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Caracas se resigna a funcionar con lo mínimo

Hasta 10 mil bolívares cobran por una bombona de gas doméstico en Caracas, Venezuela (foto archivo REUTERS/Andres Martinez Casares)

 

Oscar Yépez dice estar viviendo en carne propia los efectos de reducir al mínimo sus porciones de comida. Perdió 25 kilos en los últimos meses y cambió sus pantalones talla 38 por unos 30. Vive en Los Mecedores, en La Pastora, donde el agua no sale por los grifos desde agosto. Para resolver se va con su carretilla a recoger agua donde puede, en casa de familiares y en su trabajo, publica El Universal.

Por DELIA MENESES

En lo que va de año comprar gas doméstico también se ha vuelto un reto. “He tenido que perder una mañana de trabajo esperando un camión que no llega. Para luego acabar pagando Bs 10 mil por una bombona que está regulada en Bs 50”.

La historia de supervivencia de Oscar se reproduce a todo nivel en Caracas. La capital accidentada es, para muchos, una ciudad que funciona al mínimo y que cada quincena roza el colapso cuando los puntos de venta de los comercios comienzan a fallar y los usuarios pasan hasta una hora en cola para retirar dinero de los cajeros automáticos.

“Hace dos semanas no traje almuerzo, no tenía efectivo y demoré 45 minutos para pagar con tarjeta de débito dos panes dulces. Terminé con dolor de estómago y de cabeza”, comenta Libia Carrillo, quien sufre a diario el colapso del sistema de transporte. Vive en el barrio La Lucha y espera casi una hora en la avenida Rómulo Gallegos para trasladarse hacia el Centro, una consecuencia del déficit de unidades que alcanza el 65%, lo que equivale a más de 16.200 vehículos, según el gremio de transporte.

Cornelio Camacho conoce bien de cerca este drama. Con su camioneta de pasajeros parada desde hace tres meses por falta de cauchos y batería optó por dedicarse a la “mecánica de guerra” en un taller improvisado en Catia. En la Caracas que se mueve con lo mínimo los mecánicos recurren a la pega, el alambre y la candela para reparar cauchos y motores.

El presidente de la Unión Conductores La India (El Paraíso), Nelson Vivas, explica que están afiliados a su línea 225 socios y cada unidad Encava, que son las que ellos utilizan, requiere seis cauchos, lo que da un total de 1350, “pero en el operativo organizado por el Gobierno sólo entregaron ocho cauchos por línea de transporte en Caracas, lo que representa el 0,5% de los cauchos que requerimos para funcionar”.

Otro síntoma de la ciudad que vive al mínimo es el sector comercial que en pleno centro de Caracas languidece pasadas las 5 p.m. En la feria del centro comercial Metrocenter piden a los clientes que abandonen el recinto a las 6 p.m. Piero Fernández, dueño de una zapatería en el bulevar La Marrón, explica que la falta de inventario, la caída de las ventas en 50%, la inseguridad y la escasa oferta de transporte público los obliga a bajar la santamaría antes de que se ponga el sol.

Desde Boleíta, Ricardo Ospina, dueño de una venta de ruedas industriales, es un reflejo de la debacle de esa zona industrial. “Aquí facturamos uno o dos días a la semana, con las ventas a veces ni logramos cancelar el costo de los servicios”.

Según Alfredo Padilla, director de la Asociación de Trabajadores Emprendedores y Microempresarios, de las 12 mil industrias que había en todo el territorio, se perdieron ocho mil lo cual ha devenido en la improvisación de actividades que robustecen el sector informal.

Personas que pasan meses buscando un medicamento, historias clínicas como la de Ramón Rojas, quien aguarda una intervención cardíaca desde hace siete meses en el HUC por la falta de una válvula; madres que no llevan a sus hijos al colegio por falta de comida, son síntomas del deterioro.

Para la nutricionista Valentina García, el hambre adormece la mente y reduce las fuerzas para luchar y protestar, “el ser humano prioriza su alimentación”, dice y agrega que esto puede explicar el sentimiento de resignación de los ciudadanos.

A juicio de María de los Ángeles Peña, psicóloga social, hay cansancio en la población, la capacidad de demanda se está perdiendo. “Como no esperas nada bueno, ya no te sorprende lo malo. Cada quien intenta sobrevivir como puede”.

 

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