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Gehard Cartay Ramírez: Por muchísimo menos

 

En efecto, por muchísimo menos que esta colosal tragedia que hoy sufrimos los venezolanos, los que hoy mandan “justificaron” entonces su intentona golpista del 4 de febrero de 1992.

Aquella fue una actitud hipócrita, cobarde y de desconocimiento a la voluntad popular, mediante la cual una logia de conspiradores “iluminados” se creyeron portavoces de todos, sin que nadie los hubiera autorizado en tal sentido.

Lo cínico de todo este asunto es que, ciertamente, si se aplicaran los criterios con los cuales aquéllos felones encabezados por Chávez “justificaron” su golpe de Estado de entonces, hoy sobrarían razones para hacerle lo mismo que ellos le hicieron al gobierno de CAP.

Sólo que ahora la oposición mayoritaria es democrática y apela a los mecanismos constitucionales para cambiar al régimen. Por supuesto que este -que no es democrático, sino abiertamente dictatorial- bloquea cualquier salida pacífica al efecto.

¿Cuáles eran esos razonamientos de los golpistas encabezados por Chávez y publicados en la prensa nacional el 24 de junio de 1992? Todos eran de orden político, por cierto. No hubo ninguno de carácter social o económico, lo que revela que no existía entonces el drama social y económico que hoy nos golpea a casi todos, o eran temas que, por lo visto, no les interesaban a los golpistas. Porque lo suyo siempre ha sido el disfrute de poder y, como se ha demostrado en estos casi 18 años, sólo para satisfacer sus concupiscencias y deseos de enriquecerse y permanecer allí de manera vitalicia.

En todo caso, aquellos felones intentaron “justificar” su crimen apelando a las siguientes “razones”: 1) Que el gobierno de Carlos Andrés Pérez “había devenido en una dictadura, que como tal se arroga todos los poderes del Estado”. Ahora es peor que lo que entonces le enrostraban al gobierno de CAP. 2) Que era necesario “asegurar la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y las Leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación”. Ahora es peor, pues usan la Constitución como papel tualé. 3)  Otra razón era que el gobierno de CAP “violaba de manera diaria y sistemática la Constitución y las Leyes que juraron cumplir y hacer cumplir”. Ahora es peor, con la diferencia de que los golpistas que mandan han llegado al colmo de violar a su propia hija: la mal llamada “Constitución Bolivariana”.

Hoy la crisis que sufrimos es peor que la de entonces. En aquella época, como durante toda la República Civil entre 1959 y 1999, había comida abundante. No había escasez, desabastecimiento o racionamiento, como ahora sucede por desgracia, mucho menos gente pasando hambre como ahora. Si se tenía con qué se compraba de todo, entre diversas marcas y productos, sin hacer las humillantes colas de hoy día, sin captahuellas o días de semana para hacerlo y, por supuesto, a precios muchísimo más baratos que los de hoy.

No había tanta inseguridad. La inflación existía, pero era insignificante si se la compara con la de hoy, la más alta del mundo. Los servicios públicos, sin ser una maravilla, funcionaban mejor que los de hoy. Ciertamente, sin decir por eso que vivíamos en el mejor de los mundos, lo cierto es que no padecíamos este infierno en que nos ha metido el castrochavomadurismo en estos casi 20 años de su régimen.

En aquella Venezuela de la mal llamada Cuarta República (1959-1999) no existía el odio entre los venezolanos por razones políticas, como ahora lo ha impuesto el actual régimen. No se utilizaban los tribunales de justicia para inventar delitos y poner en prisión a los líderes opositores. Se respetaban las diferencias de cualquier tipo, los adversarios conversaban y podían llegar a acuerdos en función del país. Y la Fuerzas Armadas estaban al servicio de la Nación y no de una persona en particular, ni una parcialidad política alguna.

Y es que ni siquiera cuando se produjo el alzamiento subversivo de la extrema derecha y la posterior subversión terrorista y guerrillera de la extrema izquierda castrocomunista en los años sesenta hubo tanto odio desde el poder contra los adversarios, como sucede desde 1999. Todo lo contrario: luego de derrotadas militarmente las guerrillas, la política de pacificación ejecutada por el presidente Caldera incorporó a sus líderes a la lucha democrática y el país disfrutó varias décadas de paz y tranquilidad.

Muy pocos pensaban en emigrar de aquel país, por no decir que nadie. Venezuela siempre fue un país abierto a los emigrantes, pero nunca sus nacionales emigraron a otras partes buscando oportunidades. Y la única vez que lo hicieron unos cuantos miles, fue bajo la conducción de Simón Bolívar para luchar por la independencia de buena parte de América del Sur.

No deja de ser cínico que ahora el país esté peor por culpa de aquellos golpistas que se alzaron contra la democracia en 1992 criticando -y “justificando” con ello sus crímenes de entonces- todo lo que ellos mismos han empeorado, una vez llegados al poder en 1999.

Han resultado unos grandes hipócritas y traidores a sus propias ideas.

@gehardcartay

 

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