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Sebastiana Barráez: El derecho de llorar cuando se ama

Gobierno. Son los funcionarios que tienen el poder. En el caso del piloto Oscar Alberto Pérez y su grupo Soldados en Franela, se les olvidó que hay un derecho esencial en el ser humano de llorar, enterrar, tocar y hasta hablarle con ternura a quien se ama cuando ha muerto. En ese momento no hay consideraciones más allá que el amor que sentimos por ese ser. Ya al Gobierno se le había olvidado el principio aquel de “gloria al vencedor y honor al vencido”. A lo largo de mi carrera periodística, y en diferentes partes del mundo, he comprobado que el poder está en verdaderos apuros cuando olvida esos aspectos esenciales. Pretendieron enterrar a Oscar Alberto como el delincuente, en la oscura madrugada, obligando a su familia para que no pudiera despedirlo. Otra vez fue usada la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para rodear el cementerio con militares armados y dispuestos a enfrentarse a las viudas, madres, hermanas, hijas y verdaderos hombres que lloraron al ex inspector caído. Pero la verdad es terca, tan terca como el sol que aunque la noche en invierno se empeñe en ser larga y oscura, él siempre sale radiante y caluroso para recordarnos la vida. A Oscar Pérez solo vio enterrar su cuerpo una tía y una prima, porque no lo pudo acompañar la multitud que quería y en cuyo interior creció la rabia. Pero mientras en ese frío cementerio los uniformados frenaban a las mujeres que lloraban, porque querían despedir a su ser amado y le impidieron a la diputada Delsa Solórzano que demostrara allí su solidaridad, en todo el país y les aseguro que en muchas partes del mundo, millones de personas ponían el corazón para acompañar con su luz la ruta que el piloto emprendía hacía la inmortalidad. Ya en ese momento poco importó que el poder enseñoreado haya obligado a enterrar su cuerpo en la parcela más alta, la 42-A, cerca de las antenas de comunicación, del Cementerio del Este de Caracas, haciendo más difícil llegar allí.

 Heiker. Mientras tanto el poder pretendió convertir en héroe al jefe del colectivo Tres Raíces, cuyos seres queridos y seguidores, sí pudieron despedirlo, incluso rendirle honores con ayuda de las autoridades impasibles ante el hecho que la urna de Heiker Vázquez, fuese escoltada por hombres armados y encapuchados. El colectivo fue enterrado donde sus seres queridos quisieron. Los otros, los rebeldes, los terroristas o como el Gobierno quiera llamarlos, no pudieron ser llorados en libertad, no pudieron ser vistos por última vez porque alguien decidió en el alto poder que sus cuerpos inertes le pertenecían al poder de turno.

Andreína. Así la conoció el país después de muerta. Ella es Lisbeth Andreína Ramírez Mantilla. Sus padres, Faride y Ángel Ramírez, son colombianos y llegaron hace 40 años a Venezuela. Ella era estudiante de odontología en la Universidad del Zulia y Técnico Superior en Enfermería. Andreína envió mensajes a su familia antes de morir, confesó su hermana Shirley. “Pidió perdón, dijo que nos amaba mucho y a las amiguitas les envió mensajes de texto en los que les pedía que la ayudaran, que la habían hecho presa. Ella se sintió atrapada pero nunca imaginó que la iban a asesinar. Ella no era ninguna terrorista, era un ángel, tenía una fundación y ayudaba a los niños de escasos recursos con ropa y lo que podía”. Era la pareja de Jairo Lugo Ramos, quien fue sargento de la Guardia Nacional y perteneció al Grupo de Acciones Especiales. Los dos cayeron abatidos, junto a otros cuatro del equipo de Oscar Pérez. Lisbeth Andreína nació en el Táchira. No estaba embarazada como se dijo a través de muchos medios y redes sociales. No le permitieron ser enterrada junto a su marido. A su familia le dijeron, cinco días después de los hechos, que sería el Gobierno quien le entregaría el cuerpo en Táchira y que debían sepultarlo de manera inmediata. Y hubo condiciones: no pueden intervenir terceras personas, incluyendo diputados. El cadáver de la única mujer caída en los hechos fue sacado de la morgue de Bello Monte poco antes de las 2 de la tarde del sábado 20Ene18. Lo llevaron a Maiquetía y lo sacaron en un avión militar por la rampa 4; el avión siguió hasta el Zulia para dejar los cuerpos de tres de los Soldados de Franela (Daniel Enrique Soto Torres y los hermanos Abraham y Jairo Lugo Ramos) y luego siguieron hasta el Táchira. Amigos, vecinos, familiares y periodistas esperaron pacientemente, en el cementerio que está en las inmediaciones de San Cristóbal. El Gobierno se encargó de no dar información precisa. La madre y hermanas de Lisbeth Andreína esperaron hasta que a las 8 de la noche les dijeron que el entierro no era en ese cementerio sino que sería en otro municipio en el sector Caneyes. Otra vez los militares decidieron todo. La familia, entre el llanto y el cansancio, apenas pudo despedir a la joven, porque los militares dijeron que había que sepultarla ya.

Pimentel. Es el otro jefe de los Soldados de Franela. A José Alejandro Díaz Pimentel  y a Abraham Israel Agostini, el gobierno ordenó sepultarlos en las parcelas 26 y 27 del cementerio del Este en Caracas. En horas de la madrugada estaba dispuesto el entierro, pero fue hasta las 10 de la mañana cuando a dos familiares les permitieron pasar. Allí estaban, para convalidar ese arbitrario hecho representantes del Ministerio Público y de la Defensoría del Pueblo. Hasta un sacerdote católico cuando Agostini era evangélico.

Bogotá. Para el momento en que escribo esta columna aun no se ha realizado un Conversatorio al cual me invitaron Venezolanos por la Democracia y Movimiento de la Sociedad Civil Colombiana. Ya les contaré qué apreciaciones surgen de ese evento a realizarse en Bogotá. En Colombia el tema Venezuela es motivo de conversación en muchos sitios. El caso Oscar Pérez ha sido el tema más sonado en los últimos días. He ahí la invitación al evento.

Silencio. Es lo que hay en la frontera, ante las masacres. En el sector El Palotal de San Antonio del Táchira, asesinaron a tiros, en un pool, a cinco personas. Ingresaron cuatro hombres, de esos que se pasean libremente por el pueblo, fuertemente armados. Entraron al pool y dispararon contra varias personas, asesinando a cinco individuos. Los heridos fueron llevados a Cúcuta. De vez en cuando aparece uno, dos o tres personas asesinadas, como si fuera un hecho cotidiano.

Última Hora

-El anuncio de las elecciones puso a quienes se creen presidenciables a correr. ¿Será que creen que con ese REP y CNE tienen oportunidad?

-La brutal inflación arrastra cada día más a los venezolanos a buscar comida en los basureros.

Buesa. Es José Ángel, ese poeta que nos lleva al recorrido del amor y la pasión. Fue él quien un día escribió: “Te vi de pie en la sombra. Junto al lecho vacío/ se oyó un rumor de sedas, como el rumor de un río. / Y yo, como el espejo de aquella alcoba oscura, / yo, allí, solo contigo, reflejé tu hermosura. / Fue un instante, en la sombra. No sé bien todavía, / si eras tú, si fue un sueño o una flor que se abría. / Muchacha de la noche de un día diferente: / yo no envidio tu espejo, ya sé que nada siente”.

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