Un discurso fatuo y prepotente, pero sobre todo fascista, que niega la reconciliación y la paz. Habla la voz de la corona (una corona oxidada y ahistórica) y, previo al día del referéndum, se dieron tantos hechos en contra del pueblo y el gobierno de Catalunya que se avizoraba lo que ocurriría el domingo. La represión contra la ciudadanía fue brutal. Hombres, mujeres, ancianos, niños, jóvenes, sin piedad, fueron agredidos.
Estas acciones, globalmente vistas, dejan bien lejos a un gobierno, el de Rajoy, fiel seguidor del pensamiento de la realeza, del franquismo y del PP. El Gobierno no tuvo que quitarse la máscara para dar luz verde a la represión contra el pueblo catalán, ya que es intrínseco a él y lo había demostrado antes en otros episodios de confrontación.
Catalunya tiene 100 años luchando por lograr su autonomía. Al igual que el País Vasco. Andalucía y Galicia. Rajoy se la ha jurado a los catalanes, como dice él, “debo salvar a España de los separatistas, por Dios, por la patria y el rey”. El pueblo catalán ha militado en una resistencia pacífica y activa. El Gobierno sancionó a los alcaldes que se pronunciaron a favor del referéndum y activó –inaudito- un bloqueo informático a todas las páginas que hablaron por Internet a favor del mismo (para frenar el voto telemático).
Catalunya guerrea por instituciones democráticas de autogobierno (es lo que implica el estatuto de autonomía), desde 1919, y ha tenido variaciones en el tiempo. El gobierno catalán y el “comando de operaciones de la resistencia” lucharon para llegar a la realización del referéndum. Contra la feroz persecución del Gobierno español hubo dos millones de votos en favor del Sí. La lucha continúa.