Una de ellas fue la observación del Libertador, aguda desde luego, cuando nos condenó a ser sujetos cuarteleros, mientras que dedicó a los colombianos el respetuoso calificativo de “universidad”. A los ecuatorianos, venidos a menos con la conquista, Bolívar les dedicó el mote de “convento” que supongo enfureció a Manuelita Sáez, ahora elevada a generala de nuestro Ejército.
Sobre este calificativo del Padre de la Patria yo objeto que la respuesta del estamento político -y de sus seguidores- oficialmente representado en la ANC y la AN, no parece cuadrar con aquello de “Venezuela es un cuartel”.
Nos ha amenazado con invadir la principal potencia del planeta y ni los unos ni los otros aparentemente han tomado la cosa en serio: ¡De haber sido así media Caracas estaría hoy día vacía y sus habitantes habrían iniciado una emigración hacia sitio seguro, donde no vayan a caer las bombas de míster Trump! ¡De ser así, en Cúcuta estarían creciendo exponencialmente las filas de venezolanos, pero no para recibir una sopa caritativa, sino más bien instrucción militar a cuenta del diputado Requesens que hace poco pidió en Miami que nos invadieran aunque ahora se lava las manos!
Nada de eso ha sucedido y aún cuando míster Trump más que político o guerrero es un negociante las veinticuatro horas… no por ello debemos dejar de creer en sus amenazas.
Pero viendo la cosa con detenimiento lo que se nota es la falta de una oposición seria que sea capaz de frenar con sus políticas, no con sus charlatanerías, el empobrecimiento generalizado que fomenta la desestabilización en países vecinos, con tanto compatriota vagando, sin dinero y sin trabajo.
Ese éxodo es lo que le molesta a míster Trump pero la solución no puede salir del gobierno y menos de la actual oposición… ¡hay que construir otra cosa!
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