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Trata a tus hijos como te gustaría ser tratado y no te equivocarás

 

Apaga sus miedos, pon nombre a esas emociones que ellos no saben expresar, regálales tiempo, enciende sus sueños y hazles sentir como lo que son, las personas más valiosas de tu mundo.

Resulta curioso como a día de hoy, muchas madres y padres ven la crianza con un poco de miedo. Leen manuales de educación, se instruyen en las últimas teorías y buscan respuesta a cada problema en Internet o en esos amigos -padres o no- que se alzan como auténticos gurús en temas de crianza. Esos papás se olvidan en cierto modo de escuchar algo mucho más valioso que todo esto: a su instinto natural.

Un niño no quiere gritos ni entiende de reproches, tu hijo merece ser tratado con el arte de escucha, la paciencia y la grandeza del afecto. Porque a los niños no hay que “domarlos” hay que amarlos.

El instinto de una madre o la capacidad natural de un padre a la hora de intuir las necesidades de sus propios hijos es sin duda la mejor estrategia a la hora de educarlos. Los niños llegan al mundo con una bondad innata, así que merecen ser tratados con respeto para salvaguardar esta nobleza de corazón, atendiendo con naturalidad y sin miedo cada acontecimiento que nos traiga el día a día.

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Un niño debe ser tratado con afecto y sin miedos

Hay madres y padres que temen fracasar en su papel como progenitores. Piensan que puede ser una tragedia no poder darles la mejor fiesta de cumpleaños, no encontrarles plaza en el mejor colegio o no poder comprarles la misma ropa de marca que llevan sus amigos en el cole. Aspiran, de algún modo, a ofrecerles a sus niños aquello que ellos mismos no tuvieron.

Queda claro que cada uno es libre a la hora de elegir cómo educar a un hijo, pero a menudo se nos olvida cómo son los niños y todo lo que acontece en su interior. Nos aferramos en pensar en todo lo que debemos ofrecerles sin descubrir primero qué necesitan realmente: a nosotros mismos.

  • Un niño no es un adulto en miniatura, es una persona que necesita entender el mundo a través de ti y con tu ayuda.
  • Un niño actúa siempre por necesidades y no por manipulación o malicia como los adultos. Hemos de ser intuitivos ante esas demandas.
  • Un niño debe, por encima de todo, ser tratado con afecto. Nuestros hijos no necesitan pues ropas de marca o juguetes electrónicos con los que jugar en soledad. Necesitan tu tiempo, tu ejemplo, tus abrazos de buenas noches y tu mano a la que entrelazarse para cruzar la calle.
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