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Jesús Alexis González: Elección presidencial en “democracia” para ¡destruirla!

 

Iniciemos con una interrogante:Es posible que un régimen autoritario con ambición de poder perpetuo permita un proceso de elección presidencial de carácter universal, justo y respetuoso de las reglas?

No resulta fácil alcanzar una afirmación concluyente, y por tanto una opinión sensata pudiera ser: Es posible (situación que puede o no suceder o ejecutarse basándose en suposiciones) pero muy poco probable (situación que puede suceder basado en pruebas o razones). De igual modo, en cada oportunidad cuando se desea abordar el tema de la democracia, la principal referencia se vincula con la celebración de reiteradas elecciones  al punto que muchos autores sostienen que el sufragio universal constituye el requisito indispensable que debe cumplir un régimen político para ser reconocido como democrático; lo cual se ajusta a la verdad, siempre y cuando la competencia electoral se desarrolle en un todo de acuerdo con determinadas reglas (condiciones formales y sustanciales) de estricto cumplimiento.

Usualmente, se mencionan unas cinco reglas para caracterizar un proceso electoral como democrático, tales como: (1) El sufragio debe ser universal (El registro electoral debe contener solo los electores válidos y en caso contrario o de dudas razonables debe procederse a su depuración; (2) El evento electoral ha de ser equitativo (Cada elector ha de representar solamente un voto a efectos de perfilarse una representación genuina del pueblo; (3) El proceso electoral debe ser libre ( La decisión del voto no debe experimentar interferencias distorsionadoras, que dificulten o impidan la libertad de manifestarse); (4) Han de existir distintas opciones perfectamente diferenciadas (La selección del elector será menos libre cuanto más limitada esté la gama de alternativas, al tiempo de inducir un deseo de NO VOTAR);  (5) Ha de respetarse la dignidad de todas las opiniones políticas ( El principio de “quien obtiene más votos gana todo” no ha de ser una regla soberana en elecciones democráticas,  habida cuenta que ello implica gobernar o legislar para un sector exclusivo de la sociedad anulando la opinión de los “vencidos” en todo tema trascendente para el país, dejando un mínimo de espacio deliberativo para todos aquellos que forman parte de la “corriente ganadora”.

Las elecciones con base en el sufragio universal no se traducen necesariamente en un gobierno con el consenso del pueblo; con el agravante que si se reduce el poder del elector de igual modo se disuelve el nexo entre elecciones y democracia. A tenor de lo expresado, nos permitimos dos citas: (A): “El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los miembros del parlamento; tan pronto como éstos son elegidos vuelve a ser esclavo, no es nada” (Rousseau); (B) Un personaje de la novela El cementerio de Praga ( Umberto Eco) quien afirmaba: “Luis Napoleón Bonaparte, convocará al pueblo a sufragio universal para prorrogar por diez años su poder presidencial y para luego transformar la república en un imperio renovado. Parece que el sufragio universal es el único remedio contra la democracia. Y luego, otro personaje dice: ¿Entienden? ¡Lograr realizar el despotismo gracias al sufragio universal! ¡El miserable ha llevado a cabo un golpe de estado autoritario apelando al pueblo buey! Nos está avisando cómo será la democracia del mañana”.

Ha de tenerse presente, sin duda alguna, que el sufragio universal ha de ser el eje de la participación ciudadana, una verdad de Perogrullo (una cosa tan sabida que resulta tonto decirla) que para el caso venezolano del presente no lo es. Es así, que el abono del camino hacia la destrucción definitiva de nuestra democracia  se evidencia en, al menos, tres hechos concretos: (1) La anulación de la Asamblea Nacional mediante sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (155 y 156); (2) Ilegitima instauración de una Asamblea Nacional Constituyente, como un superpoder sin instancia o norma alguna superior (incluida la Constitución) y obviamente ¡el CNE!; (3) La instauración permanente de un estado de excepción por razones de emergencia económica, vigente mediante prórrogas desde el 14/01/2016.

Reflexión final: Rescatar el sufragio como expresión de la voluntad de los venezolanos, tiene como condición primaria una ruptura tanto de la manifiesta permisividad, como de la externalidad según la cual en la ausencia de “caras nuevas” y la presencia de “viejos partidos” en torno a la MUD (sin negar su cuota de “culpa”) ha de encontrarse la razón de la falta de participación del pueblo, como si un aumento de la pobreza que ya supera el 85% de la población, la falta de alimentos y medicinas, la desatención hospitalaria, un salario integral que apenas alcanza para adquirir un cartón de huevos , y un largo etcétera, no fuesen motivos más que suficientes. Vale recordar, que la CRBV, con horizonte participativo, garantiza el derecho a protestar en forma pacífica tal y como se consagra en tres artículos: Art. 53: “Toda persona tiene el derecho a reunirse pública o privadamente, sin permiso previo, con fines lícitos y sin armas”. Art. 62: “La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo”. Art. 68: “Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley”.

Bajo el amparo constitucional, y en armonía con la instrumentación de una estrategia unificada con la participación de los distintos sectores de la sociedad, ha de enrumbarse una lucha en favor de rescatar la democracia con el fin ulterior (que sigue en el tiempo a otra cosa tomada como referencia) de alcanzar un Estado que dependa de la sociedad; al tiempo de exigir con inmediatez la convocatoria para la celebración de una nueva elección presidencial.

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