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Edecio Brito Escobar: Sin salud pública y también con una moneda enferma

La dolorosa e indignante imagen de un grupo de damas venezolanas en proceso de parto, pero no en las cómodas instalaciones de un quirófano, sino en las frías banquetas metálicas de la recepción de un hospital público en la capital del estado Lara, definitivamente, debe obligar a las autoridades y a la propia ciudadanía a revisar con responsabilidad qué es lo que los venezolanos queremos ser y hasta dónde queremos llegar.

Porque ante la gravedad de lo que eso representa, para nosotros y el resto del mundo civilizado, la respuesta no puede ser la evasiva jugada burocrática de buscar y de castigar, como a cualquier vago de carretera, a la persona que tuvo la valentía de registrar el hecho en un celular inteligente y hacerlo del conocimiento público. Tampoco la de convertir lo visto, en un espectáculo más, para alimentar el morbo de una sociedad hastiada de sinsabores y frustraciones y que, de repente, cree encontrar en hechos de esa naturaleza la oportunidad de la distracción con entrada libre.

Es bochornoso apelar a esta reflexión para que el hecho no se olvide; es verdad. Pero cada venezolano maduro y racional debe pensar sobre el alcance de semejante ofensa humana a cada una de las madres y sus muchachos en este centro de salud de Barquisimeto. Y con mayor detenimiento lo deben hacer los llamados a corregir lo sucedido, a enfrentar las causas del problema. Es decir, a los mismos que hoy se les cuestiona por no haber dicho públicamente cómo es que van a impedir que eso se repita.

No admitir el caso ni evitar su reaparición, es ignorar que, cual vara medidora de lo que no se hizo debidamente, estamos a las puertas de la presentación de un Proyecto de Ley de Presupuesto de la Nación para el 2018, y lo más probable es que se insista en decir que más del 80% de los egresos irá directamente a responder a las necesidades sociales de más de 30 millones de venezolanos. Difícil creer que dicho argumento político sirve para algo.

¿No es acaso un severo compromiso moral para quienes gobiernan, insistir en el uso del mismo argumento, cuando sus gobernados se enfrentan a episodios como el que nos ocupa? ¿Qué decir, adicionalmente, acerca de lo que se hará para que el más de medio millón de jóvenes estudiantes que este año no podrán ir a centros maternales, colegios de primaria, de educación media y universitaria, por no disponer de condiciones de alimentación, útiles escolares, vestimenta, transporte y seguridad para hacerlo? ¿Por qué negarnos a reconocer que sí es verdad que estamos naufragando en una severa crisis humanitaria por la carencia de medicinas y de alimentos, por el sólo y reprobable motivo de no querer admitirlo?

Por no reconocer errores, equívocos superables y empecinarnos en vivir en una eterna confrontación por causas ajenas a lo que ansían y necesitan las mayorías, es por lo que esta semana, una vez más, y por tercer año consecutivo, Venezuela, nuestro país, aparece en el último lugar entre 159 países evaluados en el mundo, por haber sacrificado su derecho a prosperar en un ambiente de plena libertad económica. ¿Y saben por qué? Porque hemos preferido debatirnos para gozar de derechos políticos, aunque no somos capaces de, en honor a tales luchas, ni siquiera de respetar, acatar y cumplir con lo que establece la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

¿Cómo es que evitaremos pasar por peores situaciones de exigencias sociales, si tampoco nos ocupamos de que la economía se recupere, y de impedir que nuestros muchachos migren a fortalecer las economías de otros países?

Hoy solo disponemos de teóricas libertades económicas.

¿Porque si no fuera así, tampoco estaríamos obligados a aceptar como sociedad que nuestro signo monetario, el bolívar, es una moneda enferma, convaleciente, en condiciones comatosas, y referencia global de por qué tenemos que idear urgentes acciones para hacerle frente a esa particular combinación de tormenta con huracán llamada hiperinflación?

Contrariamente a lo que hicieron a su paso por Norteamérica y el Caribe “Harvey”, “Irma”, “José” y “María”, la hiperinflación no se irá de Venezuela ni desaparecerá por causas naturales. Se le tiene que atacar desde sus causas, para que desaparezca. No de manera gradual, timorata, ni complaciente. Sí con la decisión, gallardía y profesionalismo propio de quienes piensan y sienten al país; con la sinceridad de quienes convierten la voluntad de servir en un verdadero apostolado, y no en un instrumento rutinario al servicio de un pueblo al que se le usa cuando conviene, se le menciona cuando se le necesita, pero no se le escucha cuando reclama soluciones para su vida en pobreza; entre penurias y calamidades.

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