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Ramón Guillermo Aveledo: Año Nuevo

Llega 2018, un año cuya novedad dependerá de lo que sepamos hacer con él.

No hay manera de exagerar las dificultades en que vivimos los venezolanos. La inestabilidad de los precios ya se mete en la zona turbulenta de la hiperinflación, desconocida para nosotros hasta hoy, y eso no hay ingreso que lo aguante. Súmele la escasez en alimentos, medicinas, repuestos y cualquier cosa. La situación no amerita muchas explicaciones porque es nuestra cotidianidad.

La gravedad de la realidad nacional es imposible de ignorar. No hay aspecto de nuestra vida que no empeore o acerca del cual las predicciones no sean de mayor crisis. La realidad es como un río crecido, la violencia de cuyo caudal desbordado amenaza con llevarse por delante todo, y no hay dique que la propaganda o las maniobras más o menos astutas pueda levantar con visos aunque sea de un modesto éxito. Es responsabilidad del liderazgo nacional asumir y enfrentar este trance terrible cuyas perspectivas se oscurecen más y más. Empezando por el liderazgo político.

El 11 y el 12 están citados otra vez representantes del Gobierno y de la oposición democrática unitaria en Santo Domingo para la tercera reunión de una negociación que es esperanza de una vía de salida de la crisis con apoyo nacional e internacional. Sin embargo, los dos primeros encuentros no dan señales auspiciosas, aparte de los antecedentes desalentadores.

Atrincherado en la ventaja de su poder, el Gobierno parece trancado en una posición que criollamente podríamos resumir en que “ni lava ni presta la batea”. Tengo la impresión de que no se da cuenta de cuán grave es lo que está ocurriendo en la vida real venezolana. Y en cuanto a la oposición, de la cual soy parte, es imprescindible que el país sienta que estamos plenamente conscientes de la magnitud del abismo nacional.

El momento no da para maniobras, siempre más pequeñas que la responsabilidad ante todos nosotros, los venezolanos. Tampoco se desatará el nudo con el mandoble de la ira. Sea verdadera o fingida. Aquí pido atención de los políticos y de quienes les presionan sin mirar consecuencias. Recuerdo la frase cervantina que me pasa un amigo: “Cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija”. Y cuanto se dice deja secuela.

Sensatez, juicio, sentido común es lo que reclama a gritos la realidad nacional. Es el imperativo apremiante de la responsabilidad. De eso dependerá cómo sea este año nuevo que deseo mejor a todos.

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