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Román Ibarra: Tarea pendiente

 

Toda sociedad que aspira a la democracia, necesita pesos y contrapesos para alcanzar los equilibrios. La nuestra no es democrática, y es profundamente desequilibrada, desigual, discriminatoria y excluyente.

El signo del gobierno que ejerce en Venezuela desde hace 20 años es el autor innegable de esas condiciones de iniquidad, y salvo breves instantes de lucidez opositora, no ha tenido en general contrapesos que le obliguen a corregir el rumbo de la desgracia en que hoy nos encontramos.

Decidieron según el guión de sus amos cubanos hacia el totalitarismo, y ello es lo que explica el secuestro institucional para someter, aun contra nuestra voluntad, a la población venezolana. No obstante hay que advertir, que la destrucción y secuestro de las instituciones ha tenido la ayuda, por acción y omisión de la oposición, sus inconsecuencias y torpezas.

El abandono de las elecciones parlamentarias en 2005 trajo como consecuencia el entramado legal, judicial, e institucional que tenemos en el país, que solo sirve para el enriquecimiento de la claque dirigente del régimen, y la destrucción social, económica, y moral del conjunto de la población. Y como si ello no fuera evidente, luego también se abandonaron espacios electorales muy significativos como las municipales, las gobernaciones a medias, y nada más y nada menos que las presidenciales del 20M-18, regalándole al comunismo, y la corrupción la suerte de la República, sin ninguna política, sin ninguna respuesta para el día después.

Para decir la verdad, son muchos los egos que predominan en el seno de la oposición, u oposiciones porque hay al menos tres, que impiden la construcción de una verdadera y robusta unidad que con inteligencia y fuerza popular legítima, frene, condicione, y derrote al gobierno.

Ha privado el interés personal, partidista, y hasta la megalomanía de algunos necios que prefieren ver la destrucción del país, si no son complacidas sus apetencias. Como si el país,  las demandas y necesidades de la gente fueran postergables; como si se tratara de contendores democráticos con fecha de caducidad.

No, y mil veces no. Hay que entender que el enemigo es el comunismo representado por el gobierno, y no factores de la oposición, según el gusto de tuiteros radicales, quienes en muchos casos ni siquiera viven en Venezuela.

Lo dramático de la situación es que, aunque mucho se advirtió, los que toman las decisiones políticas en el seno de la MUD, prefirieron dejarse chantajear por la estridencia de tuiteros de la antipolítica, y los laboratorios del G2 cubano, que actuar en consecuencia de su propia política: cívica, pacífica, constitucional y electoral.

Maduro feliz por el regalo gratuito e inmerecido de la Presidencia de la República, y la sociedad toda frustrada, proscrita, olvidada, y muriendo de hambre, con una dirigencia política dividida, inerte, inmóvil, inútil.

La corrupción avanza desenfrenada en todos los sectores de la vida nacional, y la destrucción está al tope de sus posibilidades, sin pudor alguno.

La gente huye despavorida del país porque no encuentra posibilidades de realización en el presente, y mucho menos puede creer en un futuro que, más que incierto, luce imposible en el actual cuadro de realidades.

Frente a ello,  la gente común llena de impotencia y desesperanza, mira con desprecio y a veces hasta con odio al gobierno, y con absoluta desconfianza a la oposición porque la siente incapaz de organizar y articular sus demandas, y aspiraciones.

Con toda razón los dignatarios de países amigos advierten que la comunidad internacional está haciendo su trabajo para el rescate de la democracia, pero que ese es un trabajo esencialmente de los venezolanos. Venezuela se muere, ¡salvémosla!

@romanibarra

 

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