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Luis Fuenmayor Toro: Las cosas en su sitio (II)

Hace unos meses escribí un artículo de nombre similar, en el que me referí a conceptos económicos básicos, que son manejados en forma alegre por funcionarios gubernamentales y sus fanáticos hinchas, así como por los integrantes de la MUD y sus también exaltados partidarios. Hacia el final del artículo, le cargué la mano más al Gobierno porque es quien, con mayores recursos y posibilidades, puede engañar a la gente con argumentos traídos por los cabellos, mediante su control casi total de los medios audiovisuales. Hoy quiero continuar esa tarea.

Algunas personas bienintencionadas dicen que deberíamos regresar a cuando éramos un pueblo educado. Si por educado se quiere decir no grosero ni vulgar, podría estar de acuerdo, pues la grosería, la vulgaridad y el lenguaje soez, se han desatado en estos 18 años estimulados desde el alto Ejecutivo, tanto con Chávez como con Maduro. Chávez agredía verbalmente a sus adversarios y muchas veces dijo que “se metieran sus opiniones por dónde les cupiera”. Hecho público y notorio que me evita argumentar más.

Ahora, si por pueblo educado hablamos de gente instruida, no existe ninguna diferencia entre el pasado adecocopeyano y el presente chavecomadurano. La escolaridad promedio del venezolano en 1998 era de 5 grados, mientras hoy es de unos 7 grados, pero con un año escolar que no pasa de los 140 días de docencia efectiva, muy lejos de los 200 días obligatorios, lo que hace similares los 5 grados del pasado con los 7 del presente. En el caso de la instrucción pública volver al pasado no es ningún avance.

Otras opiniones que no tienen sustento son sobre la existencia en el país de grandes fortunas hechas con trabajo y esfuerzo privado. Sin desmeritar los esfuerzos que muchos o pocos hayan hecho, la mayoría, si no la totalidad de estas fortunas, han sido hechas a la sombra de negocios con el Estado. Y esto no es extraño en un Estado que, desde hace un siglo, tiene grandes recursos derivados de la venta de una materia prima de gran demanda en el mundo entero. Sólo en negocios con el Estado pudieron los inversionistas privados del país hacer las grandes fortunas que hoy ostentan.

Otra falsedad repetida, por quienes ya se ven cera de la teta petrolera, es que en la PDVSA adeco copeyana sólo valía la meritocracia. Sin quitarle méritos a quienes los tenían en los niveles por debajo del directivo, fue esa PDVSA la que inició el contrabando de extracción de 150 mil barriles diarios de crudo; fue en ella donde se creó la especie de que en la Faja no había crudo sino bitumen, la que siempre compró en el extranjero la ciencia y tecnología que necesitaba, la que no se planteó el desarrollo industrial petroquímico ni químico orgánico, sino sólo la venta de materia prima, y la de la apertura desnacionalizadora, que Chávez luego profundizó y Maduro extendió al sector minero. La de directivos accionistas de grandes transnacionales, la de la caja negra, la de un Estado dentro del Estado. Que hoy sigan los mismos y haya nuevos vicios no excusa a quienes en el pasado la mal administraron.

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