Inicio > Opinión > Enrique Meléndez: Temor a Venezuela

Enrique Meléndez: Temor a Venezuela

 

Hasta en Francia han acusado a Emmanuel Macrom de llevar al país hacia una nueva Venezuela; lo mismo le han dicho a Donald Trump en EEUU, y así sucesivamente: nuestra nación es hoy en día sinónimo de vergüenza gubernamental, y como se viene sosteniendo a nivel de la especulación de los intelectuales hispanoamericanos, tiene mucho que ver con la idiotez; pues qué más se puede esperar de un gobierno, que no termina de comprender, que el camino que lleva es el del precipicio; incluso, habiéndoselo advertido economistas de todas las razas y colores; sociólogos, periodistas, es decir, la mentalidad pensante de este país; pero como reza el dicho: no hay peor ciego, que el que no quiera ver.

Obsérvese que las medidas, que adoptó Nicolás Maduro hace dos meses, han terminado por devastar al país. Ha sido como un tsunami económico, y eso que pensó que hacía el bien, cuando aumentaba los salarios en más de tres mil por ciento: de 5 millones de bolívares fuertes a 180 millones de bolívares fuertes. ¿Qué empresa podía soportar semejante carga? Aparte, de que esto incidía en las prestaciones sociales, cuyo cálculo por trabajador se volvía inconmensurable a la hora de ser canceladas. Lo que explica el hecho, de que numerosas tiendas a lo largo y ancho del país cerraran sus puertas; lo mismo ocurriría con otros comercios; pequeñas y medianas industrias; corporaciones; empresas de servicio, y, en ese sentido, ya se habla de la mayor caída económica en la historia de la humanidad de un país que no está en guerra.

El problema es que la hay; como procesión que va por dentro. Nuestra situación evoca en grande los que fueron los primeros años de nuestra guerra de independencia, y donde la motivación principal era el saqueo de los pueblos y la violación a las mujeres. Obsérvese, lo que ha sucedido con el ex viceministro de Electricidad, durante el gobierno de Hugo Chávez, Nérvis Villalobos, y a quien lo han detenido en España, acusado de blanqueo de miles de millones de dólares; propietario de inmuebles y de otro tipo de negocios en dicho país, y así como él cientos de enchufados, que han pasado por las arcas públicas; se han llenado de petrodólares; han caído en desgracia en este momento, y de modo que se les persigue: desaparecen del mapa. En ese sentido, se habla de unos 350 mil millones de dólares, que se han ido en los bolsillos de esta gente. Lo que no deja de ser cierto, si tomamos en cuenta que hace años Jorge Giordani denunciaba que por la vía del mercado cambiario oficial, se habían birlado más de 25 mil millones de dólares, a través de empresas de maletín. Hay que verle la cara a mil millones de dólares; sobre todo, en esta Venezuela que sucumbe en el hambre y la miseria, y de allí el que se habla de un país escindido entre aquéllos que pueden mantener un nivel de vida digno, y aquéllos que están en la situación de sucumbir de inopia, y que es lo que ha puesto en fuga a más de cuatro millones de compatriotas; siendo el otro gran tema que manejan los espacios noticiosos de los medios de comunicación social del mundo entero, con respecto a Venezuela.

Siempre será recordado Gonzalo Barrios por aquella famosa frase de que en este país se roba; porque no hay motivos para dejar de robar. No hay una ética republicana, y en esto fallaron los partidos políticos; quienes, en lugar de propiciar una madurez de la conciencia ciudadana; formándose desde un punto de vista teórico; que lo más que leían era la Gaceta Hípica, según se hacía broma en el momento, se dejaron llevar por el afán de la riqueza fácil, y de allí el profundo escepticismo, que se propagó en las masas populares hacia sus intenciones; nadie les creyó; se creó una atmósfera de ladronismo; donde Carlos Andrés Pérez era considerado el hombre más corrupto de Venezuela; cuando a la larga se vino a comprobar que, quienes lo acusaban, tenían más plata que él; aun cuando todavía ese mito perdura en la conciencia de la gente; pero que fue el campo abonado, que consiguió Hugo Chávez en aquellos instantes, para llegar al poder, y así se descubrió la inmadurez política, sobre todo, de nuestra clase media; que fue la que se volcó a darle su voto; espabilando a la larga, cuando vino a darse cuenta de que el país había quedado en manos de un aventurero.

Hay algunos sociólogos que consideran que en este pecado cayó hasta el propio Rómulo Betancourt, a quien se le tiene como el padre de nuestra democracia; en especial, porque Betancourt todavía se inclinaba hacia la idea de un Estado patrimonialista; que iba a vivir de la renta petrolera, y no del fomento del progreso económico, y Estado que se presta mucho para el clientelismo político; dado el centralismo que su estructura supone; además de la carnetización de la función pública, sobre todo, de carácter populista, y que fue lo que indujo a la decadencia de nuestra clase dirigente; germen de la conducta antipolítica, que privó hacia finales del siglo XX, y esto porque esa dirigencia se caracterizaba por ser muy codiciosa e iletrada; en otras palabras, muy mediocre; sobre todo, porque no promovía un proyecto de país, y cuando lo vino a promover, a propósito del segundo gobierno de Pérez, entonces nadie le creyó, quizás, en esto influía también la arrogancia de Pérez; de modo que ese proyecto de desarrollo, que se llamó en su momento al rescate de La Gran Venezuela, terminó en un gran bochinche; pero donde no sólo estaba de por medio la arrogancia de Pérez, sino también la mediocridad de aquella dirigencia; que no estaba a la altura de las ideologías que se manejaban en ese instante en el campo económico; de modo que aquella conciencia todavía era tomista (supersticiosa) y parroquiana (cerrada). He allí un cóctel explosivo; que iba a terminar en la prisión de Pérez; uno de los mayores errores políticos, que se han cometido a lo largo de nuestra historia; además de la liberación de Chávez: un militar felón y locuaz.

[email protected]

 

Te puede interesar

Loading...
Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *