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Néstor Francia / Análisis de Entorno: El que se fue no hace falta (23-03-2018)

Pedro Pablo Kuczynski ha renunciado, como se sabe. Ha sido una de las tres más importantes noticias de la semana, junto al decreto de Trump contra el Petro y el anuncio por parte del presidente Maduro del nuevo cono monetario. No olvidamos la entrega de la vivienda dos millones, lo que pasa es que su impacto no se puede decir que sea el mismo de las otras. Es una gran noticia, sin duda, pero la verdad es que la inmensa obra social del chavismo se ha convertido en parte del paisaje ¿Acaso necesitamos un gran relanzamiento  comunicacional que ponga en perspectiva la relevancia histórica de esa obra? Pero ese es otro cuento.

Por supuesto, Kuczynski ha asumido el papel de víctima y ha querido presentar su dimisión como un acto de desprendimiento: “He trabajado casi 60 años de mi vida con total honestidad. La oposición ha tratado de pintarme como si fuera una persona corrupta y consiguió afectar a trabajadores honestos que laboran en mi domicilio, involucrándolos injustamente en esta artimaña en contra del Gobierno… No quiero ser un escollo para que nuestra nación encuentre la senda de la unidad y armonía que tanto necesita y que a mí me negaron. No quiero que ni la patria, ni mi familia sigan sufriendo con la incertidumbre de los últimos tiempos”. Así tergiversa este ricachón las trapisondas de corrupción en las que está involucrado y que han servido de pretexto para su caída.

Pero no crea nadie que la renuncia de Kuczynski ha sido forzada por un ataque de honestidad de la clase política dominante del Perú. Este nido de ratas, que tiene entre sus principales miembros a la funesta familia Fujimori, es una cáfila de ladrones y explotadores, que está tratando de resolver sus contradicciones ante la realidad de un pueblo cada vez más decepcionado y que podría ponerse peligroso. Mientras la burguesía peruana es cada vez más opulenta, gracias al “crecimiento económico”, los trabajadores siguen excluidos y la brecha socioeconómica es cada vez mayor. Ese pueblo se ha puesto peligroso, pues padece de una desconfianza creciente. Tal como se afirma en un reportaje del diario español de derechas El País, “El país se ha instalado en una profunda crisis de credibilidad en la que crece el mensaje antipolítico de ‘que se vayan todos’”.

La derecha del continente está reaccionando con un tono dramático que excluye toda preocupación por el pueblo peruano y privilegia la actitud condescendiente hacia sus congéneres del Perú. El Gobierno colombiano, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, “lamentó profundamente” la renuncia de Kuczynski y aseveró que “como país hermano” y conocedor “de la tradición democrática de Perú”, Colombia está segura de que “la transición gubernamental se dará en el marco de los principios democráticos establecidos en la Constitución y las leyes peruanas”. Total, dirán los oligarcas de Colombia, que se vaya el presidente y que se quede la misma burguesía en el poder gracias a las herramientas opresoras de la “democracia” liberal. Esto nos evoca la frase que acuñara el gran Tito Rodríguez: “El que se fue no hace falta, hace falta el que vendrá”.

Siguiendo la misma tónica, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana en desacato, Omar Barboza, afirmó que “Lamentamos mucho la renuncia del presidente Kuczynski, ninguna crisis es buena, pero confiamos en que eso no afectará a los venezolanos que residen allí”.

No es casual que el mismo día en que se conoció la renuncia de Kuczynski, se haya difundido una noticia que trata de desviar la atención hacia el “autoritarismo” de Maduro. Según la agencia de noticias EFE, “La regresión autoritaria en Nicaragua, el endurecimiento de la autocracia en Venezuela y la inestabilidad en Brasil son los casos que ilustran de forma ejemplar los crecientes peligros para las democracias en América Latina, advierte el Índice de Transformación (BTI) presentado hoy por la Fundación Bertelsmann”. Más en Perú, todo bien: los presidentes roban pero renuncian y dejan el poder de los ricos a buen resguardo. Esto nos recuerda la conocida frase de Guillermo Zuloaga de que “nosotros especulamos pero damos empleos”.

Por lo pronto asume la presidencia de Perú el primer vicepresidente, Martín Vizcarra, un ingeniero tecnócrata que tratará de surfear las dificultades hasta 2021, cuando corresponde la elección presidencial según la Constitución peruana, aunque según estudios la mayoría reclama elecciones anticipadas.

El gran problema del pueblo peruano es que parece no tener alternativas en lo inmediato, con las fuerzas progresistas divididas y carentes de liderazgo, pero como nos gusta decir, de cualquier malla sale un ratón. En todo caso, la situación del Perú es parte del gran sacudón latinoamericano que ha tenido como máximo punto de referencia el surgimiento de Hugo Chávez y de la Revolución Bolivariana.

Otro tema que pasa a otro nivel con la renuncia de Kuczynski es el de la Cumbre de las Américas, que debería realizarse los muy próximos días 13 y 14 de abril, aunque ahora no es seguro que vaya a concretarse ante la situación en el país anfitrión. Al parecer, ya el imperialismo ha dado la orden de que la Cumbre siga adelante. Según un vocero no identificado del Departamento de Estado, “Estados Unidos apoya al Gobierno de Perú como anfitrión de la Cumbre de las Américas y está comprometido a defender y reafirmar nuestro compromiso colectivo y regional con la democracia”. Quién sabe, lo único seguro es que Kuczynski no estará.

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