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Luis Fuenmayor Toro: Patria para ellos o para nadie

Carlos Andrés Pérez fue convencido, por sus asesores neoliberales, de la necesidad de instrumentar una serie de medidas económicas, para salir de la crisis iniciada en 1983 con la devaluación monetaria del viernes negro. CAP las asumió, las presentó al país como ineludibles y las aplicó junto con las compensaciones sociales usuales, que reducían su impacto en los sectores más vulnerables. CAP no habló de ninguna guerra económica contra su gobierno, ni trasladó las culpas a la oposición política; los grandes aumentos de precios aprobados no fueron llamados precios justos, ni tampoco los habidos en las tarifas de los combustibles y de los servicios. Los desatinos económicos del pasado, en los que tenía gran responsabilidad, nos habían llevado al período de las “vacas flacas” y había que asumirlo, aunque como siempre fueron los sectores populares los más afectados, sin haber sido quienes mayor provecho sacaron en el período de la “vacas gordas”.

La respuesta social no tardó en aparecer. El 17 de febrero de 1989, en declaraciones que di a El Universal y El Globo, alerté que la población miserable de los barrios marginales no aguantaría y que se producirían manifestaciones de violencia no conocidas hasta ese momento. Diez días después ocurrió el Caracazo. La situación hoy es peor que la existente en aquellos momentos: escasez total, inflación descomunal, el bolívar próximo a desaparecer, el dólar negro en niveles inimaginables y en ascenso rápido, adultos y niños que mueren por malaria, difteria, tuberculosis, desnutrición, insuficiencia renal, trasplantes sin tratamiento, diabetes no tratada, entre muchos otros males. Más de 100 homicidios/cien mil habitantes/año, colapso de todos los servicios, salarios de hambre, inseguridad jurídica total, desintegración institucional, corrupción generalizada y desatada y máxima represión policial con aplicación discrecional de la penas de muerte.

Empero, las protestas populares, generalizadas en todo el país, no llegan a tener el carácter masivo, simultáneo y violento del Caracazo, haciendo a algunos pensar que los venezolanos somos conformistas y cobardes. Sin avisarlo, Maduro nos ha sometido a un paquetazo desde hace ya muchos meses. Aumentos de precios exorbitantes por doquier, instrumentación de un “corralito” financiero y ni siquiera garantizan los billetes necesarios para el funcionamiento cotidiano, la escasez y el bachaqueo continúan en niveles gravísimos, pero se culpa a supuestos acaparadores. No otorgan pasaportes, por lo que estamos presos en Venezuela. Dentro de poco se paralizará la circulación vehicular y ya los candidatos cubanófilos a alcaldes, como gran solución, nos presentan las mismas medidas instrumentadas hace medio siglo por la revolución cubana y aún presentes en la isla. Se conserva al pueblo en la miseria para mantenerlo dominado, cayado y votando.

Visto hoy, CAP fue mucho más sincero y valiente que Maduro. Enfrentó en su momento lo que tenía que enfrentar, sin mentiras ni cobardías, y aceptó su derrota sin someter al país a la hecatombe a que los supuestos bolivarianos nos han conducido. Los revolucionarios actuales han decidido que después de ellos el diluvio, que a la patria la gobiernan ellos o no habrá patria para nadie.

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