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Néstor Francia / Análisis de Entorno: Vencedores y vencidos (03-08-2017)

Son evidentes los signos que diferencian las victorias de las derrotas. Recordamos aquellas elecciones venezolanas cuyo resultado general se conocía no por anuncios oficiales o encuestas a boca de urnas, sino por un instrumento hecho y patentado en Venezuela: el “carómetro”, consistente en la adivinación de tal resultado con base en los rostros que voceros mediáticos y políticos mostraban en las pantallas de la TV. A las derrotas correspondían caras largas y sombrías, sonrientes y exultantes a las victorias. Acaso los voceros han aprendido la lección y son ahora capaces de actuar expresiones engañosas que a menudo rebajan la efectividad del carómetro, pero otras señales son igualmente útiles, sobre todo a posteriori del conocimiento de los escrutinios electorales.

Esto ha pasado con las elecciones a la Constituyente. Como dice la canción, “unos van cantando y otros van llorando”. Ayer estuvimos por primera vez en una reunión, en el Poliedro de Caracas, que convocó a la absoluta mayoría de los constituyentes territoriales y sectoriales de todo el país. Estuvieron igualmente presentes la mayoría de los ministros y de los gobernadores de estados. Una pequeña multitud pues, que comenzó a concentrarse desde tempranas horas de la tarde. Nosotros llegamos a las 2 y media. Apenas a las afueras del local, donde se realizaba las acreditaciones, comenzamos a encontrar caras conocidas. Primero pudimos saludar a nuestro embajador en Italia, Isaías Rodríguez, que conversaba con la periodista italiana Geraldina Colotti, a quien igualmente presentamos nuestros saludos. Poco a poco siguieron apareciendo caras conocidas y otras no tanto: constituyentes de Táchira, Cojedes, Portuguesa, Mérida, de todo el país que nos reconocían y nos saludaban. Rostros del pueblo que uno no ve en las pantallas de la televisión, hombres y mujeres de todas las edades, de todos los mestizajes, de distintas clases sociales. Tuvimos mucho gusto en saludar a la esposa del grande y fallecido Comandante Magoya, legendaria figura campesina de las célebres guerrillas de los años sesenta y setenta del siglo pasado.

En fin, así se fue congregando aquel gran grupo de gente victoriosa,  alegre, amorosa, positiva, revolucionaria. Se respiraba por doquier los aires del triunfo. Y también la gran diversidad del chavismo, que ahora asoma para sorpresa de algunos. Nos complació saludar, por ejemplo, a Herman Escarrá, siempre respetuoso y amable, y a Oscar Schemel, que no se paró de su silla ni un momento mientras seguía con genuino interés los avatares de la reunión. A las 7 y media de la noche hizo su aparición el Jefe de Estado, y para nada había decaído el ánimo de los convocados. El paso del tiempo se hizo más que tolerable, en medio de abrazos, chistes, recuerdos, encuentros. Un verdadero ejercicio de fraterna unidad revolucionaria, que augura buena salud a la Constituyente.

El Presidente fue breve, con un discurso que se prolongó poco más de una hora. Se felicitó de la presencia de todos, saludó personalmente desde la tribuna a algunos de nosotros, mencionando nuestros nombres. En el caso nuestro, seguramente porque nos conocemos desde hace más de treinta años, por esos caminos de la lucha revolucionaria. Anunció la instalación de la Constituyente para mañana viernes.

En fin, Maduro habló de las incidencias políticas del momento, esbozó propuestas, celebró las declaraciones electoralistas de Ramos Allup, señaló la interesante circunstancia de que la Constituyente empieza a ser de una vez factor de paz, pues es evidente el apocamiento de la espiral de violencia en los últimos tres días. Llamó a la unidad sin desconocer que habrá debate, incluso intenso a veces, pero instruyó a que el mismo sea siempre respetuoso y de altura. A juzgar por el ambiente del Poliedro ayer, así será. Hizo algunos otros anuncios, como el nombramiento de Jorge Arreaza como canciller de la República.

Siete horas habían pasado desde que llegamos al local aledaño al hipódromo de La Rinconada. Había sido para nosotros un día movido, incluida la diligencia de buscar nuestra acreditación como constituyente, que pasó por cambio de señas y de lugar en plena faena. Sin embargo, cuando abandonamos el Poliedro el tiempo transcurrido no nos había hecho mella y conversamos animados con el camarada que nos acerco a casa en su vehículo.

Cerca de las once de la noche pudimos dormir, después de repasar los hechos del día con nuestra compañera de vida y hacerle carantoñas a nuestra perra. Pudimos dormir profundo y satisfechos, por lo que nos despertamos un poco más tarde que de costumbre. Fue un gran día, un día victoria.

¿Y del otro lado? El ánimo era muy otro. El amo imperial dio muestras de recular un poco en su respaldo a los insurrectos del patio y parece estar más en la onda conciliadora de Ramos Allup. Este se abrió con una corriente que aspira a estar en las elecciones futuras, lo cual ha despertado la furia de los extremistas de Voluntad Popular en las redes. Surgen duras voces de crítica de la propia oposición, como el artículo de Carlos Raúl Hernández que corrió como candela por las redes digitales, en el que vuelve papilla a la fracasada oposición. El mismo Ramos Allup y Freddy Guevara se liaron a los gritos, y López y Ledezma volvieron a los calabozos sin que ocurriera otra cosa que los consabidos lamentos de la ultraderecha política y mediática. El pueblo no se inmutó.  Por supuesto, los vencidos hacen de todo para aminorar los efectos de la derrota, hasta sacar cartas de debajo de la manga, como la del sujeto de Smartmatic ¡Fraude, fraude! vociferan, tratando de que su base social no termine de rodar por el barranco de la frustración, y para ello cuentan con la ayuda de tránsfugas o confundidos, como Andrés Izarra. Pero ni modo, la Constituyente sí va, y ahora dependerá de quienes estamos allí que vaya bien. Nadie dude de que la absoluta mayoría del pueblo va a estar muy pendiente de lo que hagamos allí. Tamaña responsabilidad la que nos toca.

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