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Manuel Malaver: Maduro y el fantasma del embargo petrolero

 

Es tal el pánico que cruza por la mente de Maduro frente al fantasma de un embargo petrolero que, raras veces lo menciona en las desmesuradas peroratas que, sobre lo humano y lo divino, sostiene a diario en las cadenas de radio y televisión en las que pretenden “comunicarse” con el país.

Tampoco pareciera estar en el visor de los líderes opositores, sea que hayan decidido “hacer su trabajo” dentro o afuera de Venezuela, y para los cuales, luce más pertinente la renuncia, la explosión social, el pronunciamiento militar o la intervención humanitaria que una sanción extrema cuya legalidad y oportunidad generarían tanto apoyos, como rechazos.

Sin embargo, ninguna presión pareciera estar más en la lógica de la continuidad de una política antimadurista que, hasta ahora, solo se ha manifestado en “sanciones” que el embargo petrolero, pues si lo que se busca es rendir al enemigo por una extrema inoperancia (que también podríamos llamar vulnerabilidad o consunción), entonces, nada como afectarle su única fuente de ingresos: las exportaciones petroleras.

Pero no es, únicamente, el detalle de que el embargo luciría como otra “sanción más” -y consecuencia extrema de la negativa de Maduro a restablecer la normalidad democrática en Venezuela-, sino que, cuenta con la ventaja de que solo requiere ser implementado por un solo país, los Estados Unidos de Norteamérica, exclusivo comprador del casi un millón de b/d de crudos que produce la PDVSA del dictador.

De igual manera, no requiere pasar por la aprobación -siempre compleja y de fácil dilación-de multilaterales como la OEA y la ONU, aunque sí por el Senado de EEUU que, dado su mayoritario rechazo al dictador buscará la fórmula para que el ejecutivo y el legislativo lleven adelante lo que se vería más como una medida humanitaria que política.

Quiere decir que la administración Trump vuelve a tener la clave de lo que tiene que hacerse con uno de los experimentos políticos más mounstruosos del planeta, el socialismo de Maduro, pues, sin el ingreso, aun relativamente alto, de un commodity que ayer se cotizaba a 67 dólares el barril, los expropiadores de la comida, las medicinas y los servicios públicos de los venezolanos, pasarían a ser los expropiados.

Con el ingreso petrolero, en efecto, -que es el único producto rentable que se exporta en una ecomomía devastada por el estatismo, el socialismo y la monoproducción- Maduro paga una enorme burocracia mayormente ineficaz, indolente y corrupta, los cuerpos represivos civiles y paramilitares que usa para reprimir y mantener a raya la oposición y a los altos y medianos oficiales de la FAN, con la cual pretende atajar cualquier pronunciamiento militar interno que lo amenace y enfrentar acciones armadas externas producto del acoso que, presume, no tardarán en manifestarse en su contra.

De un remanente de ese ingreso, salen también los poco dólares que dirige para implementar su libreta de racionamiento que llaman CLAP, y los muchos con que subsidia a la siempre ineficiente e inviable economía cubana.

En otras palabras que, con un embargo petrolero el motor de la dictadura se paralizaría, sobre todo en la expresión de su burocracia, los cuerpos represivos, la FAN y sus socios cubanos que pasarían a sufrir las penurias que hoy sufren millones de venezolanos.

Pero lo más importante es que, el conjunto de esa burocracia quedaría como el resto de la economía nacional, como una chatarra inservible y sin capacidad de respuesta para ninguno de los frentes que se le vendrían encima.

Debo subrayar que, comprendo perfectamente que la palabra “embargo” no cuenta con buena prensa y que está muy desacreditada desde que los estadounidenses se la aplicaron a los comunistas cubanos sin resultados aparentes en 55 años, pero debe señalarse que, tramposamente, los castristas lo hicieron aparecer como un “bloqueo”, siendo que, todo el mundo podía comerciar con Cuba, menos entidades del gobierno y empresas norteamericanos.

Sobre todo podía hacerlo, la Unión Soviética, que asumió el costo total de la factura que le significaba tener un enclave colonial a 90 millas de los Estados Unidos, y pudo subsidiar, sin ninguna clase de obstáculos, un modelo que, en todas las circunstancias, se revela ineficiente e inviable pero, básicamente, cuando no tiene un socio rico que le permita sobrevivir aunque sea en la más atroz precariedad.

No sería el caso de Maduro, ante cuyas atrocidades existe un nuevo ordenamiento jurídico internacional y un consistente y casi global rechazo a las violaciones de los Derechos Humanos y ya cuenta con un número importante de países de América y Europa que le aplican “sanciones”, y a las cuales, se sumarían todos los países democráticos contrarios a que dictaduras de cualquier signo pretendan a someter a sus países a sangre y fuego.

Es el caso de este dictadorzuelo payaso y farandulero, sin capacidades ni condiciones mínimas, no digamos para presidir a un país, la junta directiva de un equipo de jugadores de bolas criollas y sin otra calificaciones que ser un agente del G2 en el gobierno de Hugo Chávez, quien, en condiciones de salud agónicas lo nombró su sucesor en una trama de intrigas donde no han faltado las sospechas de asesinato.

Estas, desde luego, complican a Maduro y Raúl Castro, los cuales, con lealtades del tipo de Diosdado Cabello, Wladimir Padrino López, Néstor Reverol y los hermanos Rodríguez avanzan en la comisión del genocidio que expulsaría de Venezuela a más de la mitad de su población y sometería por hambre, enfermedades y condiciones de vida infrahumana al resto que no estaría en condiciones de marcharse.

Es una réplica de la limpieza ideológica y de clase que ya lleva 55 años perpetrándose en la patria de Marti y que, para construir la dinastía familiar de los Castro que ya va por casi medio siglo, destruyó la que fue una de las sociedades más prósperas y de mayor empuje del Caribe y Sudamérica.

No pretenden Maduro y su jefe Raúl Castro hacer otra cosa en Venezuela, ya sea transformándolo en un país en ruinas por las exacciones que en materias primas, dólares líquidos, pagos por presuntos servicios y tecnologías debe hacer a los pulpos de está excolonia soviética que sobrevivió a la caída de su madre patria para pegarse ahora como sanguijuela de un expaís libre al que, sorprendentemente, han colonizado.

Y que cuenta con los remanentes de las Fuerzas Armadas de Cuba y de la guardia pretoriana en que convirtieron a las Fuerza Armada Nacional para contener la ofensiva que, continuas y diversas avanzadas, se han propuesto para no permitir que en América latina se vuelva a perpetuar una nueva Cuba.

Entre esas avanzadas está el embargo petrolero, aunque no lo citen ni portavoces del gobierno ni de la oposición, pero que pienso está en la lista de las medidas extremas, pero viables, que se tienen en agenda para ponerle fin a la hórrida dictadura madurista.

 

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