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César Tinoco: Colapso catabólico

John Michael Greer escribió su teoría sobre el colapso catabólico en el año 2005 y la tituló “How civilizations fall: A theory of Catabolic Collapse”. Greer revisa el modelo propuesto por Joseph Tainter, sobre el que por cierto escribí en este mismo diario el 14 de agosto de 2015, en un artículo titulado “Colapso a lo Tainter”. Greer concluye que el modelo de Tainter falla al explicar el colapso en sociedades cuando se consideran las dimensiones temporales del proceso. En virtud de lo anterior, expone su teoría que constituye una analogía sobre la ecología humana.

A fin de entender esta teoría hay que decir primeramente que todos los procesos metabólicos se pueden clasificar en dos tipos: procesos anabólicos o de síntesis y procesos catabólicos o de degradación.

El modelo de Greer contiene siete variables: los recursos, el capital, la producción, los desperdicios, el mantenimiento (que agrupa los desperdicios), la velocidad de utilización de los recursos y la velocidad de reposición de los mismos. El modelo viene planteado en los siguientes términos: en cualquier sociedad humana, los recursos y el capital entran en el proceso de producción y los desperdicios lo abandonan. En el equilibrio, la entrada de unos es igual a la salida de otros. A partir de aquí existen dos grandes posibilidades, mismas que presentan a su vez variantes: la expansión anabólica, la crisis de mantenimiento y la contracción catabólica.

En la expansión anabólica, los recursos y el capital que entran en el proceso de producción son mayores que los desperdicios que lo abandonan. Si bien esta expansión es de tipo autorreforzada presenta dos limitantes. Una es que los recursos suelen ser limitados y se agotan rápidamente si su velocidad de utilización es mayor que su velocidad de reposición. La otra es un desbalance que se presenta en virtud de que no todo el capital está involucrado en la producción en todo instante, pero está sujeto a su total conversión en desperdicio. La solución de este desbalance pasa o bien por la reducción de los inventarios de capital lo que hace más lenta la conversión del capital en desperdicio o bien por el incremento de la fracción de capital dedicada a la producción, una de cuyas formas es la “captura” de recursos de producción. A modo de ejemplo y ante el agotamiento de su producción de crudo, a un país puede ocurrírsele invadir a otro fronterizo, a fin de capturar su potencial de producción.

La contracción, es decir, aquel estadio cuando los recursos y el capital que entran en el proceso de producción son menores que los desperdicios que lo abandonan, presenta dos posibilidades: la crisis de mantenimiento y el colapso catabólico. En la primera, la velocidad de utilización de los recursos es igual a la velocidad de reposición de los mismos. Sin embargo, en el colapso catabólico no: aquí la velocidad de utilización es mayor que la velocidad de reposición.

Afirma Greer que factores culturales y políticos pueden hacer que los esfuerzos para evitar el colapso catabólico resulten infructuosos o que, ni siquiera, se llegue a contemplar la necesidad de materializar esfuerzo alguno para evitarlo.

Desde el 2012 a 2015, los gastos de exploración de crudo reportados por Pdvsa, en millones de dólares, fueron disminuyendo de 492, a 140 a 76 y a 50 respectivamente. Solo fue después del segundo derrumbe de precios del crudo que los gastos de exploración aumentaron a la irrisoria cantidad de 124 millones de dólares, en 2016, en medio de una producción sensiblemente disminuida.

En efecto, entre 2012 y 2016 la declinación de la producción en miles de barriles diarios en oriente y occidente, según las propias cifras de Pdvsa, se traducen en una regresión lineal simple con pendiente de -133 mientras que en el mismo lapso, la producción de la faja se incrementó con una pendiente de +25, un efecto neto de 108.000 barriles por año de disminución de producción, en un entorno de precios del crudo decrecientes (ver por ejemplo en los estados financieros consolidados auditados de Pdvsa, la nota 33 o 34 según el año, titulada  “Información sobre Producción de Petróleo Crudo, Líquido de Gas Natural, Refinación y Exportaciones”).

Sin embargo, y a pesar de que no se invirtió en exploración, sí se hicieron aportes significativos al desarrollo social con fines clientelares. Los mismos fueron desde 2012 a 2015, en millones de dólares, 17.336, 13.026, 5.321 y 9.189 respectivamente. En 2016, la falta de inversión no dio para más y dichos aportes apenas alcanzaron la cifra de 977 millones de dólares. Compare el lector las magnitudes de las cifras de inversión en exploración y de inversión social clientelar.

En su política depredadora de riqueza, el chavismo descuidó ambos aspectos: la producción y la capacidad de producción. Dicho en palabras más llanas: sin alimentar a la vaca, la ordeñó hasta matarla y nos condujo a la situación de colapso catabólico.

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