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Jesús A. Rondón: Aprender de los que se van

Una de las escenas del paisaje contemporáneo en Venezuela que se comunican con fuerza son las despedidas de nuestros connacionales que emigran. Se van por los medios que su bolsillo le permite, argumentado fundamentalmente razones económicas, dicen que “no se gana para vivir como antes”; y se dibujan un retrato nefasto del futuro como país. Dicen que huyen de la escasez, la incertidumbre y la diatriba política que ha caracterizado este último lustro. Los que se van renuncian a sus empleos, a sus carreras y están dispuestos a trabajar o a hacer lo que sea, “para tener un futuro”.

En las familias, los que quedan se cuentan las anécdotas de los que se fueron, se da parte del desarraigo que experimentan y de las otras carencias que encontraron en su destino. Se habla del cambio que viven, ahora disponen de anaqueles llenos y soledades, jornadas largas de trabajo y bajos salarios, alquileres y caseros, entre otros temas.

En las redes sociales se tejen lazos de solidaridad entre los expatriados según el territorio, se ponen a disposición respuestas para los postulados a irse, se construyen los mitos del éxito de la emigración y poco espacio ocupan las penurias, los fracasos y los testimonios de los que están de vuelta. En los medios nacionales se pueden leer algunas crónicas y en los de los países donde han ido reportajes que da cuenta de la xenofobia de la que son objeto los venezolanos y las venezolanas y de sus excesos.

Esto que acaban de leer les es familiar a los venezolanos y venezolanas, puesto que lo que intento resumir es lo que en la sociedad se escucha reiteradamente, que algunos denominan: el discurso del éxodo. Ahora bien ¿Qué conocemos sobre la emigración en Venezuela?, ¿Cuáles son sus causas?, ¿Qué caracteriza la emigración hoy?. Como se hecho hábito en tiempos de post-verdad, se especula sobre el tema, se guarda silencio desde el Estado y se convierte el tema en objeto de disputa política.

Reinaldo Iturriza en su artículo “La migración en Venezuela: un pasaje de ida y vuelta”, uno de los pocos escritos analíticos sobre el tema, afirma que la emigración en Venezuela no es un fenómeno nuevo, y que de acuerdo con datos proporcionados por Naciones Unidas “describe una tendencia lineal, registrando incluso una baja en el último quinquenio (2010-2015)”. En nuestro país vivimos un par de burbujas petroleras que nos permitió acceder a ciertas certezas que no nos invitaban a salir a otros derroteros.  Llegamos luego a donde ya habían llegado por distintas razones nuestros países hermanos, de los cuales nos convertimos en receptores durante décadas. Nuestro país siempre ha sido un crisol y en este se han fundido colombianos, españoles, portugueses, italianos, peruanos, ecuatorianos y otras tantas nacionalidades.

Hoy somos mayoría los que elegimos seguir construyendo este país, en su territorio y parte de lo que necesitamos es aprender de los que se van, tener una mirada analítica y comprehensiva de la emigración. Este desafío supone que la migración sea objeto de estudios que permitan contar con aprendizajes tempranos y sustenten una política pública acorde, que entre otros aspectos contemple planes de vuelta a la Patria. Los países  que han experimentado esta situación aplican medidas actualmente en esta materia, a partir de aprendizajes tardíos y estos también puede ser una referencia que nos sea útil.

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