daños, dolores o sufrimientos graves con el objeto de obtener una información o una confesión del detenido o victima por parte de una tercera persona, ya sea por venganza  de un hecho que haya sucedido o porque el torturador lo haga de manera sádica o por complacencia. La tortura la sufre la persona que haya cometido un acto o se sospeche que lo haya cometido o participado en un hecho, las torturas  pueden ser físicas mediante (golpes, quemaduras, rotura de huesos, castraciones, descargas eléctricas, ahogamiento, violación, privación del sueño o de cualquier otra naturaleza); o daños mentales, psicológicos tales como (el aislamiento, amenaza o coacción, la humillación ya sea física o verbal, la manipulación de la información sobre un detenido o sus familiares cercanos, la mentira, etc.). Todos estos hechos y acciones tienen como finalidad lograr la desmoralización y quebrarle el auto estima a un detenido o sus familiares. La tortura puede ser cometida por un funcionario público o cualquier otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instancias suyas o con su consentimiento. Los funcionarios no pueden escudarse bajo la excusa de la obediencia debida.

La tortura, los malos tratos y todos los actos de crueldad y humillación son considerados crímenes de derecho internacional y están mundialmente prohibidos desde 1948, cuando se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, prohíbe de manera expresa esos actos crueles e inhumanos; lo cual es vinculante inclusive para los Estados que no hayan firmado dicho tratado, ya que no existe justificación para que ningún ser humano sea torturado.

Te puede interesar