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Maryclen Stelling: Clientes o ciudadanos

 

La confrontación política y la crítica situación económica, independientemente de sus causas, afectan tanto la gestión de gobierno como a la ciudadanía y las relaciones entre ambos.

En tanto efecto de la coyuntura político-económica, se observa la consolidación del clientelismo político, definido como un arreglo social, caracterizado por el intercambio entre las redes clientelares receptoras de bienes particulares -bonos, planes sociales, empleo- a cambio de lealtades políticas, con el correspondiente respaldo, apoyo y votos.

Una suerte de beneficioso trueque voluntario de algún tipo de capital económico por uno político. Se fortalece una lógica de incentivos perversos que favorece tanto a políticos, que acuden a estrategias clientelares, como a grupos pasivamente beneficiados por dichas políticas.

Tal arreglo social se sustenta en relaciones que desvirtúan el empoderamiento y la autonomía de la ciudadanía, que actúa bajo la expectativa de protección, asignación de recursos o dispensa de favores. Investigaciones al respecto señalan como otros efectos perniciosos la opacidad que caracteriza la relación clientelar; su condición de paliativo temporal, y, lo que califican de “incapacidad o pocos méritos de la persona beneficiada”.

En consecuencia se produce una dependencia del poder político para recibir privilegios o favores que, a su vez, genera una desigualdad de oportunidades con las personas fuera de la relación clientelar. A nivel societal, se alerta sobre el peligro de que las relaciones clientelares en la gestión pública se constituyan en un componente esencial de la sociedad en cuanto a organizar intercambios, ejercer control, y articular intereses, tornándose en un tipo de dominación política.

Desde la perspectiva de los partidos políticos, se denuncia, como parte del juego político, el desarrollo de relaciones clientelares que tienden a generar entre sus militantes y simpatizantes una trama de incondicionales que se mantiene mientras perduren los beneficios laborales o económicos. Desaparece así la especificidad de los partidos políticos para devenir en redes clientelares.

Desde una perspectiva crítica regional, se denuncian tensiones de la actual coyuntura latinoamericana, advirtiéndose que la democracia popular y protagónica está herida o “colonizada” por el clientelismo.

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