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Maduro critica los lavapocetas pero se quiere apropiar de las remesas que envían

 

El presidente Nicolás Maduro sigue sin entender el país que habita. Ni siquiera logra descifrar el pedacito de terreno donde vive porque, a decir verdad, del país completo poco se ocupa si nos atenemos a las inundaciones desatendidas en varios estados del sur o la falta de luz que agobia a tantos otros.

Elizabeth Fuentes 

Tan no entiende nada todavía, que nuevamente recurrió a la triste metáfora de los lavapocetas en el exterior para burlarse de la tragedia de los millones de compatriotas que se han ido del país huyendo de todos los males que ha generado su gobierno. Y lo hace precisamente al día siguiente de que lanza sus recientes ideas para recabar los dólares que necesita con urgencia y que se han ido por la alcantarilla de la ineficacia y la corrupción chavista: vender lingotes de oro en dólares y apropiarse de las remesas que provienen del exterior a través de las casas de cambio autorizadas.

Y aquí es donde vendría la gran pregunta al presidente Maduro: ¿Quiénes mandan las remesas que el gobierno quiere para sí? Los lavapocetas, tamaña ironía. O los “esclavos económicos” como también ha dado en llamar a quienes huyen de su gobierno para trabajar y vivir y comer y estudiar en otro país sin que nadie se los impida.

“No puede ser que algunos venezolanos se han ido a lavar pocetas al exterior, lo digo, aunque le duela al que le duela, se han ido como esclavos económicos al exterior porque escucharon hay que irse del país”, dijo Maduro nombrando de paso la soga en la casa del ahorcado porque ¿cómo se podría llamar el chantaje de las cajas CLAP o el Carnet de la Patria? Esclavismo político, esclavismo económico, así de simple. El gobierno regala un Carnet a quienes considera sus esclavos porque solo mediante esa identificación esclavista, la gente podrá recibir las cajas CLAP, para medio comer, y las pensiones y los bonos donde les depositan el dinero, siempre y cuando quienes posean ese carnet voten por sus amos en las elecciones.

“A todos los que quieran regresar del esclavismo económico, yo les hago un llamado: dejen de lavar pocetas y vengan a vivir la patria”, repitió, buscando que le vuelvan a responder que sus sobrinos, presos por narcotraficantes, también lavan pocetas pero en la cárcel.

No toma en cuenta Maduro que si los millones de venezolanos se regresaran a la patria, el gobierno se las vería más negras aún porque el presidente le ha pedido a los jóvenes que Vuelvan Caras, justo cuando el BCV y Sudeban le quieren poner las manos a esos millares de dólares que ingresan mensualmente al país gracias a ellos, a los lavapocetas, a los esclavos económicos, como llama peyorativamente en cadena nacional a quienes trabajan y cobran por eso, algo que al alto gobierno le resulta complicado entender.

Y todo esto sin descontar que quizás algunos de esos dólares que se ganan los venezolanos trabajando en el exterior podrían ser destinados a comprar los lingotes de oro que el gobierno necesita vender desesperadamente, tal como lo demuestra la campaña feroz que han realizado para que ahorremos en oro. Sin decir, por supuesto, que esa compra ayudaría a sostener el gobierno de Nicolas Maduro.

Pero Maduro sigue sin entender la relación trabajo-ganancia, el error común en esa nueva tendencia criolla que podríamos bautizar “la izquierda floja”, conformada por personas que nunca en su vida han trabajado y saltaron de hacer nada a dirigir ministerios, alcaldías, partidos políticos y empresas expropiadas y aun hoy siguen creyendo que solamente hablando pistoladas van a producir ganancias y levantar un país.

Si lo dudan, revisen el reciente plan económico del PSUV, más trágico que lavar pocetas a diez dolares la hora.

 

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