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Rafael Guerra Ramos: ¿Diálogo para qué?

Colocados una vez más ante la necesidad de hablar o no con el Gobierno, se abre de nuevo el abanico de las divergencias en el seno de la amplísima mayoría que adversa al régimen, entre los que niegan esa posibilidad -porque “con enemigos de esa calaña no se dialoga y mucho menos se negocia”-, pasando por los que invocan tantos condicionantes que terminan coincidiendo con los primeros.

En la línea de los agrupados en torno a la política de la MUD, el diálogo y la posibilidad de acuerdos forman parte de los principios universales de la política. Siempre que así lo exija el interés general de nuestra política, deberíamos estar dispuestos al diálogo, tanto para aceptarlo como para auspiciarlo. Lo fundamental y decisivo para quienes nos identificamos con la defensa de la Constitución y la lucha por el restablecimiento del Estado de Derecho por la vía pacífica, democrática y electoral, es lograr los objetivos en el tiempo más corto y menos traumático posible.

La crisis ha alcanzado tal gravedad que estudiosos de esta realidad, como Heinz Dieterich, el conocido teórico del socialismo del siglo XXI y mentor ideológico de Chávez, afirma que “Venezuela está a un paso del abismo, va hacia un desenlace trágico”. A su vez, Benjamin Netanyahu, el jefe del Estado israelita, aprecia que “Venezuela está al borde de la miseria”. El médico y científico José Oletta, ex ministro de Sanidad, hace afirmaciones sobrecogedoras: “Esta crisis de la salud… no se vivía desde la Independencia. Es una involución que nos lleva a los modelos de salud de los países que entran en miseria, en conflicto, en guerra”.

A partir de la implantación de la ilegítima Constituyente, la crisis se ha agravado, empujándonos hacia el colapso mientras la pandilla de corruptos e irresponsables del régimen anuncia medidas tan ridículas como aquellas de Chávez sobre la implantación del trueque, de las huertas urbanas y de los gallineros, ahora la cría de conejos y el uso de la cesta de divisas (la rupia, el yuan y el rublo) para sustituir el dólar.

Es claro que mientras más se demore la salida de esta situación el deterioro del país será mayor y más demorada, difícil y costosa la recuperación.

Aceptar o buscar el diálogo tiene la justificación de los intereses del país. ¿Lo conciben así los aferrados al poder?

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