El gobierno, a través del CNE, ha logrado desestimular al ciudadano en el ejercicio del sagrado derecho de elegir a sus representantes, a través del voto. Todas las trapisondas inventadas por las damas rojas que dirigen lo que debería ser el árbitro electoral, ha traído apatía en los procesos electorales. Siente el venezolano que su voto, su intención es desvirtuada, bien por los cambios caprichosos de centros u otras marramuncias que se inventan desde esa institución, otrora tan respetada y seria. La prueba es que a días para las próximas elecciones municipales, un proceso que debía despertar el entusiasmo de la población por que toca muy de cerca los intereses de los ciudadanos, en muchos municipios del país luce sin motivaciones. Es cierto que algunos alcaldes y concejales electos en los últimos años no han llenado las expectativas de los electores, pero existe un grueso número que no sólo trabajan pegados a sus pueblos, sino que los han hecho crecer en todos los ámbitos acordes con las necesidades de cada población. En aquellos municipios donde el gobierno local está en manos del chavismo, la apatía es superlativamente alta, hedida cuenta que partidismo y el fanatismo ideológico han estado por encima de los intereses públicos dejando de un lado la solución de los problemas más inmediatos. En esos municipios hay necesidad de cambiarlos a todos. Por ahora comencemos por los alcaldes. Independientemente de que los principales partidos del país no participan en este proceso, hay necesidad de no ceder los espacios a los que han arruinado al país.
Hay que votar en contra de los candidatos de Maduro y su gobierno. En los municipios donde ha caído la peste roja la burocracia en el ámbito municipal ha crecido de una manera desproporcionada devorando los presupuestos y olvidando las inversiones necesarias para el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos. Un Alcalde, no es otra cosa que el gran conserje, esa figura escogida para administrar los recursos provenientes de los impuestos que deben ser devueltos a la comunidad en obras públicas, seguridad, ornato y todo lo que tiene que ver con un urbanismo capaz de controlar el crecimiento del municipio a través de ordenanzas ,leyes locales, de obligatorio cumplimiento. Aunque mucha gente no lo cree, pero si lo supone, un alcalde es el jefe único de su ciudad y está por encima de la responsabilidad de un gobernador, que no es otra cosa que el representante del Poder Ejecutivo. Una ciudad es el reflejo de su alcalde, por lo cual la escogencia de esa figura debe hacerse con responsabilidad y criterio del ciudadano que, será en el futuro, el beneficiario de su gestión
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