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María Corina Machado / Entrevista: La presión sí funciona, pero debe tener una dirección política firme

Considera que acudir a un proceso electoral es apoyar a un régimen que se quiere mantener en el poder a toda costa.

Ir a elecciones presidenciales contra el Gobierno de Maduro, frente a la actual Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y un Consejo Nacional Electoral (CNE) parcializado, es una propuesta que rechaza María Corina Machado, dirigente de Vente Venezuela.

Considera que acudir a un proceso electoral es apoyar a un régimen que se quiere mantener en el poder a toda costa.

También critica las acciones de algunos dirigentes de la oposición que piensan acudir a las urnas o sentarse en mesas de negociación. Para ella el único camino para salir del Gobierno es la calle, con rebeldía y presión.

¿Cuál es la ruta? ¿Qué hacer si el camino no es el electoral?

Lo que no vamos a hacer es entrar en el túnel que nos está poniendo la dictadura de “luchar” en sus términos y en sus plazos. La única ruta y estrategia que va a sacar la dictadura del poder es aquella que parte de la organización de toda la fuerza popular alineada con la presión internacional, la cual decidió actuar para llevar a ese punto de presión que obligue a Maduro y a sus mafias a dejar el poder. No hay otra opción.

Lo que ha convocado la fraudulenta Constituyente no son elecciones. En Venezuela hay un narco-Estado y por lo tanto es un narco-fraude. No son elecciones y no serán reconocidas por la comunidad internacional si pretender imponer por la fuerza. Por lo tanto, la dirección política venezolana no puede tener una dirección débil con un régimen que pretende realizar esta farsa para estar indefinidamente en el poder.

Tras el anuncio de Presidenciales en tiempo récord, no ha habido un pronunciamiento contundente de oposición. ¿Qué pasa con Mesa de la Unidad?

La coalición colapsó. Claramente hay distintas visiones de lo que hoy está ocurriendo en el país. Hay quienes creen que no hay fuerzas para enfrentar la dictadura y hay aceptar las migajas -efímeras y ficticias-, que te lancen, y eso fue lo que nos afectó en el momento que teníamos mayor fuerza y gente en la calle, después del 16 de julio (de 2017, cuando se hizo el plebiscito), un sector cayó en la trampa de unas elecciones regionales que no fueron la tal cosa, y ese sector sigue actuando de esa manera, lo que el régimen le proponga lo va a aceptar, incluyendo el reconocimiento de la Constituyente, cuando más de 7.600.000 venezolanos y más de 50 países dijimos que no.

Hay otro sector, y ahí está Vente Venezuela y Soy Venezuela, que estamos convencido de que sí hay fuerzas, que tenemos la fuerza de la gente y hay una reserva moral en la distintas instituciones del país, en la demostración que ha dado la Iglesia de firmeza y claridad en estos días; en las mismas estructuras de la burocracia del Gobierno; en los empleados públicos que se han negado a cumplir órdenes inconstitucionales; y también en la propia Fuerza Armada, en la que hoy una inmensa mayoría de oficiales y soldados repudia este proceso porque saben lo que está en juego en estos próximos días.

Esas dos visiones son incompatibles, porque una entrega la reconoce y la otra es desobediencia total.

Hay un país que exige soluciones inmediatas y una Venezuela que ha estado a la altura de esta lucha, pero que, desgraciadamente, en los momentos claves lo que ha fallado es la dirección política. Me refiero a 2014 cuando estuvimos a punto de lograr con las protestas un avance, otra hubiese sido la historia si no se hubiesen sentado en un diálogo en Miraflores. Lo mismo pasó en 2016, cuando bloquearon el referendo revocatorio y llamaron a un falso diálogo para confundir a la sociedad internacional y disminuir la movilización ciudadana. La presión de la gente sí funciona, pero debe tener una dirección política firme, coherente y trasparente, y eso es lo que hoy la comunidad internacional está esperando.

¿Si la oposición va a elecciones, es posible que la comunidad internacional le dé la espalda?

Sí. Son muy peligrosas esas señales contradictorias y de debilidad que se envían a la comunidad internacional. No saben cuántas veces me han dicho presidentes, cancilleres y parlamentarios “qué difícil es ayudar a la causa venezolana”, porque uno compromete su prestigio y su nombre y después ves una dirección política que se contradice y deja malparado a algunos de estos líderes.

Sin embargo, creo que estamos en otro nivel. Estamos en un punto de no retorno en la actuación de la comunidad internacional. Para todo el hemisferio ha quedado claro que aquí hay un problema creciente y alarmante para la estabilidad y para la seguridad de todo el hemisferio. Cuando hablo de estabilidad, hablo de migraciones incontroladas, esto no se había visto antes y ya hoy se están discutiendo alrededor del mundo la instalación de campos de refugiados venezolanos.

En relación a la seguridad, cuando nosotros hace varios años alertamos que se estaba construyendo una narco-dictadura, un estado criminal, muchos subestimaron nuestros anuncios, pero hoy el mundo tiene claro, identificado y ubicado el tráfico de la droga, carteles y la penetración de grupos irregulares, inclusos guerrilleros de la Farc y ELN en territorio venezolano. Además, involucrándose de otros negocios ilícitos, como la explotación y tráfico de oro y de armas. Guerrillas están operando en el corazón de Venezuela, no sólo en la frontera.

¿Cómo se hace para mover a la gente que viene de tantas decepciones?

