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Luis Fuenmayor Toro: Inaudita la forma de actuar del Gobierno

Es inaudita e incomprensible la forma de actuar del gobierno del presidente Nicolás Maduro. Pareciera que desea que se produzca la anunciada invasión gringo-colombiano-guyanesa, pues hace todo lo que puede para que se dé en lugar de desarmarla. No sé si el sectarismo que siempre han demostrado se les ha ido de las manos y los hace sus víctimas o si la soberbia, heredada del eterno ya fallecido, los arropa en forma tal que se creen lo que gritan propagandísticamente. Las contradicciones en sus procederes cotidianos ayudan a elevar la perplejidad de quienes tratamos de entender qué es lo que quieren realmente. La invasión extranjera es denunciada como inminente, en declaraciones y alocuciones, para inmediatamente después dirigir una comparsa de carrozas de carnaval y bailar al golpe de los tambores.

Con sus decisiones incoherentes y desatinadas, me hacen recordar a la canción sobre el “subdesarrollo” de Rubén Blades y lo que él llama su magia para sociedades desarrolladas como la europea, letra que constituye una caracterización sociológica muy exacta de lo que nos ocurre aquí en la Latinoamérica subdesarrollada, donde “el que no la hace la paga”, expresión que describe el desastre de nuestra justicia; donde “todo lo que baja sube”, contrariando la Ley de la Gravitación Universal, al igual que se infringe toda legislación y se contraría a la lógica formal; donde en sus urbes se mezclan el “olor a miao y a perfume”, denotando las graves diferencias sociales, para finalizar afirmando que hemos vivido “entre un Fidel y un Somoza”, “y no se arregla la cosa”.

Esa magia podrá encantar a quienes no viven bajo su influjo, a quienes de lejos la ven como quien mira algo extraño e insólito, un comportamiento humano que sus sociedades abandonaron, o creen haber abandonado, hace cientos de años. Pensarán quizás que somos Homo sapiens, pero que no hemos llegado al Homo sapiens sapiens o humano actual, sino que nos quedamos o en algún período anterior, por lo que no hemos desarrollado las facultades mentales, que nos permitirían construir sociedades realmente contemporáneas. Y eso les encanta, pues tienen la posibilidad de seguir poniéndonos la pata encima. Y es que al oír y conocer el razonamiento de quienes nos gobiernan y quienes se les oponen, y también al escuchar o leer las especulaciones de sus seguidores, no nos queda más que darles la razón, aunque sabemos que no es un problema de inteligencia sino cognitivo.

Somos una sociedad con un promedio de educación formal de apenas 7 años, educación muy mala por cierto y que ha empeorado en los últimos 19 años, pero que garantiza junto con la miseria existente, hoy por encima de la encontrada por Chávez en 1999, un mejor control social de la población. Pero esa sociedad de la ignorancia no deja fuera a su liderazgo, ni del gobierno ni de la oposición, ni tampoco a sus clases dominantes. El “auto suicidio” de Carlos Andrés Pérez, las “peras al horno” de Manuel Rosales, el “adquerir” de Hugo Chávez Frías y las múltiples expresiones de Maduro, son sólo un reflejo, chistoso para muchos, de lo que digo. Alguien me dijo que los venezolanos sacuden sus manos para saber cuál es la derecha, y recuerdo ahora que Chávez era zurdo…

Si el Gobierno cree realmente que vendrá una intervención militar externa aupada por EEUU, debería estar haciendo todo lo posible por evitarla, por tratar de desmontarla, por eliminar las excusas para la intervención. Empero,  no vemos nada de eso en la actitud gubernamental, muy por el contrario, lo que se observa es una conducta retadora, soberbia, como si de verdad pudiera la FANB y los grupos paramilitares enfrentar el poderío de una invasión dirigida por el país más poderoso del mundo. Venezuela está muy dividida internamente, gracias al sectarismo y atropello chaveco, lo que hace imposible pensar en una resistencia a los invasores casa por casa, calle por calle, cuadra por cuadra, como las que se han visto en otros países.

El Grupo de Lima, en su última decisión, parece lanzarle un salvavidas al gobierno venezolano. Si bien plantea las mismas demandas de la MUD (muchas no exigidas en Santo Domingo), le permite al Ejecutivo rescatar gradualmente aquellas solicitudes que en absoluto significan una rendición incondicional. ¿Qué les puede costar diferir el acto de votaciones para el mes de agosto, por ejemplo? Se permitiría una participación más efectiva de todos los sectores, la extensión del lapso para la incorporación de los nuevos votantes en el país y en el exterior, el cumplimiento de todas las auditorías exigidas por la MUD y aprobadas por el gobierno en República Dominicana, la integración de las mesas por sorteo y el regreso de los votantes desplazados a sus centros originales de votación, como fueron acordados también. Ganarían mucho si liberan a los presos políticos y eliminan las inhabilitaciones hechas, medidas que en absoluto significan ningún peligro para su seguridad.

Maduro dijo que él era un hombre de palabra y que aplicaría los acuerdos, que el gobierno estuvo dispuesto a firmar y que la MUD rechazó a última hora, a pesar de haberlos acordado. Pues aplíquelos, pero hágalo de verdad verdad, sin engaños ni vivezas que a la postre son torpezas. Desarme el discurso interventor de Trump, Santos y Macri. Reúnase con el grupo de Lima o con parte de éste y hágalos testigos de la instrumentación de las decisiones. Designen un CNE paritario y por tanto imparcial, dele acceso a todos los opositores (no sólo a los de la MUD) a la radio y TV oficial y privada, para que expresen libremente sus opiniones. Democratice el escenario electoral acabando con la polarización, incorporando a otros sectores y convoque además las elecciones de los consejos legislativos regionales y concejos municipales, pero rescatando la proporcionalidad electoral constitucional violada por la LOPRE.

Evítele al país el trauma gravísimo de una intervención militar foránea. Aísle a sus radicales, que la gente se encargará de aislar a los radicales de la oposición.

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