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Néstor Francia / Análisis de Entorno: La hidra y los votos volátiles (06-12-2017)

Nosotros queremos ser como vigilantes en una atalaya. Acaso hay guerreros superiores a nosotros, otros practican el mando y el poder, tiene que haberlos. Otros, como sacerdotes de un culto, repiten los ritos necesarios para mantener la coherencia de la feligresía. Nuestra humilde y poco reconocida tarea es observar el terreno, divisar los movimientos del enemigo, tratar de discernir cómo se ubica en el campo de batalla y cómo lo hacemos nosotros. Más de una vez hemos tratado de hacer escuchar nuestra voz para alertar los peligros. A veces nos equivocamos, a veces acertamos, eso está entre los riesgos que corre el pensamiento inconforme. Nunca creeremos haber llegado donde íbamos, no tenemos el tiempo de vida que nos permita vivir las grandes victorias humanas si es que llegaren. Nos sentimos satisfechos de que alguien nos definiera como una piedrita en el pensamiento. Hoy, desde la atalaya, nos toca hacer una incómoda advertencia: no creamos que nuestras victorias coyunturales son consagratorias. El verdadero enemigo es poderoso, multiforme, la hidra de mil cabezas. Y viene por nosotros, y nos atrapará si nos descuidamos.

El aliento venenoso del monstruo se sintió la noche del lunes en el estadio José Bernardo Pérez de Valencia, durante una competencia beisbolística que allí se desarrollaba, patrocinada por Pepsi-Cola, una marca que en Venezuela maneja Empresas Polar. Apareció por esos lares Lorenzo Mendoza, el más conspicuo representante actual de la gran burguesía monopolista en Venezuela, el principal dueño de la Polar, una empresa que monopoliza buena parte de la producción de alimentos en nuestro país y que ha sido protagonista de la guerra económica contra el pueblo, no de ahora, sino de vieja data. Hablamos de la guerra permanente, de la guerra de la explotación, de la guerra que expropia el trabajo de los proletarios.

Cuando el hombre hizo acto de presencia, se levantó un coro nada pequeño al grito de “Presidente, presidente” ¿Espontáneo? Difícil de creer. No olvidemos que Empresas Polar y su amo tienen excelentes asesores de imagen, mucho dinero para invertir en promoción de productos y posicionamiento corporativo, un concepto de supuesto servicio público forjado durante décadas, las mismas herramientas que han acompañado su conversión en el emporio y en el líder empresarial que son hoy por hoy.

Unas cuantas veces hemos dicho que nuestro enemigo interno no es propiamente la MUD. Es verdad que estos politicastros han cabalgado sobre el descontento y la desesperanza de sectores del pueblo, que convierten en miedo y desconfianza. Pasó en 2007, con el referéndum de la reforma constitucional. Y también en 2015, cuando nos dieron la lamentable pela en las parlamentarias. Pero son incapaces, patéticos, mediocres, sabandijas. No van más allá de la coyuntura, son aprendices de brujos muy mal aprovechados.

Es igualmente cierto que a nosotros el favor del pueblo nos ha sido a veces esquivo. La vulnerabilidad nuestra se refleja en la volatilidad de una parte importante de  nuestra votación, lo cual produjo la mencionada derrota parlamentaria en 2015. El chavismo es con mucho la principal fuerza política del país, pero el apoyo duro, militante, apenas supera en este momento el 30% de la población. No es poca cosa, ciertamente, sobre todo por el alto nivel de conciencia y organicidad de esa masa popular. Pero no es suficiente desde la perspectiva estratégica, se necesita más y nos está costando trabajo crecer. Es aquí donde entra en juego el peligroso símbolo que es Lorenzo Mendoza. No él mismo per se, sino por lo que representa: la amenaza de una fuerza derechista disfrazada, con una oferta engañosa que podría ser convincente. Si unos papanatas de la política nos avasallaron en 2015 ¿Acaso no podría hacerlo en el futuro un nuevo “campeón” con recursos, prestigio aunque sea mal ganado, imagen pagada, en un tipo de elección como la nuestra, donde juegan siempre un papel relevante la publicidad y la manipulación mediática?

Nosotros siempre estamos oteando desde la atalaya. El 23 de febrero de 2015 escribimos, en nuestra Análisis de ese día: “Dos encuestadoras, Hinterlaces y Datanalisis, plantean un escenario sombrío para el chavismo en las elecciones parlamentarias. Podemos no creer en estas encuestadoras, por supuesto. Pero sería una tontería, una falta de seriedad y una irresponsabilidad, no contemplar la posibilidad de que estos pronósticos se cumplan. El descontento se siente como un rumor a veces imperceptible en la calle, los mismos chavistas militantes se quejan de su bolsillo y tratan heroicamente de mantener la fe del pueblo, pero quienes andamos metidos en el polvo de los de abajo sabemos cuán difícil está resultando la tarea”.

Y el 3 de marzo de 2016: “… todavía hay espacio en las probabilidades para que una tercera opción se cuele por los palos. Ya se sabe a ciencia cierta que la mayoría de los venezolanos, más del 50%, se define como “independiente”, o sea que no se siente definitivamente alineado ni con el chavismo ni con el antichavismo. Esto abre la posibilidad, nada está escrito, de que aparezca, Dios nos libre, un “Macri” (¿Lorenzo Mendoza?) o un socialdemócrata, un neoliberal camuflado (¿alguien como Henry Falcón?)… Lo cierto es que las circunstancias nos obligan a hilar fino, a escuchar las críticas y sobre todo a tomarlas en cuenta, a desechar todo triunfalismo, a no caer en un optimismo ficticio o meramente propagandístico, a no obviar el descontento que anida en el pueblo. A entender y aceptar, de verdad, que la  vaina no está fácil”.

Hoy trasladamos esas palabras nuestras hasta acá, sin cambiar ni una letra. Tal vez solo que los no alineados no son más del 50%, pero si más del 40%. Votos volátiles.

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