Hay que hablar con la verdad, no hay otra opción. A veces me pregunto si esto se veía venir, si esto es un régimen que no va a entregar el poder por las buenas porque son criminales, y por eso nadie me puede sorprender lo que ocurrió en República Dominicana, eso fue una absoluta falsa. Eso se sabía desde antes, pero lo que sí es insólito es que hayamos visto un proceso de seudo -diálogo donde lo garantes tenían posiciones más firmes y más exigentes que quienes -en teoría- representaban a la oposición. Ahí es donde te das cuenta que se ha ido creando una ruptura en la conexión y en la credibilidad de la gente que ha salido en la calle, ha visto cómo la familia se separa, que tiene presos y heridos y esa dirección política que pretende plantear una ruta que termina dándole más oxígeno a la dictadura.

Que nadie se engañe. Aquí hay un país dispuesto a luchar. Esto no es un país entregado, es un país que siente una profunda decepción política, pero Venezuela está organizada. Hemos demostrados a nosotros mismos y al mundo lo que somos capaces de hacer, mira lo que hicimos en 2014, 2015, 2016 y 2017, a mí no me vengan a decir que este no es un país que no tiene fuerza ni organización. La gente te dice “yo arriesgo todo”, pero a la hora de la chiquitica tienes dirigentes políticos que entregan la lucha a cambio de una oferta de cargos que no existen. Así no. Este es el momento de una nueva organización. Estamos articulando jóvenes de la resistencia, de los gremios, a grupos vecinales, a gente que viene de todos los sectores, a trabajadores, sindicatos, amas de casa. Venezuela está que explota

A todo esto debe dársele conducción y mucha fuerza.

¿No teme por su integridad física?

Todos en Venezuela que no estamos dispuestos a bajarle la cabeza a esta dictadura estamos expuestos y corremos riesgos, pero aquí no hay opción. Es momento de darlo todo por Venezuela.

El régimen puede tratar de presentarse guapo y apoyado, pero nunca como hoy se han producido fracturas y divisiones. Los pactos de mafias lucen estables, pero son frágiles porque sus intereses terminan confrontándose, y mucho más cuando se produce la ruina de un país como la que hoy estamos viviendo. Esta es una nación en la que Pdvsa está destruida, se la robaron. Además, han involucrado a la empresa petrolera en actividades criminales. Aquí no hay más plata, los únicos recursos que se están produciendo son de actividades delictivas vinculadas al narcotráfico y contrabando de sustancias prohibidas.

¿Cuál es el rol de la FAN o cuál es el rol que se requiere para el cambio del país?

Acabamos de cumplir 60 años del 23 de enero y, así como en el 58 fue la confluencia de esfuerzos y posiciones tanto de civiles como de militares, estoy convencida de que la transición de la democracia requiere de los ciudadanos civiles y miliares. La FAN y Pdvsa son las instituciones que más destrucciones han sufrido. En el caso de la Fuerza Armada fue intencional. Dentro de la FAN hay plena conciencia de que aquí hay una última oportunidad. Tenemos opciones: o asumen que su rol es reprimir a una sociedad que sale a exigir comida a la calle o se colocan del lado de la Constituían y del pueblo y se niegan a cumplir órdenes inconstitucionales, empezando por este narco-fraude que constituye esta convocatoria de elecciones presidenciales.

Con tantas diferencias dentro de la oposición, ¿ha tenido contacto con los exiliados, los que fueron al diálogo y resto de los sectores?

Sí. Tengo muchísimo contacto con los venezolanos que han sido perseguidos de todas las organizaciones políticas, pero además con muchos compañeros de otros partidos que se sentaron en Santo Domingo y que no estaban de acuerdo y que ahora, con este fracaso, también nos han contactado.

Mucho se ha hablado sobre la necesidad de unidad total. Hoy necesitamos una nueva unidad alrededor de una nueva política y esta es la ruta: el desconocimiento total, la rebeldía, la desobediencia y el mandato del 16 de julio. Hay 7.600.000 ciudadanos que salimos a votar, y hay un mandato claro.

 

¿La renovación del CNE por parte de la AN va a generar algún avance?

Sí. Esa es la ruta de la movilización y del desconocimiento. Si la AN nombra a cinco rectores y esa nueva directiva convoca a elecciones, Venezuela entera tiene claro cuál es el llamado.

Ahora mucha gente dirá “esa Asamblea no lo va a hacer”, pero lo que sí depende de los ciudadanos es la acumulación de fuerzas para fomentar día tras día en todos los rincones que seamos más y más los que nos organizamos en una nueva etapa de lucha, en la que el régimen está aislado, quebrado y fracturado como nunca antes y eso es lo que debemos entender. Nunca han estado tan débiles y nunca habían sido tan peligrosos.

Esa presión internacional no ha logrado los 22 votos en la OEA para aplicar la Carta Democrática a Venezuela, ¿a qué se debe eso?

Es una vergüenza. Hay reconocer el enorme esfuerzo que ha hecho Luis Almagro (el secretario general de la organización) no solo por salvar a Venezuela, sino por salvar a la OEA. Porque si en una crisis como en la que vivimos la OEA no actúa en el marco de la Carta Democrática Interamericana, entonces ustedes me dirán, para qué sirve.

Está claro que régimen cerró su disposición frente a la comunidad internacional avanzar por una vía electoral por los términos que habría ofrecido durante el supuesto diálogo, con lo cual no quiere decir que nosotros descartamos la lucha de elecciones libres y transparente, sino que no nos engañamos.

¿Qué papel tiene la Iglesia católica venezolana?

Creo que ha sido la institución que ha estado más firme, coherente y lúcida. Desde los párrocos hasta los obispos han hablado con una claridad que uno quisiera ver en otros liderazgos. Ellos han sido víctimas en estos últimos días a un ataque brutal, y no bajaron la cabeza, ratificaron sus posiciones, porque entienden que esto es una lucha existencial, no es un tema electoral o político, es una lucha del bien contra el mal y el bien siempre gana.

Versión Final

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