JM López / Aljazeera
El río Guaire es el desagüe de la capital venezolana, Caracas. Las aguas residuales de la ciudad se vacían en el río, volviéndolo marrón y llenando el aire con un hedor nauseabundo.
Pero desde que comenzó la crisis económica venezolana, aquí, en este agua llena de aguas residuales, algunos venezolanos buscan un medio de sobrevivencia, una forma de ganar un poco de dinero y alimentar a sus familias.
Cada día, grupos de venezolanos tamizan la basura y los excrementos que han sido arrojados al río con la esperanza de encontrar joyas que hayan caído por el desagüe de alguien y terminado en el alcantarillado.
No es sólo en el río que la gente escarba.
La autopista Francisco Fajardo está justo aguas abajo. Seis personas viven bajo su puente en medio del ruido y el humo de los coches que pasan.
Al igual que muchos otros venezolanos que viven en Caracas, se ven obligados a buscar su comida diaria en la basura.
Al final de la tarde, cuando los supermercados cierran y los restaurantes tiran sus sobras, van en busca de ellas, barriendo a través de los contenedores con la esperanza de encontrar algo para comer.
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