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Rubén Contreras: La Coromoto y la Virgen del Valle: celebraciones marianas en Naiguatá en 09-2018

 

Reporte Católico Laico

Naiguatá, o Naiguatar en la lengua de los aborígenes y de allí el gentilicio de naiguatareño, en el estado Vargas, es un pueblo de hermosas tradiciones, fiestas y acendradas devociones. En el mes de septiembre se celebran dos advocaciones marianas. Una de ellas, de gran trascendencia para todo el Litoral Central, es la de la Virgen aparecida en Naiguatá al indio Coromoto a mediados del siglo XVIII en una piedrecilla que se conserva y venera como una reliquia de gran valor espiritual. La otra celebración es la de la Virgen del Valle, la patrona de la Isla de Margarita, el estado Nueva Esparta y todo el oriente de Venezuela incluida gran parte de la Guayana, una veneración que se ha extendido a las costas de Miranda y Vargas así como con gran fervor a las comunidades de los cumanagotos en la zona de Píritu.

La Virgen de Naiguatá aparecida al indio Coromoto es objeto de una gran devoción, a veces confundida su iconografía con la de la Virgen de Coromoto de Guanare, la Virgen llanera que es además la patrona de Venezuela. Para las fiestas de 2018 el párroco de Naiguatá, el padre Alberto Castillo, tomó la decisión junto con varios miembros y colaboradores de la comunidad parroquial y el visto bueno del obispo de la diócesis de La Guaira, monseñor Raúl Biord Castillo, de celebrar el día 8 de septiembre a la Virgen de Naiguatá y posponer la celebración de la Virgen del Valle para el domingo 9. Los días anteriores a la fiesta, la reliquia de la Coromoto de Naiguatá fue llevada a diversos sectores de la parroquia.

Desde Caraballeda la noche del viernes 7 partió una peregrinación, organizada desde hace más de medio siglo por la entusiasta dama doña Carmen Corro, descendiente de antiguas familias naiguatareñas. La peregrinación arrancó con más de medio centenar de romeros, hombres y mujeres de todas las edades, animados por los incesantes cánticos y oraciones de Jesús Medina y Jesús Curvelo, ambos jóvenes naiguatareños también. La imagen de la Virgen de Coromoto de Guanare era llevada en andas y se detenía en las casas de ancianos fieles que por razones etarias o de salud no podían sumarse a la procesión. En el camino, la imagen de la Madre de Dios se paró en la muy antigua iglesia de Caraballeda y entró a saludar a Jesús sacramentado. La peregrinación continuó luego por la carretera, a la orilla del mar, perfumando la brisa marina y el rumor de las olas hasta llegar, por fin, al amanecer, a Naiguatá.

El custodio de la Virgen Dany Merentes y su esposa, la siempre diligente Yerusca Pérez, junto a otros feligreses y jóvenes de la parroquia se esmeraron en ornar el templo parroquial de san Francisco de Asís, la iglesia de arriba, como se le conoce, para la solemnidad de la Madre del pueblo naiguatareño. A las 7 a.m. del día 8 de septiembre el padre Alberto celebró la misa de los peregrinos y luego a las 9:30 a.m. la misa solemne, amenizada por el grupo musical “Nuestra Herencia”. Como parte de las ofrendas se hizo entrega a la parroquia de los alimentos recolectados por la comunidad para el comedor parroquial que atiende a niños y ancianos.

Antes de iniciarse la misa, un grupo de niños escenificó la aparición de la Coromoto en Naiguatá, representación preparada con esmero por el morocho Denis Díaz, integrante de los movimientos juveniles de apostolado de la parroquia. Concluida la celebración litúrgica, por celebrarse ese día la natividad de María, festividad que fue introducida en la liturgia en la alta Edad Media, se le cantó a la Virgen el cumpleaños en medio de un gran alborozo popular. Con razón el Hermano Nectario María (La maravillosa historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare. Caracas, Editorial Venezuela, 1942, 2ª ed., p. 159) documentó que desde el siglo XIX, al menos, en Naiguatá se celebraba una “rumbosa fiesta” a la Virgen.

Seguidamente se hizo una exposición sobre los adelantos de una investigación que lleva adelante el Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas junto a la comunidad naiguatareña sobre los orígenes de la veneración a la Virgen de Naiguatá y los progresos que el M. Sc. Enrique Cubero Castillo ha hecho en los arqueos documentales para su tesis doctoral sobre la historia eclesiástica de Naiguatá, en el marco de la referida investigación. Más tarde, en el muro exterior de la casa de la señora Beatriz Borregales, se bendijo e inauguró un mural en homenaje a la Virgen de Coromoto.

Por la tarde, a las seis y media, se dio inicio a la procesión de la reliquia por las calles de la población. La imagen se detenía en los altares preparados por los devotos y en las casas de los enfermos que imploraban de la Virgen (“tierna madre de Naiguatá”, como reza el himno que le dedican los naiguatareños) la salud y su intercesión. Luego, en la plaza, se le rindió un homenaje a la Virgen. Se le cantó el himno nacional interpretado al unísono con un repique de campanas y luego el “Alma Llanera”. Las danzas en homenaje a la Virgen fueron preparadas por el profesor Manuel Montañez seguidas por las intervenciones de “Los Parranderos de Naiguatá” y “Los Antaños de Naiguatá”, agrupaciones musicales naiguatareñas y en el día también hubo un homenaje a cargo de “Danzas Naiguatá”, actos todos que fueron posibles gracias al apoyo de la alcaldía de Vargas y en particular del alcalde José Alejandro Terán.

Se debe destacar que en todos los actos, incluidas las misas, la reliquia estuvo siempre escoltada por Eduardo Jesús Díaz, vecino de El Tigrillo (población ubicada entre Caraballeda y Naiguatá, antes de llegar a esta última), y quien desde hace más de dos décadas acompaña a la Virgen en representación del indio Coromoto. El señor Díaz iba descalzo, con guayuco, collares y plumas, arco y flechas, con una sorprendente por edificante reverencia y actitud mística que invita a la veneración de la Virgen.

La imagen de la Virgen del Valle visitó a la Virgen de Coromoto de Naiguatá en hombros de los miembros de la Asociación de Pescadores durante la misa solemne del sábado 8. El domingo 9, a las 8 a.m., en la playa, se celebró la misa de la Virgen del Valle, en presencia de la reliquia de la Virgen de Coromoto de Naiguatá que de esa manera les devolvía a los pescadores la deferencia del día anterior. Cohetes y música subrayaban el carácter festivo y la algarabía de los naiguatareños, su devoción y místico abandono en las maternales manos de la Virgen en las advocaciones de Nuestra Señora de Naiguatá aparecida al indio Coromoto y Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo, estrella matutina y torre de marfil. Concluida la misa la reliquia de la Virgen de Coromoto naiguatareña fue llevada en procesión por la avenida José María Vargas, la calle Coromoto, el barrio San Antonio y la calle del Río hasta llegar a la gruta de la Virgen de Coromoto y seguir hasta la calle La Planta.

Guaruras y orquídeas de la montaña para la Virgen de los indios y afrodescendientes de Naiguatá, perlas y estelas en la mar para la Virgen marinera en una Venezuela que necesita, como nunca antes, aferrarse a sus tradiciones y creencias.

Nota: Mi agradecimiento más profundo a Yerusca Pérez por su apoyo para la redacción de esta crónica. Que la Virgen la bendiga.

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