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Gustavo Márquez: Caen las máscaras

Los magos distraen a su audiencia con movimientos secundarios mientras activan el dispositivo que crea el efecto ilusorio que parece trastocar la lógica real. Este artilugio se practica en la disputa por el poder político, siendo decisiva la habilidad de los actores para utilizar a discreción “trapos rojos” que desvíen la atención de la opinión pública mientras ejecutan decisiones trascendentes en segundo plano.

No es fácil evadir la influencia alienante de los aparatos de propaganda, especialmente cuando estos se apoyan en los recursos del Estado o en poderes fácticos. Empero, si miramos lo que hacen más que lo que dicen los actores políticos, es posible develar su verdadero rostro y determinar a qué intereses responden. Por ejemplo, más allá del compromiso que dicen tener con su país, la verdadera condición de quienes le imploran a EEUU y sus aliados que ejecuten una intervención militar “humanitaria” a Venezuela, como lo sugirió recientemente Ricardo Hausmann, en realidad son unos traidor@s a la patria.

Hacer visible el verdadero rostro político-ideológico de la cúpula Gobierno-Psuv podría resultar más difícil, porque con su discurso altisonante se proclama antiimperialista, socialista y bolivariana, apoyándose en el “certificado” que le expide cierta izquierda que se niega a ver lo que está ante sus ojos.

Son las írritas “leyes constituyentes” las que están delatando el “salto cuántico” que ha dado esa dirección política. Esas “leyes”, son componentes de la nueva Constitución fáctica que la ANC está ensamblando como un rompecabezas, paso a paso y de espaldas al soberano, mientras avanza por decreto la demolición de la Constitución nacional en el marco de un estado de excepción continuado.

Las referidas a las inversiones extranjeras y al Arco Minero del Orinoco, son la punta de lanza de una apertura de la minería y los hidrocarburos al capital transnacional, con renuncia a la soberanía jurisdiccional y transferencia de derechos de explotación y comercialización a éstos. Con esta deriva hacia la derecha caen las máscaras de esa cúpula al ponerse al descubierto que adelanta una política de desnacionalización y privatización del patrimonio natural y económico de la nación, que profundizará el extractivismo depredador primario-exportador y podría arrebatarnos “el bien más preciado, la independencia”.

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