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Enrique Meléndez: La abstención como recurso

 

La verdad es que yo nunca he considerado un error el no haber participado en las elecciones de 2005. Fue la línea abstencionista que se adoptó en ese momento teniendo en cuenta que había una situación general de sospecha frente a un avasallante Jorge Rodríguez como presidente del CNE, derivado del hecho de que se había perdido un referéndum revocatorio donde se veía a las claras que Hugo Chávez no lo ganaba. Entonces quedó en el ambiente que lo había hecho por trampa; tanto más que hubo un efecto dilatorio frente al mismo cuando debió celebrarse en el 2003, y no se vino efectuando sino un año después, cuando esta gente ganó tiempo; hubo una situación de bonanza que demostró una vez más que en este país no hay ni malos ni buenos gobiernos, sino altos y bajos precios del petróleo; metió la mano un Fidel Castro, que le enseñó a Chávez como repartir plata; a propósito de la idea de la creación del programa de las Misiones Sociales, y así que a raíz de esta situación el venezolano se volvió escéptico en lo que atañe a salir de este régimen por la vía del voto; momento en el que se le veía a Chávez la intención de perpetuarse en el poder.

Entonces se presentan las elecciones parlamentarias de 2005, y en las que las encuestas hablaban de un Chávez que se iba a imponer con una mayoría absoluta; donde apenas le iban a quedar a la oposición 15 diputados, en un momento en que se iba a registrar un 80% de abstención. Es mentira eso que se dice que con esa línea abstencionista se le sirvió a Chávez el país en bandeja de plata.

La verdad es que nadie quería votar frente con un Consejo Nacional Electoral presidido por un hombre que sin disimulo demostraba que era una carta del régimen, y en lo que no elucubraba la opinión pública; pues de allí saldría, a los muchos meses a ocupar la vicepresidencia de la República, pues a la hora de defender al oficialismo, repito, lucía avasallante, incluso, por encima de aquel famoso Francisco Carrasquero; quien, a pesar de ser el presidente del organismo durante el proceso refrendario, el psiquiatra lucía por encima de él hasta desplazarlo por completo y posteriormente ocupar su puesto; es decir, estamos ante el típico secretario político del politburó soviético, como se le conocía en el mundo de la Unión Soviética; el hombre llamado a enfrentarse a las circunstancias, sólo que ese avasallamiento generaba malicias: nada por aquí, nada por acá, y la carta la tiene debajo de la manga; lo que explica entonces ese 80% de abstención en esas elecciones de 2005, y que molestó a Chávez, sobre todo, porque la abstención de ese entonces se trataba de una respuesta política; era una encuesta: el 80% del país no participaba de un evento electoral que consideraba viciado; lo que a la larga llevaría a Chávez a tener que salir de aquel flamante secretario, y como premio de consolación llevarlo a la vicepresidencia de la República; en cuya investidura resultaba tan expresivo, que algunos columnistas lo veían como ese tipo de cantante, que se va quitando parte de la ropa, a medida que actúa, y la lanza al público.

¿Qué iba a hacer la oposición con una Asamblea Nacional en donde sólo iba a tener una representación de 15 diputados? El país quedaba en manos de Chávez, y a la hora de pasar aplanadora, frente a cualquier medida, de las que Chávez propiciaba en aras de su perpetuación en el poder, y que necesitaban la aprobación de aquella corporación, lo hubieran hecho, era una mayoría más que absoluta. Fue el momento, por lo demás, en que cada diputado era electo con el margen más mínimo, que se haya conocido en la historia; lo que significa que allí no estaba representado el país.

De modo que la historia se repite; estamos en un momento de duda, de si participar o no participar en unos sufragios; cuya convocatoria misma ya es ilegal; teniendo presente que fueron convocados por un aparato institucional del Estado; sin ir a un consenso previo entre todos los actores políticos, y en una fecha extemporánea; puesto que, en efecto, para este año estaban establecidos por la Constitución, sólo que para finales de año; que es cuando vence el período que viene ejerciendo Nicolás Maduro, y si fueron pospuestos dichos sufragios, fue porque el CNE no tenía tiempo de programar los software de las máquinas de votación; aparte de que hay dirigentes políticos, potenciales candidatos; con posibilidad de imponerse, que estaban inhabilitados; así como algunos de los más importantes partidos políticos; es decir, programados para ayudar a Maduro a salir del paso; ya que llegó al 2018; luego de capotear diversos eventos políticos, entre ellos, un referéndum revocatorio, por el cual hubiera salido en el 2016, y que es lo que la comunidad internacional no le aprueba; pues en otras condiciones Maduro pierde frente a cualquier otro candidato, teniendo presente que su figura es odiada en varios frentes, a propósito de un gobierno muy desastroso, que ha venido ejerciendo; cuyas consecuencias están a la vista: un pueblo que sucumbe por el hambre.

En efecto, aquí sí se pudiera decir que segundas partes sí fueron buenas; partiendo del hecho de que, si bien en aquella oportunidad la Asamblea Nacional que se eligió en el 2005, a pesar de que fue electa con un caudal de votos mínimos, no quedó deslegitimada, ahora Maduro corre el riesgo de quedar totalmente deslegitimado, sobre todo, una vez que la comunidad internacional desconozca los resultados de esa elección; un hombre que se impone en un evento electoral, como sucedía con Saddam Hussein en Irak, como los Castro en Cuba; es decir, valiéndose de todo de tipo de manipulaciones, con tal de mantenerse en el poder.

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