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Néstor Francia / Análisis de Entorno: País en “descontrol” (14-07-2016)

¿Es el objetivo de la escalada violenta de la derecha derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro? Sí y no. Ese es su objetivo estratégico, sin duda. Quiere acceder al poder y, más precisamente, ponerle la mano al Ejecutivo, pues algún poder ya tiene en tres estados y en importantes alcaldías, así como en otras ramas del poder público, aunque sea parcial. Pero desde el punto de vista táctico, más bien apunta a ir erosionado el piso político del chavismo hasta que lo tenga listo para montarlo en la olla, bien sea por propio esfuerzo o con asistencia foránea. Y en ese sentido, sería inconveniente negar que se ha anotado algunos éxitos.

Recordemos que la ofensiva derechista no empezó hace poco más de dos meses, cuando arrancó la actual andanada terrorista. Ya en 2015 se inició la intensa agresión simultánea sobre todo en cuatro frentes: el económico, con los ataques al precio del petróleo, la agresión financiera y el sabotaje en el mercado de bienes y servicios masivos; el político-institucional, al lograr convertir la Asamblea Nacional en una cabeza de playa para esa avanzada; el internacional, sobre todo con la irrupción de la contraofensiva derechista continental encarnada en la figura de Luis Almagro (OEA): y el mediático, que es la bisagra de todos los demás. La escalada terrorista de hoy no es sino el desarrollo de esos ataques hacia una derivación terrorista, armada.      Ahora bien, cuando se juntan todos esos frentes y se observa los resultados perceptibles, no hay duda de que la derecha ha golpeado a la Revolución Bolivariana y no hemos salido indemnes. La Revolución sigue moviéndose en el ring tratando de resistir los embates del contrincante, pero la pelea es dura y aun es temprano para avizorar cuál será el desenlace. Por supuesto, cada una de las barras anima a los suyos y los dirigentes tratan de mantener en alto la moral de quienes se baten en el ensogado. Las esquinas urden estrategias, trazan líneas para cada asalto, curan las magulladuras de sus pupilos. El combate es arduo y la sangre mancha la lona.

Es paradójico, porque los fascistas hablan de “resistencia” pero, en sentido estricto, quienes estamos en resistencia somos nosotros, no desde ahora, como hemos dicho, sino desde tiempo antes ¿Qué ha logrado el enemigo hasta ahora y qué hemos logrado nosotros?

Las ganancias de la derecha no son despreciables. Algunos de sus principales objetivos los han alcanzado, al menos en buena parte. Internamente, han generado una pesada sensación de “descontrol” nacional que avanza hacia la ingobernabilidad, sin saberse aun si llegaremos a ese estado. No ha sido posible detener la exasperante inflación, aunque ha mejorado el abastecimiento: hay mercancías, pero cuesta Dios y su ayuda adquirirlas, los reales no alcanzan. La violencia en la calle no cesa, causando no solo muerte y destrucción, sino además variados obstáculos para la vida cotidiana de los ciudadanos: estaciones del Metro de Caracas cerradas, colas en avenidas y autopistas, zozobra, sensación de inestabilidad, confusión en la mayoría, miedos, desazón.             Con esas acciones, la derecha sigue erosionando nuestra base de apoyo. En estudios recientes a los cuales hemos tenido acceso, y en otros que son de conocimiento público, las minorías chavista y opositora siguen bajando mientras crece el segmento de los “no alineados”. Esto puede deberse a que esa primera y numerosa minoría (con más de 10 puntos por encima sobre cada una de las otras dos) parece no estar responsabilizando ni al Gobierno ni a la MUD por la violencia política, sino a un factor abstracto: la “polarización”, como hemos venido afirmando.

A esto se suman las fisuras que asoman en la estructura del chavismo, con defecciones que no dejan de ser importantes, la más emblemática de ellas la de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, además de las diferencias expresadas por otros como Juan Barreto, Eustoquio Contreras. Maripili Hernández y Gabriela Ramírez, que tienen sobre todo valor simbólico, ya que no implican alejamientos masivos, como tampoco lo fueron otros que se habían producido antes. Pero sin duda, estas diferencias refuerzan la percepción de “descontrol”.

En el plano internacional, la ventaja que parecían sacar el imperialismo y la derecha se ha venido desvaneciendo y las fuerzas han tendido a un mayor equilibrio político. Aquí habrá jugado un papel notable la larga experiencia de Nicolás Maduro como canciller de Chávez y la excelente labor de Delcy Rodríguez y sus equipos en la Cancillería.

En el plano interno, la derecha está lejos de poder cantar victoria (al igual que nosotros), pues el chavismo ha mostrado una colosal capacidad de respuesta, de moral, de combatividad, de movilización, de organización. Y eso que aun no ha puesto en juego todas sus fortalezas para la batalla, por razones obvias.

En resumen, no es posible predecir cuándo será el final de esta pelea puntual de hoy, cuyo desenlace no será en modo alguno el final de la guerra, sino la victoria parcial de uno de los bandos, o de ninguno. Esto último porque no se puede descartar que la MUD esté trabajando pa lapa, y se cuele un tercero por los palos.

El fin, el combate puede irse a 10 rounds, a 12, a 15, quién sabe, si acaso alguien no gana antes por KO. Entretanto, seguiremos con la mente, los oídos y los ojos bien abiertos.

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