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Gerónimo Figueroa Figuera: Nicolás habla de salarios y el pueblo tiembla

Sin pendejadas, pero la alegría que representa un aumento salarial para los trabajadores de otros países, para los venezolanos es una calamidad y al mismo tiempo una arrechera porque esos aumentos salariales realizados demagógicamente y perversamente sin ningún estudio de la economía nacional, más que favorecer a los trabajadores y su familia, son sinónimos de más inflación, más escasez, más especulación por parte de comerciantes inescrupulosos y menor calidad de vida. Cada vez que Nicolás abre la boca para anunciar aumentos salariales los venezolanos en general tiemblan y al mismo tiempo por arrechera sale a relucir la progenitora de Nicolás.

La vaina está tan, pero tan jodía, que según la organización Cendas, de la Federación Venezolana de maestros, para el mes de diciembre los venezolanos necesitaremos 20 salarios integrales para poder cubrir la canasta alimentaria y como si no fuese suficiente el régimen de Nicolás autorizó el aumento de la tarifa en los servicios de telefonía celular en 700% para todos los planes a partir del mes de noviembre y aunque el teléfono móvil no es alimento, si es un servicio de primera necesidad y de consumo masivo. En los barrios más humildes sus habitantes tienen por lo menos un “vergatario” cuya tarjeta de saldo ahora costara siete veces más.

Nicolás anunció ayer como gran vaina el aumento del 30% en el salario mínimo pero en la contra parte de esa vaina significa aumento el 60% de los precios en los alimentos. Ese aumento anunciado el 2 de noviembre por Nicolás en lugar de provocar alegría entre los trabajadores y venezolanos en general, sin dudas lo que hubo en muchas casas fue un recordatorio de la madre de Nicolás, porque no resuelve en nada la crisis humanitaria que vivimos en Venezuela sino que es mas combustible para la inflación y el alto costo de la vida. Ese 30% significa 33 mil bolívares que solo alcanza para comprar medio cartón de huevos.

El vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Tareck El Aissami, el 19 de octubre en el acto de juramentación del gobernador de Apure, Ramón Carrizales, a todo pulmón dijo que pronto Nicolás anunciaría muchas cosas buenas para los trabajadores, incluyendo un bono hallaquero pero sin especificar el monto. Bueno, la noche del 2 de noviembre Nicolás despejó la duda dejada por los anuncios vagos de Tareck El Aissami, y anunció a todo pulmón como gran vaina el aumento del 30% en el salario mínimo, pero en la mañana el mismo régimen había autorizado 700% en los precios de la telefonía móvil.

Nicolás Maduro creyendo que se la estaba comiendo echando chistes sobre el euro y el bolívar, en el acto donde anunció el 30% de aumento en el salario mínimo, al mismo tiempo dijo que entraba en circulación el  nuevo billete de 100 mil bolívares, y aunque afirmó que ese billete era para completar el cono monetario, no hay ninguna duda que eso es producto que ya con los billetes de 50 mil, 20 mil y el resto hasta llegar al de 100 bolívares, por la inflación es poco lo que podemos comprar con ellos. El nuevo billete de 100 mil solo alcanza para comprar dos pollos congelados en abastos Bicentenario.

Pero, dentro del contexto de toda esa perversidad de aumentos salariales compulsivos y demagogos por parte de Nicolás Maduro que solo sirve como combustible para la escasez, la inflación y el cierre de pequeñas empresas que no aguantan esos aumentos cuando su producción es muy baja, hay una vaina más perversa todavía, cuando hay gobernaciones y alcaldías gerenciadas por opositores al régimen que cuando se producen esos aumentos salariales no pueden cumplir con sus trabajadores porque no reciben el dinero respectivo por parte de Nicolás Maduro. Nicolás jura y perjura que daña a los gerentes, pero a quien jode directamente es a los trabajadores.

En este momento hay gobernaciones y alcaldías que en materia de salario mínimo todavía están pagando 65 mil bolívares cuando el vigente estuvo hasta el 2 de noviembre en 136 mil bolívares y ahora con el nuevo aumento pasa a 177 mil bolívares. Mientras que en materia de bonos de alimentación o cestaticket como la llama Nicolás, esas gobernaciones y alcaldías solo están pagando 135 cuando la vigente hasta el 2 de noviembre era 189 mil, pero con el nuevo aumento llega a 279 mil bolívares. Sin embargo, hay que aclarar que esta situación ocurre no porque gobernadores y alcaldes les da la gana, sino porque Nicolás no les envía los recursos para que puedan cumplir con esas obligaciones.

En cristiano y pocas palabras, los aumentos salariados dados por Nicolás en lugar de favorecer lo que hacen es joder a los venezolanos.

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