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Manipulación emocional: el juego de hacer sentir culpable

 

La manipulación emocional hace estragos en la integridad psicológica. Pocas prácticas hacen un uso tan afinado del abuso, de la distorsión mental y la vulneración de las autoestimas como ese ejercicio tan característico del ser humano. Madres, padres, hermanos, parejas, hijos e incluso nosotros mismos… Todos somos susceptibles de ejecutar este tipo de dinámica en la que predomina el juego de hacer sentir culpable.

Algo que todos sabemos es que la convivencia en sociedad tiene una base biológica que se centra en un aspecto muy concreto. Las personas necesitamos experimentar seguridad y sensación de supervivencia en cada uno de nuestros entornos junto a nuestros respectivos congéneres. En el momento en que sentimos cómo se nos ataca en algún aspecto, se rompe ese vínculo esencial: el del altruismo, la cooperación mutua y la confianza.

Si nos preguntamos ahora en qué contexto es donde más suele darse la manipulación emocional cabe decir que, tal y como podríamos sospechar se da sin duda en el seno de las relaciones de pareja. No obstante, un contexto también recurrente y que no debemos descuidar es el relativo a las organizaciones y empresas. De hecho, la doctora Diana Krause, de la Universidad de Klagenfurt, de Austria, realizó un interesante estudio donde revelar todas esas artimañas que suelen darse en los trabajos para manipular a empleados o compañeros de trabajo.

Como curiosidad, y en este mismo contexto, basta solo con dar un ligero vistazo a nuestra historia para descubrir que la manipulación ha sido uno de los pilares sobre los que se ha asentado el dominio de cualquier imperio. La manipulación es “el pan de cada día” de la sociedad en la que vivimos. Ninguna persona se libra de haber ejercido o padecido la manipulación a lo largo de su existencia.

Aprender a detectar la manipulación emocional es poder evitarla y para ello primero se debe saber en qué consiste, cómo se manifiesta, cómo se enmascara y cómo se utiliza. Profundicemos.

“La manipulación solo prospera en los que dicen “sí” compulsivamente a todo y en los que son débiles a la hora de defender sus derechos”.

-Walter Riso-

¿Te han hecho sentir culpable? Detecta la manipulación emocional

La manipulación emocional se reviste a menudo de buenas intenciones. Viene de la mano de un mejor amigo, la persona que dice amarnos o el compañero de trabajo con el que llevamos un proyecto en común. Nosotros confiamos y ellos se valen de esa alianza para obtener un secreto beneficio. A veces es por el simple placer del control, otra para reforzar la propia autoestima, obtener algo a cambio o simplemente, hacer daño.

Mano manejando los hilos de una marioneta en la mente de una persona

Por otro lado, además de preguntarnos por la razón que lleva a una persona a ejercer la manipulación emocional, no podemos dejar de lado un aspecto igual de interesante: la personalidad. Tal y como deducimos no todas las personas ejercen este tipo de artimañas ni argucias mentales para someter a otros a su voluntad.

La Universidad de Michigan, por ejemplo, realizó un estudio sobre la manipulación emocional en el contexto de la pareja donde reveló que por término medio, suelen evidenciar unos mismos patrones psicológicos: inestabilidad emocional, baja responsabilidad, habilidades de seducción, baja autoconciencia y apertura social.

Veamos a continuación cuáles son las estrategias más comunes que suelen utilizarse a la hora de ejercer la manipulación emocional.

“Haz lo que quieras”

Cuando se da una situación de poder entre dos personas, esa en la que el individuo que manipula ostenta la opción más ventajosa, se puede amenazar a la persona manipulada con perder determinadas ventajasen el caso de no obedecerla.

Su manifestación más sutil se da cuando un familiar o amigo da a entender que si no se hace algo en concreto, la relación se resentirá como consecuencia de ello.

“El instrumento básico para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si tu puedes controlar el significado de las palabras puedes controlar a la gente que utiliza esas palabras”.

-Philip K. Dick-

“Si no lo haces yo tampoco”

Detrás de esta tierna declaración de buenas intenciones se encuentra velada una manipulación feroz en la que quien manipula apela a la capacidad de empatía del otro para hacer sentir culpable. En su traducción más extrema, este “autocastigo” puede llegar incluso a significar la autolesión por parte del manipulador.

Por eso es importante saber reconocer cuándo se trata de un simple chantaje, cuándo la intención es hacer sentir culpable y cuándo esta frase no significa una cesión, sino más bien lo contrario, y no dejarse arrastrar.

Chica sentada en una silla con expresión triste

“No me pasa nada”

Después de esto le sigue un prolongado silencio y, normalmente, un lenguaje no verbal que acompaña el enfadoDar a entender con el comportamiento una cosa y con las palabras otra es una técnica de manipulación muy recurrente para hacer sentir culpable.

“Lo que yo hice por ti”

Es la manipulación por excelencia y la que ejerce gran parte de la sociedad. Estar unidos por ese “dar para recibir” es una de las formas de hacer sentir culpable más utilizadas a todos los niveles.

Así, es más que común vernos en esas encrucijadas emocionales donde la pareja, una madre o un mejor amigo nos echa en cara las cosas que han hecho por nosotros con el fin de boicotear nuestra autoestima y ejercer el control. Debemos ir con cuidado con estas prácticas.

“Sin ti no soy nada”

El victimismo es una manera muy básica de hacer sentir culpable, pero aún así altamente eficiente. Quien la escucha puede llegar a temer que el otro cometa algún acto imprudente, apareciendo así, de nuevo, la amenaza del autocastigo.

“Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula”.

-John Kenneth Galbraith-

Para concluir, si hay algo que sabemos por experiencia propia es que la manipulación emocional es ese eterno leivmotiv que surge en casi cualquier contexto y vínculo. Debemos esta preparados para ver llegar estas prácticas y detenerlas lo antes posibles. Poner límites es un ejercicio de saneamiento personal y relacional que nos permitirá crear vínculos más auténticos (y con menos sufrimiento).

 

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