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Antonio Pérez Esclarín: Año nuevo, ¿vida nueva?

No es fácil comenzar un año nuevo.  Lo desconocido inquieta, no sabemos lo que nos traerá. Sobre todo en estos tiempos de incertidumbre y profunda crisis que, en lugar de mitigarse, se agudiza día a día. El 2018 se nos presenta como un año extremadamente difícil, donde todo parece indicar que los problemas se van a agravar y que la vida va a resultar una carga cada vez más pesada para las mayorías más vulnerables y pobres. Por eso, festejamos la llegada del Año Nuevo de manera ruidosa: explotando cohetes, bailando y abrazando a gritos a familiares y amigos, o enviándoles mensajitos de texto, con frases, por lo general, llenas de lugares comunes  o sacadas del repertorio  para la ocasión. Los buenos deseos, que no son realmente deseos, sino ritual rutinario que se repite año tras año, suelen durar mientras dura el abrazo o, en algunos, los efluvios del alcohol que reblandece el alma y desinhibe la timidez.  Así, el Año Nuevo y los planes de vida nueva,  empiezan a ser vividos enseguida como el año viejo que se fue.

Pero puede haber un modo distinto y más auténtico de celebrar el Año Nuevo, sacudiéndose de fórmulas y rutinas.  Pero, para ello, hace falta valor. El valor de atreverse a planificar la propia vida,  lo que exige hacerse una serie de preguntas fundamentales y responderlas con  coraje: ¿Cómo me propongo vivir este año? ¿Qué estoy dispuesto a hacer por Venezuela? ¿En qué debo cambiar? ¿Qué actitudes de mi conducta  ocasionan daño a otros y, en consecuencia, debo corregir?  Mis pensamientos y acciones, ¿contribuyen a sacar a Venezuela del abismo o más bien mantienen o agudizan la gravísima crisis que vivimos? ¿A qué cosas voy a dedicar mis energías y esfuerzos? ¿Ello me va a hacer más libre y más feliz y va a contribuir al bienestar de los demás?

Los seres humanos somos los únicos que podemos decidir cómo ser. Nos dieron la vida, pero no nos la dieron  hecha. En nuestras manos está la posibilidad de  malgastarla o de vivirla a plenitud.  Podemos ser agresivos o amables, violentos o pacificadores,  destruir las vidas de otros o vivir para dar vida. Podemos aprovechar la crisis para enriquecernos groseramente o para trabajar por gestar una Venezuela reconciliada y justa, donde todos nos sintamos conciudadanos y hermanos;  y las colas, la escasez, el odio y la violencia vayan quedando como recuerdos dolorosos del pasado.  Podemos vivir amargados y amargando a los demás, quejándonos todo el tiempo o comprometidos y entregados a gestar la nueva Venezuela.

Año Nuevo, ¿Vida Nueva? De ti depende. Para ello, el deseo tiene que ser algo más que una frase hueca  y convertirse en  compromiso, el único compromiso que en realidad merece la pena. Este año que comienza será nuevo si te atreves a levantarte de tu egoísmo y empiezas a preocuparte y ocuparte por el bienestar de los demás,  si te propones edificar tu conducta sobre los cimientos sólidos de  la honradez y la honestidad, si te esfuerzas por desterrar la agresividad y la violencia.

Ha llegado  la hora de que nos empeñemos en crear una conciencia colectiva de la necesidad de andar otros caminos y luchar con tenacidad por una Venezuela  justa y plural mediante la “no violencia” activa. No podemos dejar nuestro futuro en manos de los violentos y egoístas,  no podemos renunciar a la esperanza militante que trabaja por construir un país  próspero  y fraternal.

Año Nuevo, ¿Vida nueva? De ti, de nosotros, depende.

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