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Rafael Simón Jiménez: Defender la constitución, derrotar al gobierno

 

La Situación que actualmente vive Venezuela no solo es trágica, sino lastimosa. Tenemos un gobierno  arbitrario, depredador y ruinoso que ha privado a la población de los medios indispensables de vida; y frente a esa calamidad una oposición dividida, confundida, confrontada por rivalidades, protagonismos y disputas irrelevantes, ausente de toda conexión con el sufrimiento de la gente, y carente de todo planteamiento de solución y salida a la terrible crisis que atormenta la existencia de los venezolanos.

La inmensa mayoría de los ciudadanos, se muestran proclives a un cambio político, que abra las puertas a la recuperación del País en todos los órdenes, pero ese sentimiento y disposición colectiva no encuentra interlocutores, mensaje, motivación y organización capaz de agruparlos y darle viabilidad a la transición. Existe en muchos una visión equivocada en relación al ánimo de la gente. Hay quienes proclaman que prevalece en Venezuela una conducta de desesperanza,  desanimo y resignación, quienes eso opinan, no visualizan ni entienden los altísimos índices de conflictividad, protesta y lucha social que a diario se libran en todos los espacios geográficos y sociales, y que lamentablemente no se canalizan políticamente por falta de una fuerza opositora cohesionada, con un mensaje, una organización y una hoja de ruta, es decir una estrategia y una táctica que haga factible el cambio que con urgencia demandan nuestros compatriotas.

Esta realidad debe actuar como un aldabonazo en las conciencias de quienes tienen responsabilidad protagónica dentro de las fuerzas de la oposición venezolana, para enmendar y rectificar sus errores y pequeñeces, y hacer un esfuerzo por estar a la altura de la responsabilidad que demanda el momento menguado que vive Venezuela. Hay que impulsar una nueva unidad que se corresponda con las exigencias de la gente, un nuevo tipo de unidad que no sea una suma de partiditos disputándose los pequeños espacios de poder, sino un gran bloque de fuerzas políticas y sociales, que tenga como único objetivo inmediato el rescate de la democracia venezolana.

En el horizonte inmediato de nuestra martirizada Venezuela, aparece dentro de los innumerables despropósitos del régimen, la aprobación de una nueva constitución, de texto clandestino, que sería sancionada por la espuria Asamblea Nacional Constituyente, y cuyo propósito seria darle relevancia constitucional al estado comunista, que destruiría  definitivamente las bases democráticas,  libertarias y Republicanas sobre la que se  edifico nuestro sistema político y social luego del derrocamiento de la dictadura perezjimenista, y que ha tenido fundamento en las constituciones de 1.961 y 1.999. Cambiar el esquema político territorial, establecer el sistema comunal, afectar la propiedad privada, colonizar la educación atándola a un pensamiento único, restringir derechos y libertades y en fin acabar con todo vestigio de pluralidad, respeto y convivencia excluyendo y estigmatizando a todos quienes no comulguen con sus demenciales  ideas políticas.

Ese proyecto, hasta ahora oculto de nueva constitución, cuyos contenidos  se han filtrado por intersticios informativos, debe ser no solo por mandato de nuestra carta magna, sino por lo que fue aprobado en las bases comiciales de la fraudulenta ANC, sometido a referéndum aprobatorio para que el pueblo respalde o rechace su texto. El gobierno sabe que existe una inmensa mayoría contraria a su sanción, pero sin duda aprovechara las grietas, disputas y desencuentros en la dirección de la oposición para obtener una inmerecida victoria que por lo demás condenara al país ya no a un régimen arbitrario de facto, sino a una dictadura con rango constitucional, por lo que constituye un desafío a las fuerzas democráticas de la nación confrontar y derrotar este despropósito.

La defensa de la vigente  constitución de 1.999, debe constituirse en el gran elemento reanimador y unificador de la contundente mayoría que se opone a este gobierno. El texto constitucional venezolano está investido de una doble legitimidad popular, la que le diera su aprobación en referéndum  en diciembre de 1.999, y luego la épica victoria que permitió el 2 de diciembre de 2.007 echar por tierra la intención del entonces presidente Hugo Chávez de vaciarla de contenidos pluralistas y democráticos, por lo que su texto se constituye en un referente de todos los sectores libertarios de la Republica.

El reagrupamiento en un solo bloque de gran amplitud y cobertura política y social, para defender la constitución de 1.999, permitirá no solo asegurar una clara victoria, sino que sobre la derrota de un gobierno precario de apoyos y que solo logra sostenerse a duras penas por la fuerza, impulsaría una transición democrática que abra las puertas a la reconstrucción económica, social, institucional y moral de la Nación, contando con una solida base de apoyo que la haga viable.

Defender la constitución y derrotar al gobierno deben ser los propósitos y objetivos que activen y canalicen la inconformidad ciudadana y que permitan superar la dispersión, el desanimo y desconcierto que hoy le permiten al régimen sostenerse sobre las ruinas de Venezuela. Una unidad amplia y solida, una estrategia inteligente, un mensaje esperanzador y una organización efectiva son los fundamentos que permitirán articular y movilizar a los venezolanos para conquistar el cambio, que de manera cada vez más imperiosa exige el pueblo venezolano.

 

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