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Alberto Mansueti: Isonimia versus segregación

La segregación no es nueva. En la Antigüedad, los derechos políticos y civiles se reservaban a los “ciudadanos”. El campesinado, y el resto de la población de las ciudades, extranjeros o esclavos en su mayor parte, eran los “metecos” en Atenas, “ilotas” en Esparta, “plebeyos” en Roma, “parias” en India, etc.; no podían tener propiedades, ni participar en asambleas u oficios religiosos. Se les tenía fuera de la ley, en la ignorancia, y en los oficios “viles”, como eran vistos los trabajos manuales.

El cristianismo rompe la segregación, ampliando y universalizando el concepto de “isonomía” (misma ley, igual para todos), que es la base del liberalismo, y no la “tolerancia”, como mucha gente repite.

Isonomía, expansión de la alfabetización, y dignificación del trabajo manual, fueron los tres aportes judeo-cristianos a la “cultura democrática” en el mundo moderno (Richard Landes: Isonomia, Manual Labor and the Biblical Contribution to Democratic Culture in the Modern World, ver en Internet).

Según la Biblia, los humanos somos de la misma raza, descendientes todos de Noé, igualmente caídos por Adán, e igualmente rescatados por Cristo. Dios no hace “acepción de personas”, como se repite 10 veces en el Antiguo Testamento, y 9 veces en el Nuevo, y tampoco debe hacerla el hombre. Es claro. Este es “el espíritu del capitalismo democrático”, según Michael Novak, en libro del mismo nombre.

Por el contrario, el estatismo niega la isonomía, multiplicando las leyes: dicta una ley especial para los obreros, otra para los campesinos, otra para los comerciantes, maestros, fabricantes, importadores, artistas, etc, etc. Ya no existe “ley común” (aquella Common law del mundo anglosajón).

En particular el socialismo segrega (discrimina), separando a los pobres de los ricos. En economía, las leyes malas impiden a los pobres salir de la pobreza, y los planes sociales” les sujetan a sus caciques políticos; la pésima educación estatal hace de sus hijos unos ignorantes y analfabetos funcionales, y a sus familias se les condena a depender de los mugrosos hospitales “públicos” y del miserable “seguro social”. En cambio, los segmentos privados, algo mejores o menos malos, son para los pudientes.

En la sociedad hay dos clases de desigualdades: las que derivan de inevitables circunstancias de la vida, y las impuestas por las leyes malas, y los privilegios que directa o indirectamente conceden a ciertos sectores, excluyendo al resto. Las segundas son claramente injustas, pero evitables, ¿cómo? Simple: derogando las leyes malas, e impulsando la Isonomía, mediante Cinco Reformas.

En el Centro de Liberalismo Clásico tenemos una mala noticia y otra buena. La mala: la clase media tiene enormes dificultades para entendernos; nos rechaza o nos ignora. La buena: la clase popular nos entiende bien y rápido, cuando podemos hacerle llegar el mensaje directamente, aunque no es fácil.

La clase media está intoxicada con enseñanza estatista, la cual les llega directamente de las universidades, o indirectamente a través de la prensa masiva, los medios desinformativos y de incomunicación. Nos dicen, por ejemplo: “¡Eso suena muy raro! ¿Acaso las Cinco Reformas buscan la igualdad so

No exactamente; ni siquiera buscan “igualdad de oportunidades”, mucho menos igualdad de resultados. Lo que buscan no es acabar con las desigualdades sociales, sino con los privilegios; y ponernos a todos en un mismo nivel de iguales ante la ley (isonomía), y no “mediante” la ley. Es lo justo y sano.

La dinámica va a ser más o menos esta: la reforma económica va a crear muchísimos nuevos empleos, en las empresas actuales y en las nuevas que se van a crear. Y va a enriquecer los empleos existentes, al hacerlos más racionales, eficientes y productivos, y por tanto, mucho mejor pagados.

Habrá entonces más y mejores oportunidades para todos; y muy en especial, para quienes tengan que dejar el hoy obeso “sector público”, que en realidad es estatal, y no siempre muy “público”.

Nos acusan: “¡Uds. quieren despedir empleados públicos y enviarlos a la calle a pasar hambre!” No, al sector público, se busca racionalizarlo. Significa que los policías, militares y diplomáticos, los jueces, fiscales y funcionarios de los tribunales, y encargados de contratar las empresas de obras públicas, serán verdaderos funcionarios públicos, y como tales bien considerados y bien pagados.

Para los otros, no significa “ir a la calle”, sino aprovechar las oportunidades creadas por la reforma económica, en un sector privado competitivo y eficiente, mucho más productivo, y por tanto capaz de pagar sueldos, salarios y paquetes de compensaciones ¡mejores y mucho más altos!

Los educadores, médicos y trabajadores del Seguro Social que hoy son empleados al servicio del Estado-patrón, mal tratados y mal pagados, van a ser dueños y señores de los establecimientos en los cuales hoy se desempeñan como pueden, por lo general en pésimas condiciones. Sabemos que esto va a tomar un tiempo, cinco años más o menos; por eso, los pobres tendrán tres series de bonos (vouchers) para comprar educación, atención médica y pólizas de seguro, en los sectores privados o privatizados, a su entera elección, que serán reembolsados en dinero a las entidades escogidas.

En el orden político, la Reforma No. 1 incluye federalismo real, y autonomía municipal de verdad. Y para que los partidos políticos dejen de ser en la práctica brazos del Estado, como son actualmente, incluye su “privatización”, para que dependan enteramente de sus simpatizantes y afiliados.

Se nos dice: “¡Eso suena increíble! ¿No es una utopía, un sueño irrealizable, imposible?”

No; al contrario; es lo único racional, viable y realista. Es al revés: lo que es utopía, sueño en los discursos, pero que en la práctica y en la realidad se transforma en pesadilla, por ser irrealista, irracional e imposible, es lo que padecemos ahora, ese monstruo deforme que llaman “Estado de Bienestar”, y que en realidad es “Bienestar del Estado”; y malestar de la gente.

¿Quieres saber más sobre la “Gran Devolución”? En las redes sociales, Facebook principalmente, puedes contactarme, y los del Centro de Liberalismo Clásico te podemos enviar a tu E-Mail un folleto titulado “Capitalismo para Todos; 60 respuestas a 60 preguntas”. ¡No te lo pierdas!

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