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Néstor Francia / Análisis de Entorno: ¿Domingo de fiesta? (08-12-2017)

Ayer referimos que además de los nombres ya conocidos involucrados en la trama de corrupción de PDVSA “sin duda hay otros responsables, sobre todo por razones políticas y de gobierno. De eso hablaremos en nuestro Análisis de mañana, si no se cae un pedazo del cielo”. Es un tema importante, sin duda, pero aunque el cielo sigue completo sobre nuestras cabezas, como es fácil constatar, tendremos que incumplir con nuestros lectores. Nuestra mente vive sumida en la reflexión política y nos pareció inevitable, siendo que las elecciones municipales son el próximo domingo, abordar este último asunto y así lo haremos. Lo otro no se olvida y quedará para después.

Ya todos sabemos cuál es nuestra posición respecto a ese evento electoral, Recordemos de pasada que nos oponemos a la vetusta figura del alcalde como cabeza del gobierno municipal y tenemos una propuesta constituyente que consagraría en los municipios los gobiernos colectivos originados desde las bases populares. Iremos a votar el domingo cumpliendo con un deber de conciencia que explicaremos, pero lo haremos sin ningún entusiasmo.

Anda por los medios una cancioncita (un “jingle”) del PSUV típicamente electoral que incluye una frase hecha, aquella que se refiere a la “fiesta electoral”. Esta frasecita, familia cercana de otra también de uso frecuente por algunos chavistas (“una demostración de civismo”), es un fósil de la Cuarta República. Es interesante referirnos a esto, por todo lo que encierra desde el punto de vista ideológico y por la terrible superficialidad que denota.

Nuestra idea de “fiesta” es muy diferente a la de ir a votar. El día del simulacro de la elección constituyente estuvimos seis horas pasando roncha en colas mal atendidas, hasta que pudimos cumplir ¿Qué sería para nosotros algo parecido a una fiesta el domingo? Quedarnos en casa leyendo algún libro, bien sea para ilustrarnos o para disfrutar. O ver alguna buena película alquilada o pescada en el cable, de esas que no abundan en la miserable oferta de los cines venezolanos. O, sin más ni más, compartir un traguito con nuestra compañera si tenemos el tiempo y la disposición, acompañados, por ejemplo, por un buen jazz tradicional de Nueva Orleans. O, por qué no, echarnos en el sofá a acariciar la barriga de nuestra bella perrita ¡Eso sí sería una fiesta, no ir a elegir a un individuo que regirá nuestra vida cotidiana por los próximos cuatro años, sin que en general tengamos arte ni parte en lo que hace!

Pero vamos a ir al centro electoral, no es para nosotros un día de fiesta, es un día de trabajo, un día de lucha. Ese el quid de la cuestión. A decir verdad, el pueblo venezolano no está para fiestas, por más que es tan terco en su alegría y su optimismo. Está padeciendo las dolorosas consecuencias de la agresión imperial, de la crisis mundial del capitalismo y de los errores del dogmatismo económico. El enemigo histórico persevera en tratar de tender la alfombra por donde pretende caminar hacia el pasado, para derrotarnos, perseguirnos, acosarnos, ajustar cuentas con el pueblo revolucionario que ha osado retar su poder otrora omnímodo.

Insistimos en el contenido ideológico del asunto. Por supuesto, cada vez que la Revolución gana una elección, el pueblo revolucionario se alegra. Mas no puede ser la alegría banal de las cancioncitas, sino la del guerrero que, manchada su armadura de polvo y de sangre, levanta orgulloso su espada en señal de triunfo. Inmediatamente después ha de limpiar el filo de su acero para prepararse para nuevas batallas. Esa será la única “fiesta” del pueblo el lunes e incontables lunes después. Aquí solo viene guerra (económica, política, social, ¿militar?). Para nosotros esa guerra pasa por encarar, de verdad, verdad, la transformación total del Estado burgués en Estado de derecho y justicia, de la democracia burguesa en democracia socialista (¡cuánto nos falta!), del sistema electoral burgués en sistema electoral popular.

Las victorias electorales siempre serán, a fin de cuentas, coyunturales, como lo son las derrotas en ese terreno. Aquí es buena una digresión para señalar que un hito en la génesis de la violencia terrorista de 2017 fue la elección parlamentaria de 2015. Amparados en un sistema electoral vulnerable por su propio carácter intrínseco, la derecha contrarrevolucionaria manipuló y engañó a la mayoría del pueblo y se hizo de una notable mayoría en la Asamblea Nacional, desde donde urdió la trama conspiradora que condujo a la muerte y a la destrucción. Un hecho emblemático de esta realidad es la imagen del vicepresidente de ese cuerpo, el fascista prófugo Freddy Guevara, encabezando a los terroristas en el este de Caraca ¿Qué fue la “fiesta electoral” de 2015? ¿Una fiesta satánica?

Para nosotros las grandes victorias, las trascendentales y duraderas, están todas por lograrse. La construcción de una sociedad próspera e igualitaria, la formación de una ciudadanía culta, con sentido de pertenencia, la utopía posible de un mundo solidario y más justo en el que no existan los imperialismos ni las hegemonías que generan guerras y miserias. Entonces el mundo todo será una fiesta.

Por lo pronto, vamos a votar el domingo en defensa de la Patria, de la Revolución Bolivariana, y contra el imperialismo y sus vasallos.

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