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Enrique Gramcko: Mi agradecimiento a Venezuela, a la comunidad internacional y un planteamiento al país

Luego de la arbitraria detención de la que fuera objeto la madrugada del pasado 2 de febrero, quiero expresar mis más sinceras palabras de agradecimiento a todos quienes con su protesta, dentro y fuera del país, hicieron posible mi liberación:

– A las altas personalidades que abogaron por mí, como el Secretario General de la OEA, el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU y los expresidentes y Secretario General de IDEA,

– A la Iglesia en general y en particular a mi amigo monseñor Ovidio Pérez Morales,

– A los jefes y dirigentes de los partidos políticos, Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, Julio Borges, Luis Florido, Delsa Solórzano, por mencionar solo algunos,

– A los diputados de la fracción parlamentaria 16J,

– A mis compañeros de Soy Venezuela, María Corina Machado, Antonio Ledezma, Blanca Rosa Mármol, Cecilia Sosa, Julio Coco, Víctor Maldonado y otros,

– A mis compañeros de GANA, Nitu Pérez Osuna, Alfredo Weil, el general Carlos

Julio Peñaloza, el Sr. Luis Monch entre otros,

– A las voces de la resistencia, que mostraron su indignación por las redes,

– A los “guerreros del teclado” que difundieron la noticia,

– A los medios de comunicación y periodistas que la cubrieron,

– A la talentosa Rayma por su extraordinaria caricatura,

– A mis amigos de toda la vida que se movieron rápidamente para gestionar apoyos y pronunciamientos,

– A los abogados que me asistieron,

– A los funcionarios policiales y judiciales que me trataron con respeto, como debe ser,

– Y muy especialmente a mi familia, que demostró́ su amor incondicional hacia mí

También quiero agradecer a Dios por la vida que me dio, al país que me vio nacer, y a la oportunidad inédita de luchar no solo contra una, sino contra dos dictaduras.

Cuestión de principios

Durante las horas que permanecí secuestrado mucho pensé y reflexioné sobre el drama venezolano, el nuestro, el de todos. Me llegaban esporádicas informaciones sobre las peticiones que se hacían exigiendo mi libertad, incluso de quienes me adversan ideológicamente, porque lo que estaba en juego era el principio de la justicia que compartimos todos como demócratas, más allá de la integridad de una persona.

Ahí está el centro de lo que nos debe unir como venezolanos, los valores de libertad y democracia que no se consiguen participando juntos en una elección, con una candidatura unitaria pero con un organismo electoral parcializado y manejado por el régimen.

La Conferencia Episcopal lo ha dicho, “no se puede ir a unos comicios convocados por una Constituyente ilegítima que no sirve a los intereses del pueblo venezolano ̈, y en su más reciente documento: “Es un despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo, que en medio de una situación de penuria, hambre, parálisis de servicios, muerte y colapso nacional, se privilegie (unas elecciones que constituyen de hecho) un espectáculo de distracción y alienación, en condiciones desiguales, contra todo sentido de equidad y servicio a la población. En Democracia la primera responsabilidad del gobernante es atender las necesidades básicas de la gente, que por desgracia hoy está condenada a pasar hambre, a no contar con los servicios mínimos indispensables para la vida, en ocasiones hasta morir, y en otras, a emigrar ante la necesidad de sobrevivir. ̈

La liberación de Venezuela está cerca

Queridos compatriotas, les quiero revelar que mientras estuve en las entrañas de El Helicoide y del Palacio de Justicia, palpé lo que sienten en su corazón algunos funcionarios policiales y judiciales, que rechazan estas prácticas totalitarias. Ellos también quieren un cambio, desean ser liberados de este yugo junto a sus familiares, que sufren las mismas penurias que todos nosotros.

Me atrevo a decir que hasta muchos altos funcionarios del régimen preferirían otro tipo de vida. Saben que nadie los quiere y son rechazados por la mayoría por no poder dar solución a la crisis que ellos mismos han creado, conscientes están que cada día que pasa se hunden más y más.

El liderazgo político que promueve el cambio, tiene la obligación de buscar una solución para todos, incluso para los chavistas que no han cometido delitos. Pero la solución no está en un diálogo hipócrita, ni en unas elecciones trampeadas. La verdadera respuesta consiste en lograr un gran consenso nacional, una verdadera unidad que promueva una transición de manera pacífica, democrática y constitucional más no necesariamente electoral, al menos por ahora, hasta que se logre depurar y reestructurar las instituciones. En la reunificación del país, en la conformación de alianzas hemos estado trabajando… y avanzamos.

Mi colaboración con Venezuela

A mis 84 años no tengo ambiciones personales, me siento satisfecho y realizado con la vida que he tenido. No busco cargos, ni reconocimientos, pero confieso que me gustaría, antes de partir, poder contribuir a dejar una Venezuela libre y encaminada hacia la democracia y el desarrollo. Siento además la necesidad de utilizar todas las fuerzas que me quedan para lograr abrir las rejas de los calabozos que encierran a tantos seres que no se parten ni se doblegan, porque sus ideales vuelan alto y sus espíritus nos convocan a seguir rebelándonos contra una tiranía que jamás logrará detener a este bravo pueblo que decidió ser libre. !Sigamos adelante!

Enrique Aristeguieta Gramcko

Febrero 4 de 2018

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