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Leopoldo Puchi / Enfoque: Constituyente y armisticio

En las circunstancias actuales ninguno de los sectores en pugna va a capitular, ni Gobierno ni oposición. Pero sí es posible un armisticio, es decir, un compromiso que permita construir modalidades de coexistencia, para lo inmediato y para el futuro. No es un asunto sencillo, pero es ineludible, porque las fuerzas en conflicto se encuentran en situación de equilibrio y una definición por otros medios implicaría grandes sacrificios humanos y materiales para la nación.

Sin embargo, desde el lado de la oposición se ha llegado a la conclusión de que el diálogo como instrumento de resolución del conflicto no es el adecuado para alcanzar las demandas realizadas, ya que se estima que el Gobierno no accedería a satisfacerlas, en particular en lo que se refiere a la salida de Nicolás Maduro de la presidencia antes de finalizado el período constitucional.

Para lograr los fines propuestos, el nuevo centro de dirección de la oposición ha escogido un camino distinto, el de las llamadas “primaveras”, en las que se recurre de modo simultáneo a  protestas pacíficas y a la violencia de calle para inducir al estamento militar a actuar, bien sea por la vía de un golpe palaciego o una asonada violenta.

La reacción gubernamental ha sido la convocatoria a una Asamblea Constituyente, lo que significa que la situación se ha escalado porque un proceso constituyente no es la simple redacción de un texto legal ni es un asunto estrictamente electoral, sino la recreación de un  orden político y social y una redefinición de la hegemonía en la sociedad.

Ahora bien, la constituyente pudiera ser también la ocasión para plasmar jurídicamente los términos de un acuerdo de armisticio, lo que requeriría que se instale desde ya una mesa de negociaciones. En caso de no darse el diálogo, la constituyente va a condensar, necesariamente,  un reordenamiento más amplio de la sociedad. El sentido común indica que debe tomarse el camino de la negociación. Pero, como suele decirse, es el menos común de los sentidos.

Flash Rojo

Detrás de las protestas hay un cálculo político, pero no se puede ignorar  el extendido malestar creado por la escasez y el alto costo de la vida, una realidad que genera descontento. Sin cambios en las políticas macroeconómicas que permitan estimular la actividad productiva, el sustrato de descontento social va a persistir más allá de la coyuntura.

Ante la eventualidad de que el Gobierno pierda las presidenciales de 2018, es razonable pensar que en su seno se definan frente a tres opciones: a) realizar el traspaso del poder sin requerir acuerdos previos con la oposición; b) alternancia sólo con acuerdos previos; c) no realizar alternancia y crear otra institucionalidad. Puntos en debate.

Flash Negro

A quién escuchó el joven que se quemó cuando intentaba incendiar una moto de la GNB: ¿al papa Francisco y su propuesta de diálogo o a la Conferencia Episcopal Venezolana y su llamado a la rebelión? No se discute que los sacerdotes tengan una posición política, pero se supone que la Iglesia, como institución, siempre debería propiciar el entendimiento y la paz.

El hostigamiento a los funcionarios o a sus familiares va a crear nuevos obstáculos a las posibilidades de una alternancia. Las amenazas de persecución o “limpieza étnica” por razones políticas a padres, hermanos, hijos han comenzado cuando todavía la oposición no ha llegado al Gobierno. Un clima de intolerancia fatal para el país.

El Socialismo en la Historia: Exterminio 

Pocos se imaginan que Holanda, el pequeño país apacible y ejemplar que hemos conocido, pueda tener una cara cruel o bárbara. De allí la sorpresa ante las noticias sobre el extremismo y racismo que se han apoderado de una parte de esa nación. Sin embargo, las raíces de la barbarie se hunden en la temprana etapa de la acumulación primitiva de capital y en los tiempos de expansión, a sangre, comercio y fuego, del imperio neerlandés. Indonesia fue su más importante trofeo colonial y de allí extrajo inmensas riquezas. Al finalizar la guerra, en 1945, y derrotado Japón, la resistencia conducida por nacionalistas y comunistas proclama la independencia y Sukarno asume la presidencia del país, pero Ámsterdam se resiste por medio de la guerra hasta ser vencida en 1949. Indonesia liberada es fundadora de los no alineados, adelanta políticas sociales progresistas y se acerca a China y Rusia. De inmediato, Washington toma el relevo de Ámsterdam y se articula con fracciones locales civiles, religiosas y militares. En 1965, en medio de la hiperinflación y escasez de alimentos, Sukarno es derrocado. Un millón de personas son aniquiladas: funcionarios, maestros, militantes, familiares. De raíz.

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