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Jesús Castillo: Cumaná, una ciudad llena de historia y desesperanza

La histórica Cumaná, bautizada por Don Arístides Rojas como la Primogénita del continente americano, cumple 502 años de fundada en el más completo abandono. Esta cruda realidad contrasta con aquella ciudad que dejó una huella indeleble en la historia primigenia de nuestra nación. Es un compromiso ineludible que sus hijos no olviden lo que ha significado ese terruño en las páginas doradas de la identidad y evolución de los pueblos de América y tomen conciencia de luchar tenazmente en devolverle su sitial de honor para beneplácito de las futuras generaciones.

La fundación de la sultana del Manzanares es resultado de la visión evangelizadora, desde 1511, de Pedro de Córdoba, Vicario de Santo Domingo,  en la defensa de los derechos indígenas contra los maltratos efectuados por los conquistadores españoles.  Gracias a las Leyes de Burgos, Pedro de Córdoba inicia la más loable labor por proteger a los aborígenes e inculcarle la fe cristiana. Es así que mediante la Real Cédula del 10 de junio de 1513, el referido vicario es acreditado por el reino de España para tocar tierra firme, iniciándose un proceso de asentamiento misional en estos lares. No obstante, después de dos expediciones infructuosas, el 27 de Noviembre de 1515, Pedro de Córdoba por fin llega a lo que hoy se llama Cumaná, junto a varios frailes dominicos y franciscanos, para iniciar su gran empresa evangelizadora y fundar a esta tierra llena de gracia, pero maltrecha por gobernantes inescrupulosos.

De manera que por Cumaná se dieron los primeros contactos de misioneros y la enseñanza en el continente americano. También fue escenario, entre 1520 y 1523, de diversas rebeliones indígenas que enfrentaron el sometimiento y tráfico de esclavos por parte los conquistadores españoles. Han sido emblemáticas las acciones de los caciques Maraguey, Pasamonte, Toronoima y Diego que aniquilaron varios pobladores en respuesta a los secuestros, vejámenes y muertes perpetrados por los conquistadores. Por ello la ciudad tuvo que ser repobladas varias veces. El 20 de enero de 1521 Gonzalo de Ocampo la refunda con el nombre de Villa de Toledo. En 1523 Jácome Castellón la designa Nueva Córdoba, en honor a su fundador. El 1º de agosto de 1562 Francisco de Montesinos instala el primer cabildo y, finalmente, el 25 de febrero de 1569 Diego Fernando de Serpa la bautiza con el nombre de “Ciudad de Cumaná”.

Esta ciudad ha sido testigo de grandes episodios históricos manchados de sangre. Por ejemplo la rebelión indígena el 21 de enero de 1572, en el aniversario del martirio de Santa Inés, que aniquiló a varios militares españoles asentados en la ciudad y donde milagrosamente mujeres, niños y ancianos salvaron su vida por refugiarse en el templo e implorar a favor de su vida. Los indígenas anunciaron su retirada al ver tan conmovedor espectáculo. Desde allí se designó a la virgen mártir como patrona de Cumaná. También este terruño fue escenario de cruentas batallas y luchas por la independencia de Venezuela, verbigracia la Batalla de El Salado el 16 de octubre de 1814, donde Boves derrota a Piar, toma la ciudad y vomita todo su odio contra los moradores, hasta el punto que los pasa por las armas y los acuchilla. Igualmente, la invasión del Falke el 11 de agosto de 1929 que significó la acción libertadora de varios venezolanos en la llamada calle larga (Avenida Bermúdez) para derrocar al régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez, donde perdieron la vida el gobernador Emilio Fernández, el General Román Delgado Chalbaud, el estudiante Armando Zuloaga Blanco-. Allí resultó herido Pedro Elías Aristiguieta, quien fallece un mes después cerca de El Pilar..

La ciudad de Cumaná, igualmente, fue denominada por Arístides Rojas “La Atenas de América” por ser cuna de grandes intelectuales, filósofos y científicos que contribuyeron a su economía pujante. En ella proliferó una gran cantidad de periódicos como en ninguna parte del país. No en casual que haya parido grandes poetas como Andrés Eloy Blanco, José Antonio Ramos Sucre y J.M. Rodón Sotillo. En el campo deportivo también Cumaná se destaca con la hazaña de Francisco “Morochito” Rodríguez, el 26 de octubre de 1968 en México, de ser el primer venezolano en obtener una medalla de oro en los juegos olímpicos. El nombre de Cumaná traspasó las fronteras porque el más excelso de sus hijos, Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, llegó a ser Presidente de Bolivia.

Cumaná es grande en la historia patria. Por ella comenzó la vida política, educativa, cultural y económica de Venezuela. En este suelo se dieron las primeras misas y enseñanzas del español en tierra firme. Se inició el cultivo de frutos provenientes de Castilla y los primeros gritos libertarios contra los vejámenes de los conquistadores españoles. Ella es la primera en el sistema defensivo con la construcción de fortalezas en nuestro continente. Además se iniciaron las primeras investigaciones científicas, las cuales partieron de Europa, sobre flora y fauna, con los estudios del sueco Von Loefling en 1754, luego llegarían los naturalistas Alejandro Von Humboldt y Aimée Bonpland.

En fin, Cumaná es primera en el nacimiento de nuestro continente. 502 años después luce detenida en el tiempo, sin perspectivas de desarrollo. En un estado de abandono sin precedentes. Con sus calles rotas, llenas de basura y aguas putrefactas. Con gente hundida en la desesperanza y el olvido. Con liceos y universidades deterioradas. Una ciudad en bancarrotas donde la pobreza se respira en todo tiempo, mientras los gobernantes de turno se muestran indolentes y disfrutan del erario público. Muchos de ellos juegan con la miseria humana. La ciudad mariscala y marinera no es la misma. Sus habitantes reflejan la tristeza y miseria en sus rostros. Ojalá resurja esa estirpe de hombres y mujeres con conciencia clara, mente lúcida y cultura ciudadana para devolverle la sonrisa a esta tierra que lo tiene todo y es primera en los anales históricos de América.

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