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Néstor Francia / Análisis de Entorno: El discurso de Trump (III) (25-09-2017)

Hoy vamos con la tercera entrega del análisis del discurso que pronunciara Donald Trump el 19 de septiembre en la ONU. Para nosotros es imprescindible la consideración integral de sus palabras -se trata del líder fundamental actual del imperialismo, el principal enemigo contemporáneo de la Humanidad-, y no solo de las amenazas que lanzó contra Venezuela, que son más bien reiterativas.

Algunos analistas de la derecha no han dejado de ponderar el carácter histórico del discurso de marras, visión que nosotros compartimos, por lo cual le asignamos especial relevancia. Según Stephen Collinson, analista de CNN, el discurso “contenía tanto sustancia como grandilocuencia… el discurso del martes de Trump puede ser visto como un momento histórico en su presidencia”. Y para Gerardo Lissardy, de BBC Mundo, fue “un discurso pulido y revisado, sin posibilidades de preguntarse si se salió del libreto como muchos hicieron cuando habló de ‘fuego y furia’”. Así lo hemos considerado desde nuestra primera lectura.

La estrategia de Trump, a pesar del tono amenazante -o acaso precisamente por ello el uso de tal tono- es defensiva. En un momento de grandes dificultades para Estados Unidos y su imperio, pretende aplicar la máxima de que la mejor defensa es el ataque, aunque se vea obligado a replantear las formas de ese contraataque defensivo.

En ese sentido, trata de recomponer el posicionamiento del imperialismo infundiéndole carácter heroico a sus incursiones en el mundo: “Estados Unidos hace más que hablar por los valores expresados en la Carta de las Naciones Unidas. Nuestros ciudadanos han pagado un alto precio para defender nuestra libertad y la libertad de muchas naciones representadas en esta gran sala. La devoción de Estados Unidos se mide en los campos de batalla donde nuestros hombres y mujeres jóvenes han luchado y se han sacrificado, junto a nuestros aliados, desde las playas de Europa a los desiertos del Medio Oriente y a las selvas de Asia”.

Esta imagen épica de las agresiones imperialistas es útil al planteamiento global de la contraofensiva imperial, que es presentado ante sus aliados sin cortapisas: “Debemos proteger nuestras naciones, sus intereses y sus futuros. Debemos rechazar las amenazas a la soberanía, desde Ucrania hasta el Mar de China Meridional. Debemos defendernos respecto a la ley, respecto de las fronteras y respecto a la cultura, y el compromiso pacífico que esto permite. Y tal como lo pretendían los fundadores de esta organización, debemos trabajar juntos y confrontar juntos a aquellos que nos amenazan con el caos, la agitación y el terror”.
El “caos”, la “agitación” y el “terror” deben ser claramente identificados, señalados y aislados, según la visión estratégica que presenta Donald Trump: “El flagelo de nuestro planeta hoy es un pequeño grupo de regímenes deshonestos que violan todos los principios en los que se basa la ONU. No respetan ni a sus propios ciudadanos ni los derechos soberanos de sus países”. A ese supuesto puñado de forajidos, el sheriff propone enfrentarlo con el frente de los “justos” y urge a su conformación y activación: “Si los muchos justos no se enfrentan a los pocos perversos, entonces el mal triunfará. Cuando las personas decentes y las naciones se convierten en espectadores de la historia, las fuerzas de la destrucción sólo reúnen poder y fortaleza”.

Al mostrar conciencia de las notables vulnerabilidades económicas y políticas que le imprime la crisis estructural global del capitalismo a Estados Unidos, y más allá de su prepotencia, el Imperio lanza un SOS a sus aliados y les pide involucrarse aun más en las tareas que propone: “El pueblo estadounidense espera que pronto las Naciones Unidas puedan ser un defensor mucho más responsable y efectivo de la dignidad humana y la libertad en todo el mundo. Mientras tanto, creemos que ninguna nación debería tener que soportar una parte desproporcionada de la carga, militar o financiera. Las naciones del mundo deben asumir un papel más importante en la promoción de sociedades seguras y prósperas en sus propias regiones”.

El señalamiento de las Naciones Unidas como irresponsable ante la crisis, encierra también una amenaza. De alguna manera, Trump propone la disyuntiva de que sus aliados se sumen a su estrategia o se atengan a las consecuencias. El tono de “solo contra el mundo, si es necesario” da aun mayor sentido al hecho de que el discurso se iniciara con la ostentación del poderío militar de Estados Unidos. Lo que está diciendo el mandatario gringo es que tal estrategia habrá de cumplirse con o sin los demás, es una estrategia firme, considerada irrevocable por los factores extremistas del Imperio. Por supuesto, sus aliados conocen de las vulnerabilidades estadounidenses, de modo que Trump los conmina combinando esa amenaza con ruegos, exhortaciones, argumentos y justificaciones. De algún modo, es una relación tormentosa entre socios llenos cada uno de problemas, lo cual es un punto a favor de las naciones soberanas y los pueblos en lucha.

En ese mismo sentido, el discurso plantea una dura crítica a las “debilidades” de los aliados del Imperio, y los responsabiliza, al menos parcialmente, de los problemas de su propio país: “Durante demasiado tiempo, el pueblo estadounidense fue informado de que los grandes acuerdos comerciales multinacionales, los tribunales internacionales irresponsables y las poderosas burocracias mundiales eran la mejor manera de promover su éxito. Pero a medida que esas promesas fluían, millones de empleos desaparecieron y miles de fábricas desaparecieron. Otros jugaban al sistema y rompían sus reglas. Y nuestra gran clase media, que una vez que fue el fundamento de la prosperidad americana, fue olvidada y dejada atrás, pero ya no se les olvida y nunca más serán olvidadas”.

Como dijera Mao Zedong, y recordara recientemente Saúl Ortega en sesión de la Constituyente, el imperialismo es un tigre de papel. Un tigre, porque es fuerte, agresivo, peligroso. De papel, porque en el fondo y en la Historia es débil, vulnerable, frágil. Todo eso parecen comprenderlo Donald Trump y su entorno extremista, y actúan en consecuencia. “To be continued”.

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