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Enrique Meléndez: Peor que Cuba

 

Lo que más sorprende es que lo que uno negaba hasta hace poco, esto es, que nosotros nunca íbamos a parecernos a Cuba; porque aquella era una isla, y una dictadura podía a sus anchas, dado el carácter de aislamiento, que ofrece la territorialidad de una ínsula, ejercer un dominio tiránico de su sociedad, el tiempo nos está diciendo que es así; que nuestro país terminó reproduciendo las condiciones de vida de una nación, sobre todo, en lo que atañe al malestar social, producto de una situación económica signada por la precariedad, y que hace huir en bandadas a sus habitantes, como está ocurriendo hoy en día en Venezuela.

Que distinto aquel país de la década de 1970, que se preparó para asumir la modernidad, que se anunciaba en el mundo, a propósito de los grandes adelantos, que se llevaban a cabo a nivel de la cultura de la ciencia y de la técnica, y que no perdió el tiempo para sembrar el petróleo, de acuerdo al lema, que había sido proclamado desde la década de 1930 por hombres como Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri, Juan Pablo Alfonso; enviando, por ejemplo, una parte de sus profesionales, que recién salían de la universidad, a terminar de formarse en el extranjero a través de programas como el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, así como desarrollando nuestra industria petrolera, una vez nacionalizada, y la cual al paso de los años se convertiría en una de las más importantes del mundo.

Entonces Venezuela daba la talla en todo: se contaba con un sistema político, regido por una democracia, donde nadie era discriminado por sus ideas; donde tú veías a esos comunistas, que hoy nos gobiernan, ocupar cargos públicos; beneficiarse incluso de dicho plan de becas; formándose, en ese sentido, en el extranjero. Se trataba de un país que invitaba a todo el mundo a venir a invertir en su economía, y a volverse rico de la noche a la mañana; pues la renta petrolera se utilizaba de un modo racional; de modo que no causaba esas distorsiones, que estamos viendo en nuestra economía; llegando incluso a constituirse lo que se conoció como un fondo de inversiones; una especie de fondo de ahorros, en previsión de lo que podría suceder en lo que se conoce como el “periodo de las vacas flacas”, mal que bien, es verdad; a propósito de la condición volátil de los precios del petróleo, y que hacía decir a más de un venezolano que aquí en este país no habían malos o buenos gobiernos, sino altos y bajos precios del petróleo; un país monoproductor; también es otra gran verdad, sólo que la renta petrolera no se utilizaba con fines de un populismo rastacuero, como el que tenemos hoy en día; pues una de las primeras distorsiones, que produjo este régimen se basó, precisamente, en transformar ese fondo de ahorros en un fondo de gastos, con motivo de la creación por parte de Chávez del famoso Fonden, y al cual han ido a parar miles de millones de dólares, sin que nadie sepa, en qué se han invertido; pues se trata de fondo, donde no se rinde cuentas de ninguna especie, si se toma en cuenta que su creación en un principio respondía a financiar programas sociales; cuando hoy en día vemos a una población hambrienta; donde se mueren los niños por desnutrición, y donde los enfermos se mueren, asimismo, día a día por falta de medicamentos.

Es más, estamos peor que Cuba, y hasta por debajo de Haití en términos de ingreso per cápita, como lo demuestran los economistas; países donde tú no ves a la gente haciendo una cola, para comprar determinado producto, pues este sistema político, basado en una dictadura de la peor ralea arrasó por completo con nuestro aparato productivo. Obsérvese que Venezuela ostenta hoy en día la inflación más alta del mundo, pues a esta altura la inflación anualizada ya va por 12 mil por ciento, y lo más probables es que terminemos el año en 160 mil por ciento, de acuerdo a las proyecciones que llevan a cabo, organismos tanto internacionales, entre ellos el Fondo Monetario Internacional, como nacionales, en especial, la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional; pues estamos ante un gobierno, que se niega a revelar las cifras del comportamiento de las variables macroeconómicas; de forma que ha tenido dicha Comisión de Finanzas que abocarse a esta tarea, para poder tener una idea de la magnitud de este flagelo, y se niega a hacerlo, precisamente, porque de otro modo estaría reconociendo el gran fracaso de su gestión gubernamental.

Porque pareja a esta situación hiperinflacionaria, se repite, como ningún otro país en el mundo la vive, también está la caída del Producto Interno Bruto, que para el día de hoy se sitúa entre un 12 y un 14 por ciento, y lo cual hace pensar en una economía de guerra, y que es en el fondo lo que hemos vivido durante todos estos años; una guerra que ha consistido en una persecución contra el empresario privado; de forma que el parque industrial venezolano se ha reducido de 14 mil industrias, que teníamos en el país para el año de 1999 en plena producción, a unas 4 mil, que apenas en la actualidad subsisten, y que es lo que explica el éxodo de nuestros compatriotas hacia el extranjero, en especial, hacia los países vecinos; de forma que hoy se habla de unos cuatro millones de venezolanos, que ha tenido que vender sus pertenencias, y pirarse, como se dice en criollo, en busca de un mejor destino.

Bien lo decía Whiston Churchill; que el socialismo no consiste, sino en el reparto de la miseria, y lo que ha demostrado la realidad; pues hasta ahora las experiencias, que se han tenido, no han sido sino un solemne fracaso, siendo Cuba el caso más reciente, y que es el que tenemos a la vista, sólo que en dicha isla caribeña no existía esa renta, que en su momento Juan Pablo Pérez Alfonso la calificó de “excremento del diablo”, y de la cual se valió Hugo Chávez para comprar la voluntad de un pueblo, como es la renta petrolera, para llevar a cabo su “petropopulismo”.

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