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Arturo Molina: El abismo

La desesperación a lo interno del régimen de Nicolás y su combo, hace estragos en sus compinches. El engaño sostenido y el saqueo a las arcas públicas ha dejado sin guiso a los recién llegados al fiestón y comienzan a sentir molestia por no llenar sus bolsillos en igual condición que lo hicieron los cercanos al poder en los inicios de la revolución siglo XXI.

Las amenazas ya no son en privado. La pérdida de control se patentiza cuando los llamados colectivos se atreven a desafiar públicamente al propio Ministro de la Defensa. Le recuerdan que ellos son miembros de las fuerzas armadas, están organizados y armados. Se habla de muertos, y de los vivos que utilizaron a esos muertos. Se persiguen y privan de libertad. Los de ayer ya fastidian, la cárcel es el destino. Terminado el botín, con la investigación internacional abierta, y los expedientes cada día llenándose de pruebas por delitos diversos, los revolucionarios apean la mula y asumen el grito: “sálvese quien pueda”.

Ya el tintero que moja la pluma para asentar la letra en el papel, no es para informar sobre si el señor Maduro es Colombiano o no, porque está claro que lo es; el dilema se pronuncia ahora por dar a conocer la realidad de la muerte del Ex Presidente Chávez, no solo en la fecha, sino en los actores que indujeron esa desaparición física. Resurgen preguntas con base a su prematura enfermedad y posterior muerte ¿Con quiénes compartía mayormente? ¿Por qué su enfermedad se consolido de tal forma de la noche a la mañana? ¿Por qué viajó tanto a la Cuba de los dictadores Castro, y luego su enfermedad? ¿Por qué se empeño en nombrar como sucesor al señor Nicolás y no a Cabello? ¿De dónde vino tal propuesta y cuál era el interés de concretarla? Tal vez lo que tienen la información guardaron silencio para no desmejorar su interés (ingreso), y quizá así lo hizo la propia familia. ¿Se conocerá la verdad? Hay quienes dicen “entre cielo y tierra no hay nada oculto”, al extremo que el hambre y la miseria impuesta a los venezolanos tiene nombre y apellido: los dictadores Castro Ruz.

Los ciudadanos se mueven con destreza para evadir la persecución del oficialismo. Han aprendido a decir sí, pero la dirección es no. Y la verdad sea dicha, juegan al igual que han jugado con ellos. La desilusión marca pauta en hogares y familias. Los elementos disociadores sembrados por el régimen comienzan a ir en su contra. Lo incomprensible de los revolucionarios siglo XXI es la traición a la patria, generaron su abismo, y en el diccionario aparece así: “es un espectáculo para tristes donde éstos pueden profundizar en el abismo profundo de su propio ser”.

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www.jarturomolina.blogspot.com

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