La pregunta viene al caso, consecuencia de los resultados en los llamados “diálogos de la República Dominicana”. Un sector importante de la oposición considera que fue un fracaso. Por lo que deben estar muy contentos. Para algunos era algo así como la “crónica de un fracaso anunciado”. Se enfurecieron con los que participaron, pensaban lo peor de los representantes.
Cuán acertadamente se cubrieron las espaldas con otros activistas y miembros de la comunidad internacional. Los embustes del Gobierno no tienen límites, pero la gente se los cree. ¿Fue un triunfo para el Gobierno? Ellos lo creen, o al menos alguno de ellos. Mientras la comunidad internacional los va descubriendo de un todo.
Honestamente, reconozco que asumir la posición por parte de la MUD, como lo hicieron Julio Borges y compañía, requiere de una valentía que mucha gente no reconoce. Dirimir los problemas de manera violenta, en oportunidades, resulta mucho más fácil que sentarse a conversar, para ver si se logra negociar. No es fácil. Requiere de una especie de calma interna, que muchos no tenemos. Por otra parte, me angustia la actitud de quienes en su desesperación porque cambien las cosas dicen, opinan y actúan sin razonar ni pensar.
Es necesario que reflexionen y razonen en torno a cómo deberá ser la conducta de quienes en algún momento deberán asumir los juicios a las personas que de alguna manera han estado al frente del gobierno en nuestro país en los últimos tres lustros. ¿Pedirán que se vuelva a instaurar una especie de Decreto de Guerra a Muerte? En lugar de, ¿españoles y canarios, dirán “chavistas y maduristas”? Si hubiera ocurrido un acuerdo importante, algunos en la oposición habrían reaccionado en contra. ¿Qué diferencia hay entre los del Gobierno que van al diálogo, con agendas ocultas y con Zapatero de mediador, que no quiere soltar esa “beca” en dólares, y quienes juegan al fracaso de todo intento por lograr acuerdos? Lo primero es Venezuela y por ende los venezolanos.
Los principales problemas que nos afectan hay que resolverlos. Todo lo que se haga en este sentido, lo considero válido. Los intereses de quienes aspiran a gobernar el país, una vez que termine esta desastrosa pesadilla, deben estar incluidos en la Contraloría de la Nación y en una verdadera Fiscalía. La reconstrucción de Venezuela requiere la participación de todos. Sin verdadera unidad será difícil salir del barranco al que la han lanzado.